Revista Diario

Sobre camisetas

Publicado el 07 octubre 2018 por Anamarinosa
Hoy íbamos en el metro de Washington y me ha pasado una cosa muy rara: se me ha acercado un fumeta y me ha dicho que le molaba mi camiseta. Me la compré en el mercadillo de mi pueblo este verano por tres euros, porque una camiseta gris de segunda mano con un estampado chulo siempre hace mucha falta; claro, me ha sorprendido. El pavo luego me dicho que si sabía lo que significaba, yo he pensado "ni idea" y he dicho "más o menos", él se ha dado la vuelta y se ha ido y yo me he quedado con cara de "no entiendo nada". Cuando he entrado al vagón me han mirado un par de personas de aquella manera, y uno me ha sonreído. Ha sido todo muy extraño.
A mí la curiosidad me mata, es lo que tengo. San Google por aquí, algún amigo por allá y bingo, llevo los colores de los rastas en la camiseta. De los rastas, de la marihuana o de Etiopía, que San Google hay veces que no se aclara y es todo muy confuso. 
Mi Jorge me ha dicho que a ver si voy a ser la nueva Ms. Lollipop (Señorita Chupachups) porque así es como llamamos de coña a una que conocemos: tú le compras un chupachups por cincuenta dólares y ella te regala en un plis plas unas movidas que te relajan mazo. Que no es que yo compre chupachups, mamá te juro que no me molan los dulces, que es que hay uno del colegio que me ha contado que aquí estas cosas se hacen así y yo me lo he creído porque ni me va ni me viene. No sé si me explico. 
La camiseta no me la puedo poner y mucho menos para ir al colegio, no vaya a ser que la líe. Esta semana ya la he liado un poco porque me he peleado por Twitter con la concejala de mi barrio en Madrid, que están robando mucho en los coches últimamente y nadie hace nada por detener a los chorizos, y parece que si te quejas no eres enrollado. Me da a mí el pálpito que estoy como muy de liarla y no es plan, que luego me estreso. Yo vivía mejor en la ignorancia de los robos y de las camisetas, para qué nos vamos a engañar. 
Cuando la próxima semana mi directora me diga otra vez que mis niños hablan mucho en la fila del pasillo, le voy a decir que siento los inconvenientes causados, pero que estoy haciendo todo lo posible para arreglarlo y que espero tener pronto una respuesta satisfactoria y a ver qué dice. Seguro que me desea un buen día y sonríe mucho para que yo piense que de verdad me lo desea.
Me pondré una camiseta verde monísima que tiene un floripondio enorme que no deja lugar a dudas, por si las moscas.  

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