(Segovia) Vida, pasión y gratitud.

La tibia luz solar ilumina las mañanas, bañando su contorno en esperanza mientras la sonrisa de cualquier transeúnte pasea por estas tierras. El amor y la ilusión que se puede recibir de una madre, o un hijo; la soledad reflejada en los ojos de dos enamorados paseando por la calle Real, o incluso aquel beso que se dan al llegar al acueducto como símbolo de haber recorrido todo el trayecto. Sentir ese escalofrío en la espalda cuando su mirada se entronca con tu cuerpo, o incluso oír al viejo viento llamar en tu ventana a principios de Noviembre. Hacer el amor al tiempo al pasear por una de sus lascivas y solitarias carreteras, entre las cuales vagan el respeto y la cordialidad de sus habitantes. Una maravilla a la altura de nuestros ojos que a cualquiera deleita con la belleza de su corazón, esta noble ciudad.