Revista Diario

Reto: ¡Yo escribo! (7)

Publicado el 18 febrero 2014 por Isi Lpp
¡Ay, qué cosa más bonita! ¡300 entradas con todos ustedes, señores! De verdad, tengo que agradeceros mucho esas visitas, los comentarios y todo el feedback recibido a lo largo de tres años y poco que llevo con el blog en activo. Con tan buena respuesta da gusto ponerse a escribir una entrada por estos lares.
Hoy toca seguir con el famoso reto de Eleazar. Para quien se lo pregunte, por lo cansina que pueda parecer con él, debo decir que esta es la penúltima cuestión, el próximo post sobre el tema será ya para finalizar el reto. La pregunta de hoy se las trae, y trataré de comentar todo lo posible sobre el tema, teniendo en cuenta que no he publicado nunca: "¿Creéis en la ética de las editoriales para con los escritores?"
Como parto del hecho de que no he publicado nunca, no puedo hablar de trato que haya recibido o dejado de recibir, cosa que enriquecería el post bastante (y si alguien de los que siguen el reto tienen esa experiencia sugiero que la compartan). Pero sí puedo hablar tras ver cosas por internet y en gente que conozco, puedo sugerir algunas cosas que me gustan y otras que no.
Me gusta cuando una editorial es sincera. Cuando dicen: "Cerrado plazo de admisión de originales" o " Si en unos X meses no recibe respuesta, considérela una negativa". Prefiero saber que tengo ese no a la incertidumbre de no saber si han leído algo mío, si lo han tirado a la basura sin más o lo que sea. También me gusta cuando te responden, aunque sea para decir que no. Es como con los currículum: se agradece ese mail predeterminado, impersonal, pero que demuestra que, al menos, se han molestado en buscar tu dirección de correo para decirte amablemente que lo siento, gracias. Si ya el mensaje viene personalizado, con comentarios, es para aplaudirles (y sé que algunos lo hacen, por ejemplo, Ediciones Babylon).
No me gusta cuando envías una historia y, casi sin haber pasado un tiempo razonable para que la lean, contacten contigo diciéndote que acabas de escribir la mayor maravilla de la vida y proponiéndote una coedición encubierta, muy adornada ella para que parezca otra cosa. Ahí siento que me toman por gilipollas: por muy segura que esté de lo que haya escrito siempre puede mejorarse, siempre tendrá algún fallo que haya pasado por alto y, por favor, no vamos a ser la hostia en vinagre ahora de pronto, no vamos a ser el nuevo Cervantes. Mucho menos si es la primera novela que escribimos. Y aunque sea maravillosa, no trates de convencerme que me estás haciendo el favor de mi vida: en muchos casos es un timo. Si quisiera coeditar mis historias, tranquilos, ya me buscaré la vida para hacerlo, no hace falta que me doren la píldora de esa forma ni me mareen la perdiz para que pique.
No me gustan los contratos llenos de trampas, donde si firmas casi que estás vendiendo tu alma al diablo. En este caso, si me tocara firmar algo, creo que lo más razonable, y más teniendo en cuenta que no entiendo mucho de leyes, sería dárselo a leer a alguien que supiese del tema, algún abogado de confianza que pueda ver ese tipo de cosas que a cualquiera pasarían desapercibidas.
Me gusta que se llamen a las cosas por su nombre: autoedición, coedición. Que existen, están ahí, y sean una opción más, como podría ser que una editorial te lo publique o te busques la vida y lo subas a plataformas digitales. Me gusta tenerlo claro, sobre todo cuando hay en juego un contrato por medio.
Me gustan las editoriales que corrigen, que se molestan en evitar erratas, en eliminar posibles incoherencias verbales o gramaticales que pudieran haber sido pasadas por alto. No soporto abrir un libro y sentirme profesora corrigiendo, me desconcentra mientras leo. Y aprovecho para dar un tirón de orejas a Amazon: que haya clásicos gratis no significa que deban estar tan absolutamente plagados de este tipo de erratas y errores, corríjanlos cuando los suban.
No me gustan las editoriales que son poco transparentes, que no te informan de las ventas, tardan en ingresarte el dinero y este tipo de cosas (algún testimonio he oído). Si fuese mi caso me sentiría como si no les importase para absolutamente nada y fuese el último mono de la cadena. Les recuerdo, entonces, que este último mono es el que hace que el engranaje empiece a girar, que es una pieza para que el resto siga adelante, así que ese poquito de información no creo que sea mucho pedir.
Y seguro que me dejo mil y una cosas en el tintero, pero por hoy mi pluma ha dicho que es suficiente. Que bastante larga me quedó la entrada.
| Facebook | AmateursHotel | Livejournal | Blog personal |

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas