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Se me salta la lagrimilla

Publicado el 22 diciembre 2013 por Esthercollado
Tener cuatro hijos no es fácil. Hay muchos momentos en que desearías matarlos y buscar qué veneno sería mejor hacerlo pero... luego hay momentos como el del pasado viernes que hace que el alma se te parta en mil cachitos y no haya suficientes baberos en el mundo para absorber toda la baba que estas soltando.
Y es que el viernes fue uno de los días más bonitos de este 2013. Mi hijo mayor, Gonzalo, participó en su primera obra de teatro navideña... Y a mi eso me valió por 80.000 rabietas que tuviera.
Y es que es en estos momentos en que te alegras de no tener sólo un hijo, ni dos, ni tres, sino cuatro. Quizás decidí tener cuatro hijos para que momentos como estos no me ocurrieran una sola vez, tengo al menos aseguradas tres obras de teatro navideño más.
Se me hincha el pecho al hablar de mis hijos, de mis pequeños hooligans que se vuelven locos corriendo por la calle, llorando porque no les dejo comer chucherías, que se dedican a decorar las paredes del salón con sus obras de "dudoso" arte, que me abrazan cuando se sientan en el sofá y que me patalean la espalda cuando se meten en mi cama.
Estos son los momentos con los que decido quedarme. Pequeños... ¡no crezcáis nunca por favor!

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