Lo sé,
me da verguenza decirlopero quisiera poder parar el tiempo
para poder rectificar y olvidar el pasado.
Sí, olvidar el pasado y dejar esa página
limpia en mi conciencia
que pueda recibir la brisa del nordeste
y cubrir la alfombra dorada
de tus pasos en una nueva primavera.
Te pido perdón con sinceridad
y con tristeza, por la alegría perdida,y lo hago sabiendo lo mucho que recibí
de ti,
sin pedir nada.
Hoy veo aquello que me diste
y entiendo que no fue una limosna,
ni unas migajas para apagar
el hambre y la sed de un alma sedienta,
ya que la verdad venía con tu entrega,
con aquellos detalles que tenías
hacia mi persona,
con las palabras, las caricias,
los sueños y el amor.
Pero en aquel entonces,
yo quería la verdad,necesitaba la verdad,
buscaba mi verdad,
y creí que, la verdad, no estaba ahí,
en ti y en tu persona;
confundí tu entrega con esa limosna
que se da al necesitado
y sentí lástima de mí mismo,
ya que tus palabras no me llegaban
de la manera que yo quería
y sí las imágenes distorsionadas
en un caleidoscopio irreal
que salía de mi fantasía.
¡Qué pequeño puede ser el hombre
cuando le ponemos al lado de una montaña,y qué grande si le comparamos
con una hormiga!
y así mismo puede ser grande
el amor egoísta, cuando no cabe
en el alma,
cuando la desborda,
y es pequeño cuando está contenido
en un suspiro
y un poema.
Pero creo que me dejo atrás
algo importante,algo de lo que te pido perdón
nuevamente,
y quisiera leer en tus ojos que sí,
que me perdonas,
ya que aquellos días,
en que creí estar enamorado,
pensé en mí, quizás en demasía,
y soñé como nunca he soñado
metiéndote a ti, en mi vida,
en las fantasías juveniles
de aquellos años,
y aunque luego te lo contaba,
te estaba forzando, sin darme cuenta,
a que fueras partícipe,
a que compartieras aquellos sueños,
a que los hicieras tuyos
y eso es algo que, hoy creo,
no fue justo.
Entonces vivía al día,
casi diría que lo hacía segundoa segundo,
y en mi egoísmo, quería que tú
estuvieras conmigo,
en mis latidos,
en mis suspiros,
en mis sueños...
¿Y tú?,
me digo hoy,¿acaso pensabas igual?
...No te lo pregunté
y nunca te di la oportunidad
de que me dieras tu respuesta,
dando por sentado que era así,
que aceptabas mis sueños
y compartías mis ilusiones
y fantasías.
Por eso ahora te pido perdón,
cuando se va la tarde,cuando el día se acaba,
cuando el tren ha pasado
y el último vagón se pierde
en la distancia
y entre las sombras;
y me digo,
que no fue justo querer imponerte
un sentimiento que nunca debió llegarte
de esa manera
y que si existía,
como yo pensaba y creía,
tú debías analizar y valorar
en sus justos términos
y nunca bajo la presión emocional
de un soñador.
Espero que me entiendas y perdones,
en esta tarde que acaba,cuando las estrellas tiritan en el cielo,
como mi alma lo hace ahora,
y unas lágrimas afloran,
sin querer, en las pupilas.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/04/18