Relato Corto: Alzheimer

Imaginaba una tarde clara, clara como una de esas tardes de verano que pasaba viendo con el ceño fruncido ponerse el sol en el horizonte. Y allí precisamente se sentaba. Mirando en el fondo del abismo de sus ojos. Reclinado sobre la vieja mecedora que al romperse había quedado convertida en una silla desnivelada. Recordando aquellos tiempos donde la tarde era hermosa, aquellos donde refunfuñaba por el canto de los pericos enredados en el platanal, y aquellos donde sin saberlo se labró las mejores horas de su vida.
Ahora, sin poder ver nada, imaginaba que el sol seguía siempre su ruta hacia el occidente, que su mujer estaba a su lado, que los pericos cantaban en su lugar a la cola del patio, y que la vista nunca se le había ido.
No sospechaba siquiera que el sol no se estaba poniendo, sino que la luna estaba ya entrada en el cielo, que el platanal de los pericos hacía rato que no existía y que la mano que apretaba en las tardes no era la de su mujer, sino la de su nieta ocultando la evidencia de una muerte que nunca vio.
Este día no habría de enterarse, este no era el día, y aunque se enterara, no había problema, pues seguro mañana lo olvidaría.