Revista Talentos

Recuerdos

Publicado el 12 noviembre 2014 por Isabel Topham
Siempre me he cuestionado cómo surgen los recuerdos, cómo una acción o imagen que ya no existe puede evocar millones de sentimientos al mismo tiempo, incluso contradictorios. Siempre quise definir los recuerdos por aquello que me hicieron sentir, y la manera de sentirlos fueron muy distantes y próximos, a la vez. Querer huir de la propia realidad refugiándote en una acción del pasado que te hace sentir aún peor, en condiciones pésimas de tu presente; y, en el caso de ser tu mejor momento, recordar aquellos tiempo en donde estabas mejor de ánimos hundiéndote por unos instantes. ¿Y qué me decís de esos otros momentos en donde ambos tipos de ánimos se confunden de tiempo? Me explico, cuando estás por los suelos en el presente y te da por pensar en quienes o qué cosas ya no pertenecen a tu vida; y viceversa, cuando estás por todo lo alto y no quieres ver cómo de mal lo estás pasando de haber elegido la "opción correcta" de un camino en el cual ibas a parar a un callejón sin salida y, en el que ni siquiera estarías a salvo. Por ejemplo, una noche a altas horas de la madrugada y no hay ningún alma por la calle. Escuchas un ruido, te detienes, sacas tus propias conclusiones de quién o qué lo ha podido producir (y no pienses en el viento, está vez ha sido producido por alguien real) con la intuición correcta te vas corriendo a tu portal, abres la puerta de tu casa y en el momento de haber apagado la luz para dormir empiezas a pensar en la otra posible realidad que podía haber sucedido. 

Una posible definición de los recuerdos es la variación del tiempo en cuanto a las imágenes filtradas de nuestro pasado percibidas desde un ángulo totalmente distinto al vivido. Los sueños que proyectamos en nuestra mente cada noche al cerrar los ojos y observar la realidad más allá de la irracionalidad, mirando en la misma dirección de siempre. Los recuerdos pueden romperse, pero nunca hilarse. Es decir, por muy ligados que estén unos con otros pueden llegar a olvidarse pero nunca se podrán percibir exactamente de la misma manera en la que se experimentó la primera vez, vividos anteriormente.

La construcción de palabras en un presente inédito, sin conexiones ni intenciones de existir. Al recordar la vivencia piensas en tu pasado en concreto; es decir, en el momento exacto en qué sucedió, y no en la manera de pensarlo ni de cómo se vivió. En otras palabras, tú puedes recordar haber estado leyendo un libro hace cinco minutos y todos los detalles que conllevan a precisar más ese instante pero, jamás volverás a sentir de la misma manera lo que sentiste al leer en ese momento por mucha emoción que te transmita el libro. Ya, para empezar, te estás viendo desde un ángulo en el que ni tus ojos han puesto la atención desde dentro del recuerdo. Es decir, hasta tu manera de pensar es distinta a la imagen que das cuando lo viviste.
Recordar es vivir dos veces, ambas formas no se asemejan ni aproximan nunca a la manera de haberse vivido anteriormente. Es estar en un plano distinto al actual, y propio. Interpretar la piel de un personaje en donde precisamente el personaje es ser uno mismo pero sin llegar a serlo. Sentir el aire ajeno en boca propia, y vivir alejados de la propia realidad. Aún sabiendo que ésta, ya es una realidad paralela al mundo; el cual viaja en paralelo con nuestro día cotidiano. Compra, andas, estudias, trabajas, hablas, duermes... y comes, sin enterarte absolutamente de todos los detalles que vas realizando en cada instante para llegar a completar dicha acción. Ni te das cuenta que día tras día, estás haciendo el mismo proceso de siempre y, sin embargo, distinto. Comes pero no siempre estás comiendo lo mismo, ni siempre estás comiendo de la misma manera que el día anterior. Un plato de lentejas no equivale a comer pescado, carne o incluso, la ensalada. Cada plato conlleva sus modales y, por consiguiente, sus maneras de comer. Al dormir, no siempre piensas y proyectas el mismo sueño. Soñar es vivir tus propios deseos desde una realidad ajena, y bonita; en donde tú eres el protagonista. Y, según con el qué sueñes, tus movimientos serán distintos. La manera de soñarlos, determinarán tus formas de percepción de lo real e irracional.
Recordar es visitar un lugar pero sin tiempo ni espacio para llevar a cabo esta acción, donde los límites del recuerdo es la paciencia que tenga uno mismo sobre sus propios movimientos en un cierto tiempo anterior del momento actual.
NOTA: Una pequeña reflexión inspirada en la clase que tuve hoy de la materia de Teoría de la Comunicación y de la Información, bastante interesante que me apetecía compartir con todos vosotros.

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