¿Soy la única a la que no le gusta San Valentín?

En muchos de los blogs que sigo hoy se han dedicado entradas al día de San Valentín. Yo pensaba hacer como si nada, pero no me puedo resistir a ser un poquitín aguafiestas.
Quizá parezca raro que no me guste el "día del amor" cuando soy una persona muy sentimental, romántica y sensible, pero así es. ¡Será otra de mis contradicciones!. Es un día que no me gusta nada. Lo encuentro un invento bastante sibilino cuyo único objetivo es hacernos seguir consumiendo tras las Navidades y las rebajas.
Anoche, hablando de este día, le conté a mi marido un recuerdo que tengo de mis años de colegio. El día de San Valentín, en los años de pre-adolescencia, las chicas "guays" de mi colegio se vestían muy arregladitas y encontraban varias rosas en sus pupitres, mientras que los patitos feos contemplábamos la escena con algo de envidia y, en mi caso, cierta preocupación, pues nunca entendí qué interés podían tener esas niñas en tener novio cuando yo quería seguir jugando con mis muñecas.
No guardo un buen recuerdo de aquella etapa adolescente. Mis padres no me dejaban salir ni a la vuelta de la esquina, no me dejaban vestir como se vestían las niñas "guays" y yo era más bicho raro que nunca, con unas preocupaciones existenciales que desde luego no compartían mis compañeros/as. ¿A nadie le parecía raro que todos los chicos de la clase estuvieran enamorados de las mismas dos chicas?. ¿Es que no había nadie más en el mundo?. ¿En qué momento se olvidaron de sus juguetes y empezaron a preocuparse por no haber sido besadas o manoseadas?.
El día nunca me ha caído bien y no he encontrado ningún motivo para celebrarlo, ni aun teniendo pareja. ¡Este año no iba a ser una excepción!. Aunque suene a tópico, yo ya tengo mi San Valentín diario, cuando, por ejemplo, nos levantamos perezosos un domingo y metemos a nuestro bebé en la cama, entre nosotros, y nos dedicamos a mimarle y a abrazarnos, algo que a los tres nos encanta.