Revista Talentos

Siempre mirando hacia delante

Publicado el 27 noviembre 2016 por Lluna
Siempre  mirando hacia delante
A pesar de que el día amaneció grisáceo  después de una noche de tormenta Lucia no piensa renunciar a su paseo campestre, escuchar  el trinar de los pájaros es tan relajante para ella, al  caminar entre los árboles,  contemplar las flores otoñales, los  matorrales medio verdes y marrones, la hierba húmeda se siente libre, la diversidad de tonalidades de las plantas  le invita a reflexionar en  la vida, en su vida.
Lucia camina disfrutando del paisaje el silencio renueva su paz, mujer luchadora con sus errores y aciertos intenta disfrutar de la vida en todo aquello que hace, vive en una dulce soledad aunque en el fondo aún brilla la chispita de la esperanza de que algún día llegará el amor soñado que de nuevo la hará vibrar aunque no reconozca esa callada ilusión, es feliz viendo a su hijo Oscar encaminar su vida haciendo aquello que le llena como ser humano, compartiendo gratos momentos con sus amigos, la compañía de su gata Sheila, sus aficiones que la hacen sentir viva, atrás quedan sus batallas más o menos duras, las heridas cicatrizadas que han fortalecido su esencia, tantos años compartidos con quien no la valoró  alguien que se negó a ver en ella la mujer que es, esas personas que se hicieron llamar amigos cuando en realidad eran aves carroñeras resentidas y frustradas seres opacos, las dificultades con las que se ha tropezado y ha sido capaz de superar por sí misma.
 Lucia un día después de mucho meditar entendió que no merecía la pena cargar con una mochila repleta de dolor, sinsabores, acritudes, toxicidad ajena  y aprendió a canalizar esas situaciones, quedándose con  las enseñanzas  y aceptando  que lo más conveniente para seguir avanzado era deshacerse de toda la negatividad, no existía  ningún  motivo para cargar con lo que no servía  e impedía  caminar con paso firme, por su salud física y emocional Lucia  fue dejando  tras ella ese pasado, encerrándolo en el rincón menos accesible de su memoria, oculto por pequeños detalles cotidianos que la hacían  sentir bien aprendió a valorarse aceptándose tal y como es,  siempre mirando hacia delante, sin bajar la guardia, observando el entorno con la mente abierta a lo que el destino depare.Magda Jardí ©Derechos reservados

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