Sobre ratones y huracanes

Tenemos un ratón en casa y se acerca un huracán: y ninguna de las dos cosas es una metáfora.
A mí ahora mismo me preocupa más el ratón que el huracán, porque lo del huracán como que no lo voy a ver hasta que lo tenga encima, que yo soy muy inconsciente para los fenómenos naturales. Estos es que a veces son muy alarmistas en la tele, y te dicen todo el rato que cuidado que va a ser muy horrible, y luego te das cuenta de que la movida va a tocar tierra a 500 kilómetros al sur de tu casa y las cuentas no te salen. Pero entonces te acuerdas de lo que pasó el año pasado, ves que están evacuando sitos, te da por hacer como que no piensas, y por pedir en casa que se estén tranquilos. Hasta ahora todo en orden.
A mí me ha dicho una de mi cole esta mañana que todas las tierras tienen sus cosas porque Dios así lo quiso, que si no te toca un huracán te toca un terremoto, y que para quedarme tranquila me pusiera a pensar en lo que la "Madre Naturaleza" le ha regalado a "Mi Tierra" (literal). A mí esta gente es que a veces me deja loca; como para explicarle que en Madrid somos más de sequías en verano, y que yo soy atea.
Lo del ratón es otra cosa, que el jodío es muy listo y no hay manera. Mi Jorge le ha declarado la guerra y ahora mismo tenemos en la cocina quince trampas de tres tipos diferentes, y vienen seis más en camino. Hemos hecho una barricada en la entrada de la cocina, tipo barrera, y si quiere salir o entrar se va a quedar pegado. Y de verdad que esas cosas pegan, que ya hemos metido el pie dos veces y las chanclas de 2,95 del Decathlon han ido directas a la basura.
El tema trampas es fascinante, venden unas que te las conectas al móvil y que si el bicho cae te manda un mensaje. Claro, que en un país en el que existe un cacharro para que te pongas los calcetines sin tener que tocarlos no sé por qué me sorprendo. Lo vi este verano en la tele en España y pensaba que era de coña, ayer nos lo encontramos en el super al lado de los encurtidos. Que cada uno saque sus propias conclusiones.
El caso es que el ratón vacila a mi Jorge, y eso no mola porque mi Jorge lleva mal que lo vacilen. El otro día era tarde y todo estaba en silencio; el bicho salió de la cocina y se metió detrás del sofá. Mi Jorge que se levanta de un salto y coge una manta, el ratón que se esconde, mi Jorge que piensa en tirarle la manta y tirarse encima, el ratón que desaparece, mi Jorge que se rinde, y el cabrón del ratón que de repente aparece detrás de la mesita de la tele. Mi Jorge que corre con la manta y no lo pilla. Mi Jorge que se mosquea.
Desde entonces no lo hemos visto y no sabemos quién ha ganado la guerra. El sinvivir del ratón me mata a ratos, que tampoco se puede sufrir mucho por todo. Y aquí no te puedes quedar enganchado en un sinvivir que luego se te junta con el sinvivr siguiente y es un estrés.