Revista Talentos

Porque os lo debo.

Publicado el 11 julio 2015 por Albordedetucama
Hoy no vengo a escribiros metáforas ni poesía anormal, hoy quiero explicaros el verdadero sentido y significado del blog. Yo era una más hasta que con 11 años y por accidente encontré un diario de mi madre con cartas de despedida en las que explicaba que se quería suicidar porque mi padre la ponía los cuernos. Leer aquellas cartas nos cambió a mí y a mi vida por completo, las cosas en casa empezaron a empeorar y yo empecé a seguir a mi padre corriendo detrás de su coche hasta llegar a desmayarme en el suelo. Por este entonces, hace casi seis años, abrí el blog. Pero un día tuve suerte y descubrí que la amante de mi padre era nada más y nada menos que una empleada de su empresa que tras robar en las oficinas sus datos resultó ser la madre de mi mejor amiga. Mayor sorpresa que esa fue cuando dicha amiga se puso a explicarme la ubicación de cada uno de los muebles de mi casa sin haber estado jamás allí con ella. Empecé a odiar a mi padre y a darme cuenta de que ya no era la persona que un día decidió traerme al mundo, era un padre ausente, que vivía por y para su trabajo, que no conocía los cumpleaños de sus hijos, que pagaba a diario con su familia sus frustaciones personales. Durante años mi padre estuvo ejerciendo de maltratador psicológico con mi madre, con mi hermano pequeño y conmigo, por lo que yo empecé a rebelarme contra él cada vez más fuerte, llegando incluso a escaparme de casa, no teniendo nunca nada que hacer puesto que él siempre quedaba por encima, fuera cual fuera la situación. Ambos estaban ciegos, mi madre de incondicional amor por él y mi padre dentro de una puta burbuja completamente opaca que tuve que romper con las uñas (y para ello, partírmelas), y es que mi trauma y mi eterna obsesión con el tema hicieron que mi vida dependiera de la satisfacción de resolver el problema que había jodido mi infancia y que jamás me la devolvería. Por todo esto y cuando las cosas empezaron a empeorar tanto que mi cabeza se volvió loca, conocí el mundo de la marihuana y el hachís. Tuve que ocultarle esto a las personas que más quería, y a día de hoy algunas no lo saben. Eran los porros los que me hacían evadirme de la situación, pero menos que el blog, que acabó convirtiéndose en mi más fiel vía de escape. Me desahogaba escribiendo y a la gente le gustaba. Era un regalo. Sois un regalo. Gracias a vosotros escribir es a día de hoy algo que forma una parte indispensable de mi vida. Empecé a sentir tanto odio, tanta rabia, tanta ira, tanto desprecio, tanta frustación que mi concentración dejó de existir para todo menos para el puto trauma. Pagaba mi malestar con quienes menos lo merecían (ay mamá, pese a todo siempre me has querido), no conseguía pensar con claridad, me ahogó una fuerte ansiedad, empecé a ir a una psicóloga y terminé dejando los estudios. Ya no podía soportar estar en el mismo lugar que mi padre, su sola presencia me mataba por dentro, y empecé a aparecer por casa únicamente cuando había comprobado que él no iba a hacerlo. (Cuántas noches habrás estado con tu puta creyendo que yo no lo sabía, eh.) Por mi propio bien no me quedó más remedio que intentar abrir los ojos a mi madre, cosa que no logré hasta que ella pudo sentir en su ser mi espeluznante dolor, y es que el amor de una madre, debería ser el significado de infinito. El bien de sus hijos le ganó la guerra a ese amor sucio y negro que debía terminar. Porque ella era la que más sufría, más que yo, incluso, pero ella jamás dejó ver las lágrimas que la trituraban por dentro, aunque yo, por suerte o por desgracia, siempre lo vi reflejado en el marrón perdido de sus ojos. Tuve que echarle dos cojones y decirle a mi madre que el tiempo que continuamente me pedía para actuar se había terminado y que había llegado la hora de arañar las paredes de la burbuja de mi padre. Y así fue, mi padre se enteró de la situación a través de mi madre y de la psicóloga, su burbuja se rompió y él quiso hablar conmigo. Entonces se puso en marcha mi plan, por fin podría cumplir mi sueño, hacer lo que tanto había deseado durante los últimos siete años. Quería abrirle de golpe todas y cada una de las heridas que él me había abierto progresivamente a mí. Quería justicia, y la tuve. Porque tuve el valor de decirle todo lo que había hecho, todo lo que yo pensaba, todo lo que le odiaba. Tuve el valor de decirle que ahora se iba a tragar todas sus palabras de mierda que eran basura al igual que él, y que ahora le tocaba hundirse a su barco. Porque yo podía estar tocada, tocadísima, pero ni él ni nadie me hundiría. Que ya no era mi padre, porque nunca había sabido ejercer como tal. Él puso medio millón de excusas en las que aparecían hasta mis abuelos paternos, pero yo no sentía lástima. Quise echarlo de casa por las buenas y como es natural tuve que hacerlo por las malas. Se enfadó conmigo por llamar puta a su puta, digo, a su amante, y como no hay mejor desprecio que no hacer aprecio, empecé a dar lo que me daba la real gana sin hacerle el más mínimo caso. Ya no existía para mí, y él lo sabía. Ya no le tenía miedo, ni a él, ni a sus gritos, ni a sus a veces golpes, ni a no poder comer sin su dinero, esto último, la mayor preocupación de mi madre. Ya no podían asustarme, porque yo me había cansado de esconderme. Pero sobre todo, porque me la sudaban las consecuencias. El bien de mi familia, el mío, la felicidad de mi madre, de mi hermano y la mía propia, estaban en juego, y yo tenía bajo la manga todos y cada uno de los ases. Iba a por todas. La meta estaba cerca. Fue entonces cuando él empezó a demostrar su intención de enmendar sus errores, y yo me creí sus mentiras. Estuve dispuesta a detenerme aún teniendo delante de mis narices la línea de meta, te juro papá que por un momento iba a darme la vuelta y a ir a buscarte, y me fallaste de nuevo. Cuando ya no te merecías que confiara en ti, cuando no tenía nada que agradecerte en estos putos 18 años, se me ablandó el corazón (herencia segura de mi madre) y confíe en ti. Y esa, ha sido la última vez que me has fallado. Y la última que me fallas, eso te lo aseguro. Te juro que creí que ibas a cambiar y que todo volvería a ser como antes. En fin, otro error más del que aprender. Hoy, hace un mes que conseguí que se fuera (supongo que con su puta, digo, su... qué cojones, su puta), el mismo tiempo que hace que no sé nada de él, ni quiero saberlo. Mis padres se han separado y mi madre es mucho más feliz desde que habla de 3 y no de 4, y mi hermano, es tan jodidamente inteligente que encima de estar bien estoy segura de que va a conseguir todo lo que se proponga.
No tengo motivos para darte las gracias a ti, pero te las doy papá, porque hoy soy una persona completamente diferente, porque he descubierto que yo soy mucho mejor que tú, y sobre todo porque hoy, soy feliz, como quien se levanta después de caer de la manera más tonta y sonríe.
Pero hay gente a la que sí tengo que agradecer:
A mi hermano, por ser siempre la luz que alumbra mi camino y la fuerza de seguir.
A mi madre, por ser todo corazón, por quererme siempre, por sus eternas paciencia y bondad, porque si tú sonríes, mamá, yo lo tengo todo (aunque nunca haya sabido demostrártelo).
A Vera, por enseñarme que cada problema tiene su solución y que eres tú el que pierde si te niegas a buscar, porque no encuentras. Eso y que a la vida hay que echarla dos cojones.
A todos los que secaron mis lágrimas en momentos en los que yo necesitaba soltarlas.
A la psicóloga.
A todos los que me habéis juzgado sin tener ni puta idea en estos largos siete años, haciéndome más fuerte.
A la esperanza, porque pese a todo es lo único que nunca he perdido.
A vosotros, por ser sin saberlo mi más fiel equipaje (que se note la pasión por Melendi), por leerme y escribirme, por darme la vida inconscientemente.
Que quede claro, esto no es una despedida, no sé cuando podré usar el blog, pero el siguiente sueño por tachar de la lista es escribir un libro.
Sorpresa.
¿Quién sabe no?
Y mi típica respuesta para todo:
¿Y por qué no?
Continuará...

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