Revista Diario

Statement

Publicado el 02 abril 2017 por Kaktus

El domingo después de misa fuimos a ver a Z., que había parido durante la noche. La historia de siempre sin grandes varaciones: Z. es lo que popularmente podría llamarse (con razón) una “cabeza de chorlito”, expresión caída en deshuso en la piel de toro, me temo. En mi tierra decimos destalentada. ¿Atolondrada? ¿Irreflexiva? ¿Por qué sólo me sale vocabulario de Mujercitas?

Volviendo a Z.,  con catorce años decidió, en una semana, que ya era adulta. Dejó el cole. Dejó también el proyecto. Rechazó todos los intentos de formaciones alternativas. Y empezó a ir cada vez menos por su casa.

Dos años después, of course, se encontró embarazada, rechazada por el padre de la criatura y su familia, y de vuelta al agujerillo donde viven su madre y sus siete hermanos. Obviamente, pasó a comentarnos que en los dos años que han pasado a lo mejor sí que le apetece volver al proyecto. Sólo que ya no estará en el grupo de las Adolescentes Gueter, si no en el de las Señoras Vulnerables. No es la primera que se cambia de grupo. No albergo grandes esperanzas sobre su vuelta al proyecto, pero creo que, al menos, le da un año de aire para respirar y espero que el contacto cotidiano con otras madres que han estado o están en su misma situación le ayude a ser madre.

Así las cosas, el domingo fui a verla al hospital. Como ya he comentado alguna vez, tengo el convencimiento que todos los niños tienen derecho a ser recibidos con alegría en este mundo. Tendrían que verme cuando voy a estas visitas. Desprendo azúcar por los cuatro costados. Yo creo que pestañeo y me cae purpurina, de lo contenta que se me ve. Como si me hubiera lavado el pelo con un champú bueno. O como si me hubieran medicado de más.

¿Una nena? ¡Enhorabuena!. ¿Cuatro kilos? ¡Campeona! Qué genial. Qué mona. Qué todo. Ahora a cuidarse, guapa, y a cuidar a la princesa. Así se lo digo. Princesa. Y Reina. La Reina de la Oromia nos ha nacido hoy.

Te he traído unos vestidillos estupendos, ya verás. Para tí también. Y jabón para lavaros. Del bueno, cari. Del de bebés. Y un paquete de pañales, para estos primeros días. Te estamos cosiendo los de tela, no te preocupes. Qué mona. Se parece a ti. Cómo se agarra al pecho. A criarla con salud, que Dios te la críe… ahora a casa a descansar. Iré pasando. Hablaremos. No te preocupes de nada, sólo de ella. Abuela…¡a preparar el ganfo! A mí no me convence mucho, pero, siendo el ganfo para Z., vendré a probarlo.

Digo todo esto casi sin interrupción. No dejo que nadie intervenga. Ni la mirada aterrorizada de Z., ni el gesto resignado de la abuela primeriza que tiene mi edad. Niña preciosa. Mundo precioso. Hoy no pienso nada más. Mañana… Dios dirá. Al final, les arranco hasta una sonrisa, ayudada por el resto de presentes en la sala (hospital público, diez camas, cinco ocupadas por parturientas, tres de ellas decididamente demasiado jóvenes para estar allí) que jamás han oído hablar amárico a una extranjera y, superada la sorpresa inicial, les hace una gracia infinita el parloteo irreal que sale de mi boca.

Por la tarde, en el cine, están también los hermanos de Z., los nuevos tíos y tías. Cuando están ya todos sentados, les digo que esa mañana he ido a conocer a la niña más bonita del mundo. ¿Y de quién es la sobrina? ¡Nuestra!, responden delante de todos. Una nena preciosa que tenéis que criar entre todos, ¿verdad? Los tíos y tías presentes tienen entre diez y cinco años y asienten con esos cinco minutos de responsabilidad que sienten hoy y de la que, lógicamente, mañana se habrán olvidado.

Como es nena, hoy vamos a ver una película sobre una chica. Una chica muy valiente y muy fuerte. Como lo será vuestra sobrina, si vosotros le enseñáis, ¿verdad que sí?

Vimos Brave.

Les encantó.

A veces hago statements, que dicen en inglés. Sé que nadie me entiende. Me da igual. Yo, a lo mío. Y a lo de ellas.

Ganfo:es una pasta bastante contundente hecha de cereales, especias y acompañada con mantequilla derretida y picante que se prepara para que las parturientas recuperen fuerzas. Acude a comerla todo el barrio y es el primer acontecimiento social de la nueva criatura.


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