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Redes

Publicado el 29 junio 2017 por Aidadelpozo

Mi mejor amigo llegó a mi vida desde la virtualidad. El azar lo llevó a Tormentas de Tinta y a mi Twitter. En 2015 me felicitó por mi cumpleaños y se lo agradecí (esa fecha no es secreto alguno, está en mi muro). Comenzamos a hablar por email y DMs y, llegadas las navidades, le comenté que el 31 de diciembre estaría sola en casa y en vela, ya que mis hijas saldrían esa Nochevieja por primera vez. Nos pasamos aquella noche hablando hasta las cinco de la mañana por DM. Cuando mis hijas me enviaron un wasap diciendo que ya estaban en casa de una amiga, donde iban a dormir, me despedí de él. Cientos de charlas se sucedieron desde entonces. Un día vino a Madrid, nos conocimos en persona y, desde esa fecha viene a verme y, a día de hoy, es mi mejor amigo, como os he comentado antes.

A otras dos de mis mejores amigas las conocí gracias a Twitter. Estos días viene a Madrid una de ellas y vamos a pasar un rato agradable y muy divertido, coincidiendo su visita con el arcoiris en que se convierte mi cuidad, con motivo de la celebración del Orgullo Gay. Hago un inciso y os invito a disfrutar de Madrid en estos días. Las calles son una fiesta, la ciudad se llena de visitantes, incluidas familias enteras, que disfrutan de la diversión y el color de sus calles y plazas. La Gran Vía se corta al tráfico y se puede disfrutar de la ciudad de un modo muy distinto al resto del año. Y, al llegar la noche, los conciertos en la plaza de España nos invitan a sonreír y a vivir Madrid aún más. ¿He vendido bien mi maravillosa ciudad? ¡Os espero! Hecho este inciso, continúo.

A muchos de los escritores que conozco, a quienes admiro, respeto y por los que me siento apoyada y querida, no los conozco en persona, sino a través de Twitter y, sin embargo, he recibido de ellos más ayuda que de muchas personas conocidas a las que sí he abrazado.

Solo poseo siete u ocho amigos, que puedo llamar así, AMIGOS, de esos que están sin llamarlos, que acuden en las horas bajas y que te conocen tanto que, un solo hola en wasap, es suficiente para saber que algo te pasa.

Ese gran amigo del que os he hablado al principio de este post, primero fue alguien tras una pantalla.

A aquellos, como otra de mis mejores amigas, que no tienen cuenta en ninguna red social y que hablan de las personas que hay tras estas, como mentiras cibernéticas; les diré que, tras las pantallas hay mentiras y verdades, según sean estas personas y no por las redes sociales en sí mismas.

Quien así piensa, es porque no ha tenido la enorme fortuna que yo he tenido de encontrar buenas personas tras avatares y muros. Y añado algo más. Es quizás ese cristal tras el que estamos quienes frecuentamos la virtualidad de las redes sociales por diversos motivos, el artífice de la magia de ser nosotros mismos. Quienes son nocivos tras una pantalla, es porque lo son en su día a día, no por parapetarse tras un cristal. Quienes son francos, lo son también tras él. Y, para los que consideren una falacia que sea posible sentir a otra persona tras una pantalla, conocerla sin verla, tocarla sin rozarla, llegar al corazón sin contacto físico, deben plantearse si sienten, sin más. Aquel que critica a quien pueda haber hallado a su mejor amigo gracias a una red, o al amor de su vida, por ejemplo; quizás sea porque, fuera de estas, tampoco es capaz de sonreír.

He sufrido decepciones en las redes, claro que sí, y las seguiré teniendo; habré defraudado también, no lo pongo en duda y sé que seguiré decepcionando a algunas personas en la virtualidad. Pero lo evidente es que, en mi día a día, eso sucede igual y no hay avatares ni pantallas. La vida es sentimiento y es indiferente cómo uno halle luz en su rostro y sonrisas en su cara. Lo importante es descubrirlas y vivirlas con intensidad. ¿Qué importa, pues, cómo se encuentra o cómo ha pasado algo en nuestra vida, cuando lo que queda al final es la dicha de haberlo encontrado o de que haya sucedido?

No sé si quienes lean este post verán hoy las redes de modo distinto a como lo hacían ayer y tampoco lo he escrito a modo de invitación a que se adentren en ellas con el pensamiento de que es un mundo maravilloso. Ya les anticipo que no, pero tampoco es falso, pues falsos son solo aquellos que también lo son en el metro, en la oficina, comprando el pan, o dando un beso a su pareja cuando aman a otra persona en la clandestinidad. Y falsos son en sus muros quienes proclaman una inexistente vida rosa, inventan y calumnian, pues, sin lugar a dudas, todo ello lo harán igualmente mientras caminan por la calle. Y puñaladas darán virtuales y reales, a avatares y vecinos.

No es el perro agresivo, sino el dueño irresponsable el que lo convierte en un peligro para la sociedad al no educarlo y lo mismo sucede en las redes. Quien es cínico, tóxico, envidioso y prepotente tras la pantalla, lo es en su caminar. No arrojemos piedras a internet y seamos consecuentes. La vida es una, dentro y fuera de nuestros muros. Con cualquier avatar y con cualquier máscara o disfraz. Quien lo lleva en Twitter, Facebook o cualquier otra red social, es porque fuera también lo lleva.


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