Revista Talentos

Soñando.

Publicado el 13 marzo 2011 por Anaperezllinares
Como ya os conté en su día, encajé la reciente muerte de mi yaya de una manera muy extraña.  
Ya han pasado más de tres semanas desde que ocurrió y sigo extraña...no siento la necesidad de llorar su pérdida, siento como si fuera algo que no me está pasando a mi.
He puesto una foto suya en mi salita, junto a la que puse de mi yayo cuando falleció.  Cuando veo la de mi yayo se me hace un nudo en el estomago, porque aún tengo muy vivos los recuerdos de sus últimos momentos y me siguen doliendo mucho. Fue una de las personas a las que más quise y querré y superar su perdida me está costando mucho. 
Pero cuando miro la de mi yaya lo único que siento es una tremenda ternura...es como si mi cerebro aún no hubiera procesado la pérdida, como si, al no haber vivido el duelo de la manera en que yo considero que corresponde, no hubiera tomado consciencia de su muerte (no sé si me explico bien, porque a veces ni yo misma me entiendo).
Aunque a nivel consciente es como si nada hubiera pasado, parece que poco a poco empieza a querer salir a la superficie. Desde hace más de una semana se me viene repitiendo el mismo sueño (con matices, pero con el mismo significado):
Estoy en la que fue la casa de mis yayos. Entré y cerré con llave, para que nadie me molestara. Y los visité, sabiendo que lo que tenía ante mis ojos eran mis abuelos, muertos, que esperaban en su casa y me daban la oportunidad de despedirme de ellos como me habría gustado. No recuerdo todo lo que sucede a continuación, pero si recuerdo que hablo con mi yaya y que le explico lo que me pasa, que no soy capaz de llorarle y que me siento un monstruo por ello. Le pido mil disculpas y le repito una y mil veces que la quiero, aunque no sea capaz de mostrar el dolor. Y luego mi yayo me dice que cuando murió, aunque estuviera sedado, oyó mi despedida y que le dio mucha pena el no poder responderme ni hacerme llegar su cariño. Y me quedo allí en el sillón, con ellos, esperando, intentando empaparme de su presencia, de los detalles de la casa. Espero hasta que siento que me vence el sueño y, como durante mi infancia un tiempo dormí con mi yayo y otro con mi yaya, les pido si podrían dormir conmigo esa noche, los dos. 
Y me acuesto entre ellos, sintiendome protegida, querida y feliz, pero con la tristeza de saber que al despertar no los encontraré. Y, en efecto, despierto en mi camita, con mi chiquitín al lado.
Así que, en mis sueños parece que voy procesando la pérdida...
Yo creo que hay varias cosas que me están bloqueando:
Una, que el recuerdo de la muerte de mi yayo aún está muy vivo y fue muy doloroso...no solo la perdida, sino la forma en la que murió y como lo viví. Quise acompañarle en el duro trance y me siento afortunada de haber podido compartir con el sus últimos momentos, pero psicológicamente, el precio a pagar por ello está siendo alto. De alguna manera, creo que hasta que no supere esto, no podré enfrentar lo otro.
Y otra que mi yaya murió de pronto, sin sufrir y de manera inesperada. Despues de lo angustiosa que resultó para mi la muerte de mi yayo, es como si esperara que se repitiera, que fuera algo angustioso y largo. Y no fue así, de pronto dejó de vivir, sin más.  Me alegro muchisimo de que así fuera, pero me descolocó por completo.
Sé que no debo darle más vueltas, que las cosas saldrán cuando tengan que salir, pero me siento mal, como si no quisiera a mi abuela...y os digo de corazón que la quiero y mucho. 
Y también siento si resulto pesada con el tema, pero es algo de lo que no suelo hablar en mi día a día y en cierto modo me resulta terapéutico.
Mil gracias por estar siempre ahí, dispuestos a escucharme!

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