Terra Nostra

sagio euq oeseD

Carlos Monsiváis decía que necesitaba una beca para leer Terra Nostra, un novelón de casi 1000 páginas. La primera vez que la acometí estaba tan verde que pensé que "sagio euq oesed" era latín (!). Yo tenía la edición numerada de Joaquín Mortiz, donde logré hacer anotaciones en el cuarto intento de lectura. Luego, bueno, se me atravezó la Crisis SubPrime y hubo que evacuar Puebla soltando algo de lastre ( había acumulado muchos papeles y rematé decenas de libros para pagarme los gastos). La novela me engatuzó desde el principio: Me gustaba la manera en que Fuentes mezclaba personajes reales con personajes ficticios, haciendo gala de su cosmopolitismo. De hecho, el primer episodio, El viejo mundo, inicia en París, pero ocupado por las hordas que escapan del sistema feudal, soñadores que anuncian un nuevo mundo a partir del año 1000. La escena en el Pont des Arts, con la chica de la boca tatuada y el hombre sandwich (Polo Febo/Ioannes Agrippa) es sensacional, pues parece inspirada en el mayo francés (1968), un homenaje a ese derroche de juventud mundial. Año Revolucionario: La imaginación al Poder. La chica termina el episodio diciendo: "Deseo que oigas mi cuento". Eso es maravilloso, porque el propio autor diría que se dio el lujo de escribir una novela sin lectores. No es verdad: bien que sabía que se había hecho un long-seller. Fuentes siempre pidió la colaboración del lector, ahí está, claramente, en Cristóbal Nonato.

Carlos Fuentes, Terra Nostra. Alfaguara. Primera edición: junio de 2012. México, DF. 956 pp.