Revista Diario

Refresco

Publicado el 11 febrero 2013 por Jans_braender @jansbraender

Miro la botella que dejé anoche abierta en la nevera y decido apurar el contenido, aunque no le quede gas o precisamente porque no le queda gas. Enfrentarme a una nevera vacia me causa una pena infinita, un desasosiego que raya en la tristeza.

Compré una docena de huevos hace un mes, hoy dos de ellos, los que resistieron mi gula o mi hambre han perecido por caducos, por llevar tatuada en su piel la fecha de retirada.

No quiero quejarme delante de una nevera vacia, pero en que me ayuda no poder ni siquiera cortar un tomate, morder una manzana, o apurar los restos de un zumo abierto.

Me quedo parado delante de la alacena y miro las botellas de alcohol intactas, llenas, me sirvo hasta arriba un vaso de bourbon  para disfrutar en soledad de la abundancia, de una abundancia alcoholica que resume mi desesperanza.


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