Revista Literatura

Ratica

Publicado el 15 febrero 2012 por Laesfera

BingCrosby eligió su hierro cinco, se situó frente a su pequeña bola blanca y sedespidió de este mundo dando un magnífico golpe en el hoyo 18 del Club de Golfde La Moraleja. Hay que reconocer que no es una mala forma de marcharse con lamayoría.Lotrasladaron al Hospital de la Cruz Roja de Madrid que vio alterada su rutinacon la aparición de cámaras, fotógrafos y periodistas.Susabogados americanos se pusieron en contacto con el gerente del hospital paraque agilizara los trámites y repatriar el cadáver lo antes posible. Surgióentonces un contratiempo, un pequeño problema: el médico de guardia se negaba afirmar el certificado de defunción. Le hicieron ver que con su actitudretrasaba la recuperación de la tranquilidad del hospital. No hubo manera deconvencerle. Le preguntaban el motivo de su negativa y el doctor no soltabaprenda.
Yaen su casa el médico de guardia se sirvió una ginebra y arrellanado en susillón comenzó a recordar un suceso ocurrido en su infancia.
Supadre era el médico de un próspero pueblo vinícola. Un médico tan respetado porsus vecinos que incluso una céntrica calle del pueblo quedó bautizada con sunombre.Allívivía también una familia conocida como "los ratas" que tenían unaniña pequeña postrada en cama. Una vez al mes acudían a la farmacia y retirabanuna pócima que preparaba el boticario para aliviar los dolores de la enferma.
Unode esos días se acercaron a la farmacia y pidieron como siempre "lamedicina de la ratica". El boticario estaba ausente en ese momento y leatendió un recién contratado mancebo que al oír lo de la ratica le despachó unraticida.
Alpoco tiempo la niña murió. El médico del pueblo presionado por el boticario ypor la propia familia de los ratas -a los que la autopsia les parecía una profanación-,firmó el certificado de defunción explicando aquella muerte como unaconsecuencia lógica de la enfermedad que padecía y silenciando el asunto delraticida.
Unprestigioso abogado presionó a los padres para que denunciaran los hechos yobtener así una cuantiosa indemnización. Ya sabemos que el dinero es muy amabley los ratas sucumbieron a su encanto. Se desenterró a la niña, se le practicóla autopsia y se supo la verdad. Las consecuencias para el médico del puebloson fáciles de imaginar.
Elmédico de guardia del Hospital de la Cruz Roja de Madrid entre trago y trago deMartin Miller's pensaba en su padre, en la ratica, en Bing Crosby... y en susabogados americanos.

Autor del texto: Manrique Cos Tejada


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