¿Qué quieres hacer antes de morir?

En la película Ahora o nunca, dos hombres gravemente enfermos (a los que interpretan Jack Nicholson y Morgan Freeman) toman la decisión de abandonar el hospital y emprender un viaje para hacer, en el poco tiempo que les queda antes de estirar la pata, aquellas cosas pendientes que siempre quisieron. No creo que me hubiera vuelto a acordar de esta película, hollywoodiense a más no poder, si no fuera porque la vi en un vuelo hacia Tailandia, de donde volví hace unos días. Las películas que veo en los aviones suelen enmarcar mis viajes; les crecen una especie de tentáculos que traspasan la pantalla para colarse en mi día a día.    

El caso es que en fin de año, cuando la playa se iluminaba con millones de fuegos artificiales, los extranjeros se quemaban los dedos tratando de echar a volar sus lámparas tailandesas cargadas de deseos y mis amigos bebían piña colada como si no hubiera un mañana, me dio por recordar una escena de la película en la que los protagonistas están frente a las pirámides egipcias a la hora del atardecer. El sabelotodo Freeman le explica a Nicholson que, de acuerdo con la sabiduría tradicional egipcia, al llegar a las puertas del cielo te preguntan dos cosas:

¿Has experimentado alegría en tu vida?

¿Has hecho feliz a alguien más en tu vida?

Parece que el asunto está de moda. Hasta en Córdoba disponen de una pared donde la gente puede escribir en tiza sus deseos antes de irse de este mundo. La idea de la artista Candy Chang ha dado la vuelta al mundo. Tras sufrir la muerte de un ser muy querido, Chang se dio cuenta de lo necesario que es reflexionar sobre la muerte. “Evitamos pensar, con tantas distracciones, en que la vida es algo breve y delicado”, señala. “Pero pensar en la muerte clarifica nuestra vida”.  

Tan importante como dar cabida a la reflexión y la contemplación para iluminar nuestro día a día me parece la defensa que, con sus proyectos, Chang hace de los espacios públicos (en peligro, junto con la educación o la sanidad) para compartir y mostrar que no estamos solos. Que en el fondo, todos sufrimos de y por lo mismo. “Cuando murió, tenía los ojos cerrados y el corazón abierto” (Jack Nicholson en Ahora o nunca).