Revista Literatura

Ser escritor autopublicado: cuestión de tiempo o dinero

Publicado el 05 junio 2018 por Cabaltc

Por tercera vez en los últimos 3 años, me encuentro a mí mismo en proceso de transformar un manuscrito en un libro autopublicado, pero esta vez ese proceso no va a tener nada que ver con los dos primeros. ¿Por qué? Porque esta vez puedo invertir en él y ahorrarme el tiempo que cuestan muchas de las tareas que conllevan autopublicar un libro.

Hoy quiero hablarte precisamente de esas tareas y del equilibrio tan delicado que hay entre tiempo y dinero. Porque, aunque haya gente que todavía no lo ha entendido, ser escritor autopublicado exige una de las dos. Si no, el resultado no puede llamarse libro. Se queda en un mero conjunto de páginas con palabras envueltas en una portada más o menos desafortunada.

Ser escritor autopublicado

Dicen los informes que cada vez se publican más y más libros. El problema, es que más de la mitad de esos libros no han pasado por el mismo proceso antes de llegar a los lectores. Unos tienen detrás a un equipo de profesionales, otros a un único profesional que lo hace todo y otros no tienen nada más que buenas intenciones.

Es por eso que cada vez que veo un libro con aspecto descuidado, mala portada, mala maquetación, sin corregir… y todas esas bondades que uno puede encontrarse en Amazon, me pregunto: ¿por qué estamos todos los escritores autopublicados en el mismo saco? ¿Acaso ser escritor autopublicado conlleva una dejadez en el proceso de edición?

La respuesta, como ya te imaginarás, es que no es así.

Ser escritor autopublicado es mucho más que poner un libro a la venta de cualquier manera. Ser escritor autopublicado significa controlar el proceso de edición, no obviarlo.

Pero claro, para poder controlar el proceso de edición hay que conocerlo y ejecutarlo. Y aquí es donde entra el binomio fatídico que condiciona toda nuestra vida: tiempo y dinero.

El proceso de edición

Te lo contaba en el ciclo de artículos sobre los 5 pilares de la autopublicación, pero te lo resumo aquí. El proceso de edición para ser escritor (autopublicado o no) siempre sigue los mismos pasos (en este u otro orden):

  • Escribir
  • Corregir
  • Escoger un título
  • Diseñar una portada
  • Maquetar el libro
  • Escribirle una sinopsis

Y después de completarlo, llega el momento de ponerlo a la venta.

Sí, es cierto que ahí no está incluida toda la parte de marketing, comunidad y de cómo vender unidades. Pero el objetivo es hablar de ser escritor autopublicado, no de ser escritor autopublicado solvente 😛

El caso es que todas las tareas que engloban los puntos anteriores se pueden hacer de dos formas:

  • Aprendiendo a hacerlas
  • Pagando por que te las hagan

Pero hacerlas, lo que se dice hacerlas, hay que hacerlas.

¿Cómo me he enfrentado a este proceso hasta ahora?

Empecé pecando de pardillo y sufriendo la estafa y el robo a mano armada por parte de una editorial de coedición. Por eso no hablaré de La imaginación también muerde como mi primer libro, sino como mi primer-segundo libro.

Para el segundo-primer libro, Memoria selectiva, invertí una cantidad de tiempo nada desdeñable en abaratar los costes del proceso de edición al máximo.

En concreto…

Escritura, corrección, maquetación

Primero aprendí a usar Scrivener para hacerme la vida más fácil. No solo para la planificación y la escritura en sí, sino para todo lo que tenía que ver con el texto.

Corregí usando los modos de corrección que tienen Scrivener 2 y Scrivener 3, preparé el manuscrito en distintos formatos para mis lectores cero y maqueté los libros electrónicos (PDF, EPUB, MOBI) desde ahí.

Más adelante, también maqueté el libro en su edición en papel desde ahí (aunque pulí unos cuantos detalles con otros programas).

Un all-in-one como la copa de un pino.

El caso es que, para poder hacer todo eso con Scrivener, se abrieron tres caminos ante mí:

  • Invertir tiempo y esfuerzo en leerme el manual en inglés y en aprender cómo hacerlo todo con él (y qué cosas no se pueden hacer).
  • Pagar a alguien para que me enseñase a hacerlo.
  • Pagar a alguien para que me lo hiciera.

Y ser escritor autopublicado novel implica que tus ingresos por la escritura son… bueno, de tendencia cero. Así que la decisión fue muy sencilla: me tocó invertir mucho tiempo.

Corrección

Además de Scrivener, me hice con unos cuantos libros, cursos y manuales sobre corrección. Metí muchas horas en dar vueltas y más vueltas al texto para dejarlo lo más limpio posible… y al final tuve que pedir ayuda externa.

Tuve la enorme suerte de que una grandísima correctora me hizo el favor de corregir mi libro gratis, pero soy consciente de que eso fue… bueno, suerte.

En este aspecto, cuantos más años pasan, más escribo y más leo a otros escritores noveles… más me reafirmo en que el tiempo no puede sustituir al dinero. Pero también es cierto que puedes gastar más o menos dinero para hacerlo.

¿Puedes ser escritor autopublicado sin corrector? Yo creo que no. Puedes autopublicar sin corrector, pero de ahí a que seas un buen escritor por hacerlo… siempre necesitamos aprender y que un ojo experto nos asesore… aunque este es otro tema.

El caso es que también perdí mucho tiempo en autocorregirme, para darme luego cuenta de que necesitaba invertir un dinero que al final pude ahorrarme.

Portada

Siempre digo que, para que el lector llegue a apreciar el trabajo que hay dentro de un libro, tiene que enamorarse de él y comprarlo. Y eso solo se consigue a través de un elemento: la portada.

Venga, vale, sí, tienes razón… si el libro lo firma Stephen King da igual que la portada sea una basura. Pero ni tú ni yo vamos a tener nunca el magnetismo que tiene él con los lectores, así que podemos obviar su efecto vende-libros como anecdótico.

El caso es que, tanto para Memoria Selectiva como para La imaginación también muerde (incluida la versión publicada por la editorial), decidí hacer las cosas yo mismo.

¿Cómo? Aprendiendo a usar Pixelmator (una especie de Photoshop light para Mac), buscando miles de ejemplos, descargando cientos de imágenes y haciendo gigas y gigas de pruebas. Por aquel entonces no medía las horas de trabajo como lo hago ahora, así que no sé decirte a ciencia cierta cuánto me costó. Pero sí sé decirte que fueron varias semanas.

¿Cómo me voy a enfrentar ahora?

Para Mariposas de acero el proceso va a ser muy distinto. Ya no soy ese escritor autopublicado que está empezando. Un escritor con poca experiencia, sin ingresos para reinvertir ni expectativas que cumplir (tanto con mis lectores como conmigo mismo).

Ahora soy un escritor autopublicado que ha visto lo bien que quedan las cosas cuando acudes a los profesionales adecuados, que quiere ofrecer el mejor libro posible y que ha aprendido por las malas que el tiempo es limitado y por muy ilimitado que sea no da para hacerlo todo.

Por eso, aunque sigo haciendo muchas cosas muy artesanales, ya no voy a ser ese escritor autopublicado a coste cero del que te hablaba hace un año.

Corrección

Sí, el escritor (autopublicado o no) debe corregir su propio libro. Tiene que unificar estilos, dar coherencia a la historia, quitar la paja, buscar sus fallos recurrentes…

Pero sé que uno mismo no sirve para corregir bien un texto. Necesitas ayuda profesional.

Por eso Mariposas de acero, después de pasar por las manos de mis queridísimos lectores cero, irá a parar al ordenador de un corrector profesional.

Eso me va a ahorrar mucho tiempo de revisiones infructuosas. Aunque mi bolsillo se resienta…

Maquetación

Para maquetar un ebook quizá no hace falta invertir mucho tiempo, pero para un libro en papel…

Con Memoria Selectiva quise ser escritor autopublicado valiente y todoterreno y lo maqueté no una, sino dos veces en papel. Sufrí durante muchas, muchas, muchas horas de madrugada (entre las 12 y las 3/5 de la mañana) para dejar cada párrafo lo mejor posible, para pegarme con las viudas, las huérfanas y todas las personas que se dedican a joder el interior de cada página.

Y aprendí una cosa muy importante: mi tiempo vale más que todo eso.

En Mariposas de acero contrataré a un maquetador que sé que trabaja de cine. Él todavía no lo sabe, pero pronto se enterará…

Portada

Memoria Selectiva y La imaginación también muerde tienen la suerte de ser antologías de relatos. Eso quiere decir que es casi imposible encontrar un hilo conductor que sugiera una portada concreta.

Por eso fui capaz de diseñar yo mis propias portadas y de aprender las habilidades básicas necesarias para ejecutar ese diseño.

Sin embargo, Mariposas de acero abre un mundo enorme, único y uniforme para el que no puedo encontrar una imagen/ilustración ya hecha que lo represente bien.

¿Podría intentar hacer yo la portada? Por supuesto, pero (A) perdería muchísimo tiempo y (B) no quedaría tan bien como hecha por un profesional.

Así que, aunque las cuentas de este libro empiecen muy en negativo, invertiré en una ilustradora profesional que me haga la portada.

En definitiva

Ser escritor autopublicado es algo muy duro y lleno de pasos en los que pierdes tiempo o dinero. Pero para hacer algo bien, hay que invertir ese tiempo y ese dinero. Porque los lectores no son tontos y se enteran cuando alguien se la intenta colar con un texto sin revisar, sin corregir y sin una sola mano profesional de por medio.

De hecho, si pudiera pagar a alguien porque llevase más partes del proceso de publicación de un libro… ¡lo haría! No me arrepiento de todo lo que he aprendido para llegar a ser el escritor autopublicado que soy hoy, pero no sé si soy capaz de mantener este ritmo constantemente…

La entrada Ser escritor autopublicado: cuestión de tiempo o dinero se publicó primero en El Rincón de Cabal.


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