Reflexiones

Algunos de vosotros estaréis extrañados de la poca actividad que tenemos últimamente. Soy consciente de que he dejado de lado no sólo vuestros blogs sino también el mío.
Han sido meses duros, el 2013 acababa mal, pero el 2014 ha empezado todavía peor. Nuestros viajes pararon en seco el 20 de noviembre y hasta el 27 de mayo hemos acompañado a un familiar muy cercano en el último viaje de su vida. Nuestros viajes pasaron a la última posición de prioridades, al igual que las redes sociales y la interacción con todos vosotros.
Sabéis que no soy mucho de hablar de cosas personales y mucho menos en este blog, pero hasta que en el 2009 empecé con este y el de Larpeiradas, había tenido varios blogs personales, bajo un anonimato absoluto hablaba de todas mis preocupaciones, escribía relatos, comentaba noticias de actualidad...y hoy he sentido las ganas de escribir e intentar canalizar todos estos sentimientos que me atormentan a través de la escritura.
Seguro que muchos de vosotros conocéis de sobra esta situación, porque esta enfermedad de la que todavía me cuesta decir su nombre en alto  se ha llevado a mucha gente por delante y ha dejado a su familia y amigos muy tocados. Una enfermedad muy jodida y de la que nadie está libre.
Estos meses me han hecho valorar lo realmente importante y coincidió con un nuevo planteamiento sobre mi percepción del mundo blogueril. Creo que todo esto se nos está yendo de las manos. Ya no importa que tu blog ayude a otras personas, que dés datos importantes...ahora lo realmente importante es estar bien posicionado. Si no escribes un par de artículos a la semana y no tienes cientos, que digo miles, de seguidores en tus redes sociales, ya no vales nada. Tus letras ya no son importantes, ahora sólo importan las redes sociales. Lo importante ya no es que la gente que te lea deje sus comentarios. Con lo bonita que es esa sensación que te recorre el cuerpo cuando lees un comentario diciéndote que le has ayudado en su viaje, cuando comparten sus propias anécdotas.....No, lo importante ahora sólo son las redes sociales.
Os puedo decir que estoy muy desencantada de este mundo. Me gusta cuando la gente entra en mi blog, me gusta ver mis estadísticas y comprobar desde dónde me leéis y que artículos son los más buscados, pero no pienso hipotecar mi tiempo libre en pasármelo delante del ordenador intentando conseguir followers.
Seguiré escribiendo porque me gusta, porque me gustar compartir mis fotos, mis momentos viajeros, mis destinos...
Viajar es importante para mí, es una forma de escapar de la rutina. No me imagino quedándome en casa en unas vacaciones, pero este año puedo que lo haga, o puede que no. A finales de junio tenemos una semana de vacaciones. La verdad es que no me apetece irme a ningún sitio, me apetece quedarme en casa, relajada y tranquila, pero Luismi intenta convencerme todos los días para hacer una escapada. Lo que tengo claro es que si al final nos vamos unos días, será un viaje muy distinto a los anteriores. Sin prisas, sin más planes que disfrutar del destino y de la tranquilidad.
En agosto tenemos otra semana de vacaciones. Nunca antes habíamos tenido vacaciones en verano. Odio el verano para viajar. Me gustan más los meses de mayo o de septiembre-octubre, pero este año ha coincido así y aunque, repito, no me apetece viajar, ya tenemos reservado un vuelo. Será uno de los destinos que tenemos en mente desde hace mucho, pero con menos días de los que teníamos pensado. Luismi ha podido convencerme porque todavía faltan dos meses y medio, pero a estas alturas y en otras circunstancias ya estaría buscando hoteles y planificado itinerarios, medios de transportes....