Revista Diario

SoltarLA

Publicado el 20 octubre 2018 por Writera8 @escribiendoelc1

Cuando buscas cambiar de sintonía, es necesario ver de dónde viene. Saber dónde se lleva el peso, para poder soltarlo. Normalmente me gusta detectar todo aquello que viene del entorno, todo aquello que nos hace sentir insatisfechos y frustrados que proviene del contexto, porque creo que es importante quitarnos esa carga de más y comprender que si nos sentimos así, no es porque no valgamos o haya algo mal en nosotros, sino porque tenemos ideales absurdos e imposibles que nos agotan y tienen más que ver con el mercado y el control que con otra cosa. Para mí es calmante pensar que no es realmente un fracaso lo que siento como tal, porque solo lo es en este contexto y por unas razones, y que la vida poco tiene que ver con estas necesidades y deseos.

Pero quedarme ahí puede ser un obstáculo también. Porque si la causa empieza y termina ahí, será difícil luchar contra eso. Pero nos solemos apropiar del discurso que nos aplasta y desempodera y lo hacemos interno. Es importante saber que, aunque el origen venga de algo más grande que tú, después tú lo perpetúas, sirves de amplificador y repetidor. Y lo que puede parecer una doble presión, puede ser también una segunda liberación, ya que no necesitas que cambie el sistema para desprenderte de todo esto, porque ya hace mucho tiempo que eres tú quien se juzga, limita y castiga.

Entonces la carga, la eterna carga que creía ya mía, aunque no sea mi culpa, la puedo soltar. Y no veo otra que soltar a esa que siempre me acecha, me critica, me juzga, duda de mí y me reprocha que no llego, no puedo, que no soy ella. Soltar a esa mujer que puede con todo, que lo hace todo. Que destaca, pero es discreta cuando debe serlo. Que es especial, interesante, diferente. Que nunca falla, no se equivoca, no la caga. Que lo hace todo bien a la primera, a riesgo de perder algún título. Que tiene que demostrar en cada movimiento que se merece estar ahí, esté donde esté. Es bonita, inteligente. Es siempre más que los demás, si no, no es nada. Ella, a quien tanto me aferro. Y en mi mano está soltarla. A la que no acepta el no estar en todas partes, porque no se cansa.

La que llega a todo y no dice “no”. Sorprende, no decepciona. Ayuda y sonríe, no se enfada ni te deja nunca solx. Dejar de una vez por todas la que lo sabe todo y no se estropea. Antes de que vuelva a colapsar, me vuelva a hundir de la presión. Antes de que explote, desínflalo tú. Antes de que te aplaste o sea una sombra que va siempre tras de ti, oscureciendo todo lo que podría ser bello en tu vida, en lo que haces.

La llevamos a cuestas, y si la dejamos ir, del peso, caerá. Soltarla para volverte real. Dejarla aquí, porque es precisamente lo que no te deja ser especial, ser tú, ser diferente. Tan acostumbradas a llevarla, soltarla nos da miedo. Inseguridad e incertidumbre. Y así dejamos de descubrir quiénes somos, por miedo, y parecemos todas la misma, esa a quien nadie a invitado, imitamos perdiéndonos en el camino y sintiendo el dolor y frustración de lo que es perseguir un imposible.

¿Quién serás, sin ella? ¿Cómo serás, sin tener que ser? ¿Qué harás, sin tener que hacer? ¿De qué forma y con qué intensidad darás, sin tener la obligación de siempre dar? ¿Cómo te verás, una vez dejes de valorarte por lo que no has llegado a hacer?¿Cómo te hablarás, una vez dejes de ser una déspota contigo misma? ¿Cómo amarás a los demás, cuando hayas aprendido a amarte y aceptarte en tu toda tu imperfección y autenticidad? ¿Quién decidirás ser, cuando no tengas ya que superarte y cumplir por las mujeres que tienes detrás? ¿Cuando dejes ya también todas sus cargas?

Hoy, al pensar sobre esto, me sentía muy cerca de todxs. Sin veros, os he sentido a todxs, con vuestros cargas a vuestra espalda, igual que la mía. Os he visto a todxs intentando llegar, estar a la altura de vuestras propias exigencias, eco de voces pasadas, y he sentido una gran complicidad y compasión, y una especie de alivio, como si al haceros presentes hubiésemos compartido el peso entre todas. Con unas ganas de que juntas lo soltemos, a la vez, para que sea más fácil, para que el miedo de lo que quedará después no nos embargue y nos acompañemos en ese salto al vacío. Animándonos entre nosotras a redescubrirnos y expresarnos libremente sin la crítica interna, en vez de perpetuar aquella voz entre nosotras y exigir a las demás lo que nunca se les debería haber exigido.


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