Revista Talentos

Recuerdos

Publicado el 17 mayo 2015 por Isabel Topham
No entiendo por qué debo de seguir recordando a alguien que me ha hecho mucho daño, e incluso me mintió cuando me decía lo que sentía por mí. No sé si soy yo, o quizá sólo sean paranoias de mi cabeza. Porque no puedo hacerlo, y no en el sentido de no ser capaz sino en el de obligarme a no hacerlo. Al igual que tampoco entiendo para qué huimos de la realidad refugiándonos en algo que, ya no existe y, probablemente, nunca más volverá a nuestra vida; siendo conscientes de ello. Algo tan próximo como lejano puede hacerte llorar durante horas, sin llegar a tener la culpa de nada.
Recordar es querer vivir lo que ya ha muerto hace tiempo, es igual que un pájaro que quiere volar aún teniendo las alas rotas sin que éstas se hayan recuperado de la última vez que las usó. Volver a sentir, y sólo pensar en una imagen que te hace morir de pena al no ver la sonrisa de un niño dibujada en sus labios, sin pensar que dicha imagen corresponde a tu pasado. Momentos fugaces, y eternos. A su vez, los límites del recuerdo sólo los determina la conciencia de los sueños, manteniendo la cordura al margen del error. Un recuerdo nace y, al segundo, muere.
Al igual que puedes estar pensando en la otra realidad de lo que te ha pasado con suerte a ti, nada más llegar a tu casa después de una buena noche de fiesta y encontrarte en tu portal algo que te haya hecho mirar con miedo, e incluso temblar, por lo que haya podido pasar. Por ejemplo. Me explico, ese momento cuando te pones a pensar en una situación peor de lo que hayas vivido algún momento como para acongojarte del miedo que te ha dado. Simplemente, vivirla.
Sí, es cierto. Quién no va a sacar una sonrisa tonta al imaginar a su yo del pasado con la persona con la que estaba, o en su lugar, enamorado. Quién no va a disfrutar (aunque sea) mentalmente de todos los momentos que haya podido vivir junto a alguien que, para su desgracia, ya no está en su vida (sea por el motivo que sea). Y no, nunca te olvides de soñar porque, al fin y al cabo, entre sueños y realidades sólo se esconden nuestros límites y deseos. En los sueños se determina la manera que tenemos de percibir lo real e irracional. Y recuerda que, casi todos, deseamos por volver alguna vez al pasado de lo felices que éramos.
Recordar es vivir dos veces, y soñar vivir eternamente.

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