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Rock inglés en "La Docta": Ian Anderson 2005

Publicado el 27 febrero 2010 por Bitacorock

Y terminando por ahora con Jethro Tull, no podíamos dejar de lado la entrada que rememora la única actuación hasta el momento de Ian Anderson aquí en Córdoba, Argentina.

La cita tuvo lugar el sábado 9 de abril de 2005 en el Orfeo Superdomo, "primer espacio integral de Argentina concebido especialmente para el desarrollo de eventos sociales, espectáculos musicales, artísticos, culturales y deportivos, dotado de la más alta tecnología", según se describe en el sitio web correspondiente. Inaugurado en septiembre del 2002, en lo que respecta al quehacer rockero el superdomo cubierto -que puede llegar a acomodar 10.000 espectadores- ya ha albergado a figuras locales legendarias de la talla de Charly García, el dúo Juan Carlos Baglietto-Lito Vitale, Fito Páez, León Gieco y Gustavo Cerati, y bandas internacionales como U2, Alan Parsons Project, Electric Light Orchestra y hace apenas unas semanas, los californianos Metallica que, según se cuenta, hicieron tronar el Orfeo en una cálida noche de enero.

El maestro tulliano, en su entonces gira mundial con el espectáculo "Ian Anderson Plays the Acoustic Jethro Tull" y acompañado en el periplo local por la Orquesta Sinfónica Nacional y la Orquesta de Cámara Mayo dejó su huella en el Orfeo. Ciertamente esperamos que su paso por el superdomo cordobés sea imitado por muchos otros viejos rockeros progresivos ingleses que tantas ganas tenemos de ver en el interior del país.

Como siempre, el matutino local "La Voz del Interior" publicó un racconto de la cita andersoniana, no exenta de algunos tropiezos inesperados pero exitosa al fin, en su edición del 11 de abril del 2005. Veamos lo que dice la nota.

Ian Anderson en el presente del rock

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Por Germán Arrascaeta
(texto de "La Voz del Interior", fotos del sitio web del Orfeo Superdomo)

"Fue muy accidentado el debut de Ian Anderson en Córdoba, la noche del sábado en el Orfeo Superdomo y ante una audiencia de 2000 personas. El flautista de Jethro Tull llegó en el marco de una gira que avala relecturas dinámicas de su obra en clave sinfónica, pero en la parada local sufrió varios contratiempos. Uno de ellos tuvo que ver con el absurdo accidente de una instrumentista de la Orquesta Sinfónica Nacional, cuerpo que lo complementó en escena en el segundo tramo del show. La mujer se cayó en el backstage y debió ser asistida por un servicio de emergencias. El incidente restó a tres músicos de esa formación y alteró la lista del concierto; no así el humor de un Anderson que pareció disfrutar la exposición de sus clásicos, ante un público virgen y cautivo.

El otro trastorno se relacionó con el volumen, que fue demasiado bajo aún para un concierto casi camarístico. Un master al tope puede ser un buen aliado del poder de conmoción de los crescendos sinfónicos de Budapest, un clásico que llegó hacia el final.


De todas maneras, lo actuado durante una hora y media de concierto sobró para mensurar el incalculable aporte del flautista escocés a la cultura rock. Anderson no sólo demostró que sus composiciones no tienen una partitura perenne e intrascendente, sino que su amor por ellas enciende una vivacidad que lleva a reinterpretaciones constantes. En escena quedó claro que Anderson ama su música y le resulta excitante buscarle la vuelta. Búsqueda que no resultó rebuscada, dado que el líder de Jethro Tull no reconoce tensión entre rock y música sinfónica, sencillamente porque se ubica por fuera de toda mirada reduccionista.

El concierto se dividió en dos partes. La primera tuvo que ser ampliada por el accidente y se limitó al folk de fábulas que abrazó el cuarteto que acompañó a Anderson (sonó bello y orgánico, a excepción del baterista, que percutió algunos cuerpos electrónicos). Reposadas y apenas perceptibles sonaron Eurology, Skating away, Up the pool, We five kings y Live is a long song, que contaron con explicaciones pedagógicas de Anderson, que pareció un profesor loco que aludió a males mayores a partir de disfunciones de aldea.

En la segunda parte llegó la instancia laberíntica del show, en la que tuvo especial participación el pianista y acordeonista John O'Hara, quien arregló parte del repertorio y afrontó con autosuficiencia la dirección de movimientos sinfónicos sinuosos. Entre duetos de traversas, preponderancia de cuerdas, brillo de bronces y climas más tensos, quedó servida la seguidilla de Living in the past, Pavane, My God, God rest ye merry gentlemen y Aqualung, en la que Ian Anderson mezcló en tiempo real soplido para hacer sonar su instrumento con emanación de vocalizaciones guturales. Dios salve a sus pulmones."



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