Revista Diario

Tuppers (por Isa)

Publicado el 28 enero 2013 por Imperfectas

Tuppers (por Isa)
Acabo de terminar de cocinar. Ya tengo lista la comida para toda la semana: Garbanzos negros (con calamares en su tinta), spaguetti carbonara, berenjena rellena de carne gratinada al horno y bacalao con pisto y arroz. En total me habrá llevado un par de horas hacerlo todo, y lo cierto es que me ha resultado relajante. Prepararme mi sustento semanal se ha convertido en una rutina bastante gratificante para la tarde-noche del domingo ¿Quién me lo iba a decir a mí hace unos años?
La culpa de todo la tiene, como no, la crisis, que es la responsable de todo lo que acontece últimamente. Y es que en toda mi vida laboral -que ya son unos cuantos años- y hasta hace nada siempre había tenido una ayuda para comer en los restaurantes de mi área de trabajo, así que me sé los platos que corresponden con los días de la semana de los menús del día típicos madrileños como para pasar un examen. Puedo, de hecho, recomendar lugar en función del día que sea. A algunos, por mucho que insistan, la paella de los jueves les sale deleznable, pero las lentejas de los lunes les quedan de rechupete.
Yo era feliz comiendo de menú, que es algo muy castizo, vacilando a los camareros que ya se sabían mi vida, mis gustos culinarios y mis preferencias en base a mi humor, que detectaban nada más verme atravesar la puerta. Respeto mucho a los profesionales de la hostelería. A los buenos. Me han acompañado en situaciones de lo más bizarras y han sido testigos de algunos de mis momentos más memorables. Aún los echo de menos, y es que, por mucho que le haya cogido afición impuesta a los fogones, ¡Bares, qué lugares!, que dirían los Gabinete Caligari. Sirva de homenaje al menú del día, este célebre monólogo con cancioncilla grashiosha, grashiosha del gran Riky López:
El caso es que mientras sigan sin prestarme el apoyo económico para volver a esos menús que me mantenían lozana y jamona en los tiempos de bonanza, mis nuevos aliados son los tuppers: esos recipientes de plástico entre duro y gelatinoso, con tapa hermética -a veces y a ratos-, dificultad innata para desprenderse de la grasa ni con el milagroso Fairy y gran diversidad de tamaños y capacidades. Las tarteras de toá la vía de Dios, vaya, que ya se sabe que in English suena todo más sofisticao y menos cutre...
Los tuppers han irrumpido en mi vida con tal fuerza, que mis escasas incursiones en las aún vigentes rebajas de enero han sido para buscar chollos de la marca 'Curver', y no para adquirir ropita y cosméticos como antaño... Ayyyy en qué maruja me estoy convirtiendo. Y es que, aunque a principio acogí la actividad de cocinillas con la desgana propia de alguien a quien la necesidad obliga y solo me hacía las cuatro cosas básicas para salir del paso, ahora me ha picado el gusanillo -harta de comer siempre lo mismo, claro- y he empezado a experimentar con versiones propias de clásicos de siempre y a confiar en el criterio de algunos bloggers culinarios modernukis, que nos salvan el expediente, el paladar y el estómago castigado por la recesión. Uno de ellos es Falsarius Chef, un grande en esto de cocinar sin saber, sin tiempo y sin recursos. Vamos, un crack el tío, que encima te cuenta las cosas con arte y simpatía. Doy gracias a mi mejor amigo por presentármelo virtualmente, y a los demás os lo recomiendo encarecidamente.
Ya os contaré como me han salido los platos de esta semana... no prometo subir fotos, porque entre el afán artístico y de reconocimiento social y la gula salivante, suele ganar siempre esta última ;-)

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