Revista Talentos

Respuestas fáciles

Publicado el 07 julio 2017 por Miguel Angel Requejo Alfageme @MiguelARAlfagem

Se anunciaba con un gran letrero en la calle,
TENEMOS LA RESPUESTA¿ESTÁS PREPARADO PARA SER ESCRITOR?ENTRA Y TE LO DIREMOS   SIN COMPROMISO
El “sin compromiso” estaba en letras más pequeñas y no se sabía si se trataba del Sr. Sin Compromiso ode si el que anunciaba aquellos no se comprometía a nada o de si el que entraba no adquiría ningún compromiso por entrar a consultar. O sea, verdaderamente sin compromiso, se refiriese a lo que se refiriese.Era unalibrería de viejo y claro, la ironía, la burla, el sarcasmo, el cinismo, que envejecen muy bien podían estar almacenados allí dentro con más garantías que el amor, la verdad y demás palabras esperanzadoras que llevan muy mal la solera. Son como el vino joven, mejor que lo bebas en su tiempo.Pero entré.En estas librerías siempre te encuentras a un hombre derrotado, por lo menos. O es el que atiende a los clientes o es un cliente. Nuncaeso me ha decepcionado. Jóvenes lozanos, de uno u otro sexo, jamás he visto. A lo más un joven viejo, que ya es un derrotado precoz.-Ese anuncio de la entrada, es cachondeo, ¿No?El hombre levantó la vista y no contestó.Pensé que no sabía con qué intención se había escrito aquel letrero pero cachondeo poco.Me desentendí de él y me puse a revolver un poco los libros. Mientras me decidía.Cuando lo hice volví a plantarme delante de él,-Quiero hacer la prueba- le dije.-Usted no es escritor- me dijo.-¿Ya me la hizo?- le pregunté.-Se le ve enseguida, con sólo mirarlo- me contestó.Volvió a embeberse en una libreta con un texto de una letra que hasta Robert Walser hubiera tenido problemas para escribirla.-Es imposible que pueda usted leer esa letra- le dije.-No estoy leyendo, lo finjo para ver si usted se va- me confesó.Y volvió a inclinarse sobre las líneas imposibles.Así que volví a las estanterías. Me dije que si en cinco minutos no encontraba un ejemplar de “La colmena” me iba y que si lo encontraba le sacaría aquel hombre una respuesta.Al minuto y cuarenta segundos encontré dos ejemplares. Los cogí y fui con ellos en peregrinación hasta el hombre esfinge.Se los puse delante,-Es la última vez que lo intento. Usted verá.Señaló los dos ejemplares y me dijo,-¿Y eso?-Un juramento- le contesté.-¿Se los lleva?-No, ya le ha dicho que era un juramento- insistí.-Imagínese por un momento- dijo con cara de cansancio- que es usted un escritor muy prolijo y muy dotado, sus textos tienen una calidad incontestable, los entendidos que han leído fragmentos de ellos están admirados, le animan a que los presente a las editoriales, a que los publique. Tiene, según todos los cálculos hechos y aceptados por unanimidad, entre sus textos diez o doce éxitos grandiosos, que si se da prisa le pueden llevar al premio Nobel. ¿Me entiende?Le digo que sí.-Pues bien, un día de tormenta, cae una lluvia tremenda, con aparato eléctrico y a causa de un rayo que cae sobre su casa, esta se incendia. No se preocupe, aquel día usted y su familia han ido a la playa y no les pasa nada, pero sus manuscritos se han convertido en ceniza. Han desparecido.Me mira,-¿Y no guardo ninguna copia?-No, ni una. Y además es incapaz de reescribir lo perdido. Ni una línea. Todo es irrecuperable.Hace una pausa. Larga.-¿Qué piensa?- me pregunta al fin.-¿De qué?-¿Qué piensa ante esa situación?-¡Qué putada!Parece no tener bastante.-¡Me cago en Dios y todo lo que se menea! Se ha ido a tomar por el culo todo lo que me iba a hacer famoso y rico, el Nobel, quién sabe cuántas amantes, cuanta admiración, cuantas veladas con otros escritores geniales y famosos. ¡Joder, qué mala suerte!- digo esto último a grito pelado.No hay nadie en la librería pero algunos transeúntes que pasan por la puerta miran hacia el interior.Me quedó observándolo,-¿Bien?- lo interrogo.-¿Volvería a escribir o lo dejaría para siempre?- me pregunta.-¡Ah, ya lo cojo!- digo- Si ahora le contesto que sí volvería a escribir, me dirá que soy un auténtico escritor y si le digo que no, que no volvería a escribir jamás, me dirá que no soy más que un escritor de domingo.-Claro, ni más, ni menos- me contesta.Y volvió a inclinarse sobre las diminutas letras.Cogí los dos libros de Cela,-Los voy a poner donde estaban.Ni me miró.Los coloqué en su sitio y me dirigí a la salida.-Y quite esa mierda de letrero de la puerta.No me giré.Me pregunté si estaría mirándome como lo hacía con la microescritura.Al salir tropecé con una pareja, estaban discutiendo,-Sube, hombre sube- rogaba ella.-Ni hablar, no subo a ese antro a que me diga esa bruja si voy a ser escritor o no- contestaba taxativo él.Lo que me pasa por culpa de los libros. Pensé.Miré para atrás. Se iban.

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