Revista Literatura

Porque ya es hora…

Publicado el 06 agosto 2015 por Marga @MdCala

… de cambiar la ignorancia recibida, por un amargo desprecio; los juicios infundados, por sentencias definitivas de olvido, las ausencias graves y reincidentes (pringadas de sacrificDSC024592io), por silencio y desinterés, la terquedad del orgullo primitivo, por un inamovible rechazo.

Hora de parar los pies a quien te ningunea asustado por su propio complejo, a la que se mete en camisa de once varas sembrando cizaña a escondidas, a quien prioriza y defiende al errado, a quien barre bajo la alfombra, a esa que hace proselitismo de la familia marcándose un océano de distancia con los propios, a la misma que -fuera de tiempo y lugar- se pasea dando lecciones; al que calumnia un día y besa al siguiente, a los que mueren por la boca grande y a los que que mienten con la boca chica, a esos otros que te inventan una vida para justificar las suyas, al trastornado que se cree matador, al asceta que vive sin vivir en él pero intentando joder en ti…

Porque ya va siendo hora, que la vida se escurre, de achicar al intruso que desmotiva, que ralentiza, que desconcierta, frena, aplasta y contamina. A ese que nunca compraste pero te tocó. A esa, jamás incluida, que se autoinvitó. A aquella que prefirió seguir siendo pequeña a estar a la altura. A aquel que ofendió, burló, amargó y sembró rencor. A la que tiene doble cara y triple lengua. Al que no tiene medio cerebro. A quien se complace en verlo todo gris. A los que prefieren las aguas siempre turbulentas.

Es la hora en punto de ir cumpliendo años con la vida que queremos, y no con la que nos desean; es el momento de saber que ya estuvo bien. O mal… pero ya estuvo. De no retroceder en las decisiones, de mirar hacia adelante con la serena conciencia de no saberse -tal vez- ganador, pero sí auténtico. De enfrentar la vista con cualquiera, máxime con los referidos, y reconocerse tranquilo. Tranquila. Ahí está el verdadero triunfo personal. De otros serán el poder, el dinero, las influencias, o quizá las apariencias, las fotos, la hipocresía, la falsa felicidad, las bendiciones a tutiplén y esas benévolas religiones tan vivamente voceadas como escasamente practicadas… pero a ti corresponderán -si consigues mantener el tipo- la paz, la honestidad y la integridad. Y con eso, al final, es con lo que se come y se hace la digestión ideal que no se nota.

Es esta hora la tuya, la mía, como son estos tu vida y tu tiempo. Los míos. Atrás quedan las censuras y los índices sellando tantos labios que bien prometen. Adiós a los inicuos.

Bienvenidos los demás.


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