Revista Diario

Reto del Juntaletras: suma de inquietudes

Publicado el 09 mayo 2016 por Isi Lpp
Reto del Juntaletras: suma de inquietudes
(En anteriores entregas: El censor y los miedos.)
Bienvenidos a una entrega más del Reto del Juntaletras. El reto, os lo recuerdo, consiste en escribir una historia a lo largo de un año.
Esta vez voy a hablar de varias cosas que me llevan rondando desde hace una larga temporada. Esta entrada va a estar cargada de retrospectiva, autoanálisis y un cúmulo de pensamientos que pueden parecer que nada tienen que ver con el reto en sí de escribir una historia en un año. Sin embargo, creo que conocerse uno mismo y su forma de escribir, ver la evolución con el tiempo y no dejar de aprender son ingredientes básicos para poder avanzar. En mi caso, todo lo que voy a exponer en esta entrada me está empujando a seguir mejorando a diario y a mantenerme con el reto 250, ese de escritura diaria (ni un día he fallado en este 2016, ya voy batiendo récords). Además, en el fondo todos somos un poco cotillas sobre cómo son los procesos creativos de otros, así que esta entrada lo mismo arroja un poco de luz sobre el tema.
1. Mi proceso creativo a lo largo de los años.
Cuando empecé a escribir de forma más o menos continua tenía catorce años. Teniendo en cuenta que han pasado más de doce años desde entonces es obvio que no escribo igual en ningún sentido, ni en forma, contenidos, forma de enfrentarme al papel o resultados.
Empecé con el verso, pasé a la prosa al poco tiempo (un año o dos) y me dediqué en los siguientes años, al principio, a maquinar historias. Cualquier idea me parecía buena, de cualquier cosa sacaba un relato. Eso en parte fue bueno: escribí bastante sin miedos ni presiones (recordemos lo del censor que hablé en la entrega anterior) y eso me sirvió para lanzarme y probar cosas nuevas. Pero también tuvo algo malo y es que al final llevaba muchos proyectos adelantes, saltaba de uno a otro sin terminar gran cosa y con el tiempo se me han acumulado un montón de ideas de todos estos proyectos que de ahí no han pasado. Me entusiasmaba demasiado, me dejaba llevar un tiempo, escribía hasta cierto punto (diez mil, veinte mil palabras) y luego lo dejaba.
Hubo un punto en que me dije a mí misma que ya estaba bien de esa dinámica. Esto coincidió más o menos en el tiempo con cuando terminé el borrador de uno de esos intentos de contar una historia (Proyecto Ilusión, que ahora mismo reposa en un cajón). Mejor centrarme en algo cada vez y terminarlo. Al poco acabé volviendo en el verso, alternando con la prosa de forma ocasional (recordemos el NaNo del año pasado, por ejemplo) y el resultado me está convenciendo. Pero para llegar aquí he tenido que aprender por el camino duro: tirar y desechar miles de ideas e historias porque más allá de un puñado de hojas no tienen futuro o presente, aprender a partir de cuándo debo dejar un texto por imposible hasta más ver, planificar lo que quiero escribir para no quedarme a mitad de camino sin saber cómo seguir, etc.
Ventajas: ahora, cuando me enfrente a la escritura en sí del texto de Proyecto Armonía, ya parto con una base de experiencia con la que, cuando lo intenté las primeras veces que me puse con esta idea no tenía.
2. TESACAD.
Hubo un año que durante un CampNaNo, y viendo toda esta enorme cantidad de ideas, textos y proyectos que tenía, me decidí ponerme ese mes a trabajar para hacer un documento donde clasificar y archivar todo. Para ello tuve que rescatar viejos cuadernos, un archivador enorme donde tenía impresas algunas de estas historias, anotaciones y guiones y todos los apuntes que os podáis imaginar de varios años escribiendo e intentando escribir diferentes proyectos literarios.
La idea de TESACAD (The Endless Story About Creation And Destruction) había surgido ya antes, pero con esto de clasificar notas varias vio su objetivo bien trazado. TESACAD es el nombre del universo creativo donde me muevo, ese donde tiene cabida tanto un poemario como un proyecto de novela. No es que todo esté ambientado en el mismo sitio, es una forma de nombra a la clasificación y notas de todo lo que tiene que ver con mis textos y proyectos más importantes.
Ese CampNaNo mi meta fue dotar de cuerpo al archivo de mis escritos, ordenarlos en el tiempo y hacerlos más accesibles, a ver si a partir de ahí podía salvar algo de todo lo que he dejado atrás o no. Gracias a este trabajo, más todo el aprendizaje hasta esa fecha, más todo lo que he ido anotando después tengo todo accesible, bien clasificado y TESACAD es ahora mismo mi guía de cabecera cuando tengo un puñado de ideas de algún futuro texto o quiero consultar por qué dejé otro determinado aparcado para siempre si me planteo rescatarlo.
Por ejemplo, para este reto del Juntaletras tener esta clasificación hecha me ha ahorrado más de un quebradero de cabeza. He podido rescatar sin problemas las anotaciones de la historia que quería empezar (Proyecto Armonía) y, junto con todo el nuevo material que he ido produciendo poco a poco con lo que se me había ocurrido y tenía en mente, he podido cruzar datos. Algunas ideas han sido recurrentes entonces y antes, otras son nuevas y dan un punto de vista interesante, y otras lo mismo las tengo que recuperar de las anteriores. Ha sido un proceso muy importante con el que he seguido aprendiendo más por el camino.
3. Aprendizaje en los últimos tiempos.
Siempre he sido muy curiosa y me ha gustado leer de todo. Y todo lo que huela de lejos a conocimiento me atrae como la luz a las polillas. Por ejemplo, asistí hace años, en 2010, un taller de escritura organizado en la biblioteca de mi barrio de entonces, en Málaga. De ahí salí con algunas bases de narrativa muy interesantes y que creo que son claves (tipos de narrador, estructura del texto, etc.). También leí algún libro relacionado con el tema por esa época, aunque ahora apenas me acuerdo de todo lo que contaba.
En los últimos tiempos, curiosamente desde que vivo en Valencia, cada vez he ido leyendo más y más artículos del tema (hola, Gabriella Literaria) y he asistido a más charlas sobre escritura creativa. Las últimas, de Vicente Marco, o una charla exprés de la Escuela de Escritores de Madrid (y su promoción para hacer el máster de narrativa) y cosas sueltas que han ido dejando a modo de perlas los editores del ENDEI en las diversas presentaciones y coloquios.
Explicar todo lo que he aprendido con tan enorme cantidad de material sería pasarme horas desgranando punto por punto y la entrada se quedaría en algo demasiado largo para vosotros (bastante kilométrica me está quedando ya). Pero para que os hagáis una idea: de cada una de estas actividades o charlas de las que he hablando, incluso de los artículos y textos, he acabado extrayendo cada día una pequeña enseñanza, algo que me ha servido para mejorar. Puede ser un apunte sobre cómo fijarte en los diálogos, de dónde sacar tiempo para escribir, cómo estructurar la historia... No sé, o algo tan idiota, tan simple, como lo que me traje a casa de la charla de Vicente Marco: la idea de que tal y como lo estoy haciendo está bien. No porque él lo diga, no porque mi método sea perfecto, sino porque es así como funciono y si me sirve, si con eso creo, adelante. Los cambios, mejor los justos para avanzar, no de método para frustrarme.
4. Proceso creativo ahora mismo.
Teniendo en cuenta todo lo que he contado hasta ahora mi proceso creativo en estos momentos no tiene nada que ver con mis inicios.
Mi archivo de TESACAD sigue plagado de ideas, sí, pero ahí están, reposando, esperando su tiempo. Mientras, voy apuntando todo lo que se me vaya ocurriendo hasta que llegue un momento que uno de esos proyectos tiene vida propia, me pide a gritos que lo escriba y me dedico en exclusiva a él.
A partir de ese momento, le dedico todo el tiempo que necesite. Normalmente suelen ser algunos años, soy un poco lenta escribiendo y me gusta tenerlo todo bien atado antes de poder seguir adelante. No soy de las que planifican en un mes todo y en dos meses más ya lo tienen hecho, me lo tomo con calma. He probado a intentar acelerar el proceso y el resultado lo tengo comprobado: acaba en la papelera o abandonado a su suerte. Necesito mi tiempo para que conecte todas las ideas que tengo y eso es innegociable. Y me encanta el NaNo como oportunidad para trabajar con plazos: unos cuantos meses de trabajo de construcción back-end (o del mundillo de la historia, lo que quiero plasmar, cosas accesorias...) y un mes a muerte con el texto para trabajar el front-end (o lo que es la historia en sí).
Luego ya vendrían las correcciones, lo más pesado del mundo, pero compensa porque sientes que así estás terminado al fin con eso que tanto querías plasmar.
5. En qué estoy trabajando ahora.
Hace poco acabé el borrador de un poemario, Páginas de Metáforas. Tras casi año y medio de trabajo tengo un primer texto a partir del cual dedicarme a mejorarlo hasta que esté terminado de forma más definitiva. Así que mi trabajo principal ahora es esa corrección.
Obviamente, al estar apuntada al reto del Juntaletras sé que me toca escribir una historia en un año. Es mi otro trabajo, el secundario y el que está empezando a coger el relevo del poemario y su sitio privilegiado en mi mente. Como ya dije más arriba, he aprendido a centrarme en acabar textos, en lo que estoy haciendo en esos momentos y no en estar saltando de uno a otro. Ahora, justo ahora que he acabado lo anterior, es cuando me toca ponerme seria y centrarme en Proyecto Armonía para que, en lo que quede de año, tenga terminada esa historia que quiero escribir y a la que tantas vueltas le llevo dando desde hace una temporada.
Estoy, por el camino, plagada de inquietudes. Hay muchos textos y palabras que he ido aprendido por el camino que me han abierto la mente. El mismo proceso de escritura, con su evolución, ha hecho que mire mi forma de escribir de otra forma. Y ahora, con una nueva historia que contar, quiero que todo ese aprendizaje se refleje poco a poco en mis letras.
Al menos, y eso lo siento seguro, esto me ha hecho ganar en confianza y en saber mejor qué pedirme a mí misma a la hora de contar una historia. El resto es cuestión de trabajo.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas