Revista Literatura

“TRES RELATOS DE SOLEDAD…”, por El Seis

Publicado el 30 enero 2014 por Javier Flores Letelier

Estaba sentado (dopado), vestido en harapos, y trató de mirar el cielo, pero no podía, se sentía “castrado de fe…” Levantó su bebida (vodka), mientras lanzaba insultos (a todo mundo), pero no lo lograba, pues de su comisura izquierda, escurría un hilo de sangre gélida. Pensó en Patricia, e inclusive la miró, entre el espacio de su cerebro, (tan bella), y de inmediato trató de “borrar” la imagen de su testa cansada, moviéndola repetidas veces. Luego una flecha “asesina”, se le clavó en el corazón al recordar (con cierto remordimiento):
–¡Voy a tener un hijo tuyo!
Exclamó su amada.
–¡No lo deseo, es más déjalo morir!
Nada que provenga de mi cuerpo es sano y digno de perdurar, es más deberías de lanzarlo a los sabuesos… ahí es su perfecto destino.

Nancy (la bella) se encontraba en su recámara, pensativa, ensimismada, hasta “preocupada”, pero en el fondo de su ser, se sentía una diosa trémula. Lo tenía todo, una pareja “displicente”, de mediana belleza, un hijo de ojos de luna ebria… Hasta detentaba una suprema vivienda, donde estaban sus aposentos, los cuales, fueron decorados por “algún” ángel degollado. Era soberbia. Siempre tenía una peregrinación de mancebos, dispuestos a postrarse ante su soberana presencia: llena de luz, y ese agradable sabor erótico. Aunque los sonidos reales se confundían con los mentales, todo era el bullicio, pero, hoy todo era diferente. Ella recordaba (con obsesión) a un poeta vesánico, que un día llegó a su puerta, en busca de su amor, no de sus curvas perfectas. Le declaró su pasión con las más bellas palabras, que pueden salir volando, de un enamorado. Ella se carcajeó, hasta el gozo eterno, mientras el “pretendiente”, sacó de entre sus ropas, una arma de fuego, y se disparó en la sien, no sin antes dejarle, unas cuartillas (de su autoría), llenas de exaltación desmedida. Hoy las lágrimas recorrían sus mejillas, y una inquietud la “abrazaba”, pues estaba leyendo unos párrafos de los escritos del vate: “…A Usted, (hermosa dama) no la deseo para sólo hacerle el amor, pues en verdad, esa no es mi intención, tengo otros “planes” para nosotros, más bellos, y perdurables, pues mi propósito no es ser un hombre pasajero en su vida, deseo ser suyo siempre, eternamente…” No continuó, leyendo, pues, se puso lívida y se desmayó, sobre una alfombra roja… Mientras el rostro del difunto, se le tatuaba en la espalda, como una eterna “maldición”…

¡No tiene nada de bella la vida!, exclamó Juan en una cantina de pueblo, mientras una dama de bellas piernas, le pedía permiso, para sentarse a su lado. No dijo nada, sólo se le quedó mirando a la fémina, mientras pensaba que soñaba… Sus ojos se llenaron de pura tristura, y tratando de ocultarlo: parecía que sonreía, hasta “simuló”, una muy “buena” carcajada. Todo el entorno estaba compuesto de desconsuelo. Allá en la ciudad negra, llena de humo, había dejado a su amante, de nombre Lucía. No recordaba realmente (con claridad) porqué la abandonó… Pero eso era lo de menos, no tenía “mucha importancia”, pues, se podría tomar como un olvido freudiano, y nada más… Lo lamentable era, que las paredes (todas) estaban llorando, y los envases de licor se sonreían, y hasta al levantar la bebida (esta) se deshacía en sus propias manos blancas. El cantinero se le quedó mirando, y parecía un “arlequín ebrio”, que se burlaba… Cerró los ojos (Juan) y se fue desmoronando, sobre sí mismo, mientras de sus labios, salía como una “oración”… que se perdía entre tanto silencio.


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