Revista Diario

Siglos de oro.

Publicado el 06 julio 2010 por Anveger

Puede que algún día nuestros nietos paseen por las calles, donde nosotros pasamos las últimas horas de lo que por entonces llamábamos infancia: pateando algún balón o jugando al escondite, y obserben el nombre de estas. Mirarán con curiosidad meticulosa nombres lejanos ya, para una generación del mediados del S.XXI, pero recientes siempre y cuando la tecnología nos lo siga permitiendo. Se hace evidente, que querrán saber de primera mano, quiénes fueron los hombres que por entonces merezcan ser honrados con estátuas, plazas, calles y demás condecoraciones.

De solo pensarlo, no puedo evitar dejar escapar una mueca de cierto sarcasmo. Pues contestare que Rafael Nadal, Miguel Indurain, Pau Gasol… fueron grandes deportistas que entusiasmaban a todo un país que por entonces parecía florecer, parecía. Hombres capaces de detener a toda una nación o sacarla de la cama, para que disfrutase como humillaban ( deportivamente hablando) a cualquier adversario que se le interpusiera en su camino.

Las crónicas de la época datarán los finales de los 90′ principios de los 10′ como El siglo de oro del deporte español. Serán muchas las leyendas que se cuenten y muchos más los millones de personas que idolatren a tan sublimes personajes.

Sin embargo nosotros, los viejos, contaremos anécdotas; como todos. Diremos con cierta nostalgia “antes de llamarse Alberto Contador, mi calle se llamaba Lope de Vega” y será entonces cuando aun más curiosos nuestros jovencitos, nos pregunten con asombro “¿Qué deporte practicaba?”

Y no es que esté en contra del deporte ni mucho menos, es más , disfruto como un niño de un partido de tenis o una buena etapa ciclista. Pero solo eso. Sin olvidar que el deporte es  una diversión y como tal su única finalidad es evadirnos, pasarlo bien mientras dura el espectáculo. Siendo excesiva cualquier consideración que se se antoje más allá del mero entretenimiento.

Mientras tanto los verdaderos héroes de nuestra historia, los padres de nuestra cultura y de nuestras más preciadas letras; El veradero Siglo de Oro caerá en el olvido. Quedarán solos en cualquier biblioteca putrefacta, lejos del flamante estadio el cual atraiga las miradas de todo el globo. Cuando han sido ellos y solamente ellos los que nos han trasmitido todos los saberes conocidos, los que de una forma o de otra nos han enseñado a vivir de tal o cual manera.

Me queda el consuelo de que viví la época en que ambos, deportistas y hombres ilustres compartían un mismo mundo del que cada vez sobraban más los segundos. Y no precisamente por falta de espacio, sino por falta de interés tanto de los que están arriba como de la mayoría de los que están abajo.



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