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UMDC: 06. La excursión del Monopoly.

Publicado el 14 mayo 2013 por Jonmcgees
UMDC: 06. La excursión del Monopoly.
Me acuerdo de lo mal que me caía Fran cuándo estaba empezando con mi mejor amiga, Marta. Esa pareja empalagosa que se solía sentar siempre junta en todas las clases. O esa pareja sosa que no sabía si se demostraban amor o se miraban sin saber qué hacer. Sinceramente, al principio, yo no apostaba mucho por esa pareja pero fue pasando el tiempo y acabaron hasta por hacer un año. Entonces empecé a pensar que quizás si fuesen bien. Tenían problemas tontos y no tan tontos, más que nada de una tontería se extendía hasta una pelea que nos arrastraba a todos.
El problema es que mientras Malena y yo nos preocupábamos por ver que eran problemas tontos, había ciertas personas que se ponían en otro bando totalmente en contra. Eso de dar consejos se nos iba de las manos, generando peleas. Quizás deberíamos habernos mantenido más al margen aunque ella nos hubiese querido meter, más que nada porque una pareja se debe a cosa de dos, no a cosa de dos y de miles de amigos. Siempre habrá miles de puntos de opinión y pocas veces se encontrarán en un punto fijo. Pero es que en la mayoría de peleas que tenían, Malena y yo, coincidíamos en que no tenían sentido alguno.
Una relación se basa en la confianza ciega entre dos personas. Si peleas por cualquier cosa, si desconfías de todo, ya se sabe dónde acabará todo.
Llevábamos una semana preparando para quedar varios de la clase, Tomás, Felipe, Fran, Adrian, Malena, Jorge y yo. Ni siquiera sabíamos cómo había surgido la idea pero acabamos por llevarla a cabo. Una tarde jugando al monopoly. Un día antes quedamos, justo a la noche nos damos cuenta de que Fran no sabe si podrá porque había quedado con Marta. Se monta el problema y no se sabe si quedaremos o no. Felipe, Malena y Adriana se estaban encargando de todo. Fran no quería pero a la vez sí que quería. Jorge y Tomás no sabían ni que decir pero estaban como yo, si se iba pues bien. Llega el día siguiente y dos horas antes, Malena, me manda un mensaje con la hora y dónde quedábamos. Nos iban a llevar en coche a su casa. De momento Fran no iba a ir. Marta no paraba de mandar mensajes venga a preguntar quién iba, a mi me estaba poniendo de los nervios. No se podía ser más controladora. Entendía su posición pero también entendía la del otro. La culpa era de él y no nuestra, no podía echarnos la culpa a todos. Se le invitó a venir y ella no quiso, realmente yo tampoco lo hubiese hecho.Montamos en dos coches diferentes; Jorge, Malena y yo en un coche; Tomás, Felipe y Adriana en otro. Llegamos al barrio en el que vive Malena, aunque en realidad solo va en verano.Era un barrio de esos que solo ves en películas y que no sabes si existen o no, al menos si siempre has vivido en la ciudad como yo. Casa tras casa, sus respectivos jardines cada una y poco jaleo. Un lugar tranquilo y agradable. Casas tan grandes que piensas en la fiesta que te podrías montar ahí. Pero realmente yo solo estaba pensando en pasear a mi perro tranquilamente por ese barrio mientras voy cantando porque nadie me va a decir que me calle porque nadie hay por la calle. Yo y mis pensamientos.
Entramos en la casa, dejamos la comida por ahí. Nos enseña la casa y pienso que yo quiero una así. Era enorme. Así por encima se podía decir que hasta la pared era bonita. Tenía dos o tres baños, uno con una bañera parecida a un jacuzzi, quizás lo fuese. Habitación con cosas muy chulas y con paredes de colores. Sí, la mía es de blanco y mi madre no está por la labor de ceder a un color. En una de las habitaciones había un barco de esos raros, una bola de esas que pones el dedo y  te persigue un rayo. Sinceramente me gustó mucho la casa.
Al final Fran optó por venir. Marta seguía preguntando y la dije que no la iba a hablar porque me estaba poniendo de los nervios. Optamos por jugar a otro juego en lo que venía Fran. No era así muy divertido pero nos estábamos entreteniendo.
Cuando llegó Fran empezamos a comer, unas pizzas que habíamos comprado antes. Fue gracioso porque no encontrábamos nada solido para poder luego sacarla del horno. Empezamos a jugar al monopoly después de comer o mientras lo hacíamos. No lo recuerdo bien. A escasos minutos de empezar era obvio que el juego estaba siendo de Malena y Jorge. Jorge lo compraba todo sin dejar opción a nadie. Tomás solo compró una calle pero no pudo edificar porque Felipe compró la otra que le faltaba, las más caras. Felipe compró algunas más pero no podía edificar en ninguna. Adriana y yo estábamos en las mismas, comprábamos pero calles sin sentido. Estábamos jugando por jugar. Tomás le suplicaba un trato a Felipe pero éste no cedía y tenían peleas muy graciosas. Fran acabó por abandonar porque le apetecía ver la tele. Adriana fue la siguiente en caer en bancarrota así que cedió cosas así al azar. Tomás y Felipe también se cansaron y se fueron a ver la tele. Adriana volvió cogiendo las propiedades de los dos. Al final ella acabó de nuevo en bancarrota pero detrás fui yo. Obviamente el ganador fue Jorge.
Nos quedamos viendo la tele. Yo estaba más bien con el móvil, peleándome con Marta porque no me parecía una razón por la que enloquecer como lo estaba haciendo ella. Para mi gusto estaba siendo una paranoica. Adriana intentó ayudar y creo que la trató un poco mal. Al final, Fran acabó por irse a su casa medio amargado. Algo en mi pensó que iría a verla para arreglar las cosas, traté de olvidarlo, total… ¿Para qué meterse en algo que no te incumbe?
Empezaba a hacerse tarde, pensamos en cómo nos íbamos a ir. El novio de Adriana no iba a querer volver, por lo que descartábamos volver en coche, más que nada, porque dos se quedaban fuera y no era plan. Acabamos por salir y buscar un autobús para volver a casa todos juntos. Recogimos todo y salimos. Empezaba a anochecer, miramos los horarios pero quedaba mucho para cuando llegase. Entramos en el Mercadona y compramos cosas para comer más, aunque solo comieron algunos, pero fue gracioso buscar una sola cosa por todo el centro.
La parada estaba justo enfrente del Mercadona, dudábamos si era esa o la de enfrente.Adriana y Jorge fueron a preguntar a unos chicos que había en la de enfrente. Estábamos en la correcta.Pensamos en llamar a la central de autobuses para averiguar cuando pasaba pero nadie quería por lo que nos quedamos esperando allí bastante tiempo, no más de una hora. No lo conté. Al poco tiempo se acercaron dos chicas que también iban a volver en autobús, sacaron el móvil y nos dijeron cuando iba a pasar. Nos miramos todos con todos. No íbamos a esperar tanto. Empezamos a andar hacía el pueblo. ¡Tocaba caminata!
No era por criticar pero aquellas dos chicas, aparte de mirar a Jorge demasiado “coquetas”, iban vestidas demasiado ligeras de ropa. Los pantalones que llevaban eran esos tan cortos que parecían que llevaban bragas de color vaquero. Al menos eso es lo que decían. Resultó muy curioso pero eran muy majas.
La caminata se presentaba eternamente larga. Pensamos en hacer autostop pero nadie quería. Miedo quizás. Seguíamos en línea recta sin tener mucha idea de dónde estábamos yendo. De repente escucho a Felipe y Tomás cantando y me quedo muy extrañado. ¿Era normal aquello? No. Era de noche y estábamos por medio de la carretera, todo estaba muy solitario y eso parecía la típica película en la que un grupo de jóvenes se perdía e iba muriendo uno a uno. Malena y yo bromeamos sobre eso pero aún así no nos separábamos. Recordamos una película que habíamos visto antes donde decía algo parecido, uno a uno iría desapareciendo hasta solo quedar dos. Estuvimos señalando quien era quien y se hizo algo divertido.Íbamos en grupos de dos, a lo lejos se veían a Adriana y Jorge abrazado cual pareja, enserio, parecían pareja. No lo era ni lo iba a ser, de eso estábamos seguros todos, quizás Jorge no, pero los demás sí.Atrás estaban Tomás y Felipe los cuales parecían más escandalosos porque no paraban de bromear y reír, de hecho cuando miraba a veces los veía hacer juegos tontos.Y por último, en medio estábamos Malena y yo. Realmente no sabía lo que estarían haciendo los demás pero nosotros dos criticábamos o comentábamos cosas que habían pasado. Al final nos unimos a Tomás y Felipe, o quizás fueron ellos a nosotros. Empezamos a cantar como tontos buena parte del camino.
Llegamos a un barrio muy extraño, estaba lleno de luces –nótese que íbamos caminando por una carretera oscura, por tanto nos quedamos algo cegados- no nos paramos mucho, más que nada porque habían chicos que no parecían muy amistosos. ¿Para qué arriesgarse? Pues eso.Encontramos una cabina de esas de información, o quizás de ayuda de esa de la policía. Nos acercamos a preguntar por como volver y no nos dio una respuesta clave: “Seguid adelante, todo recto”. He ahí nuestra desesperación, pedazo ayuda. – Se le notaba emporrado. – Comentaba Jorge mientras avanzábamos. - ¿Solo eso? Hostias, ese llevaba de todo en el cuerpo. – Respondía Adriana con ese tonto que la caracterizaba, alto pero no desagradable. – Joder, es que así también trabajo yo, en fin. - Se quejaba Jorge. – También está muy solo y no hace nada, déjale que se dé una alegría– Comentaba Tomás entre risas.
Entonces pasó un autobús en nuestras narices. Ese era el que teníamos que haber cogido. - ¡Ahora vienes cabrón! – Gritaba Tomás a aquel autobús que se iba, obviamente sin nosotros puesto que no estábamos en una parada ni le habíamos hecho una señal para que parase. – Nos podíamos haber quedado allí. – Decía yo. Hice aquel toque ese de arrepentimiento que no sirve para nada. - ¡Pero nos lo estamos pasando bien! – Respondía Felipe sonriente. – Bueno, tampoco nos estamos cansando tanto. – Comentaba Malena.
Llegamos a una zona con muchas carreteras y una bola del oeste. Enserio, había una. Recuerdo con exactitud la emoción con la que la señaló Adriana puesto que fue la primera en verla. Como una niña pequeña que se puso, aunque eso es lo que hacemos todos nosotros cuando vemos algo que nos sorprende, y además, nos anima.Corríamos de un lugar a otro como almas en vuelo para llegar a una acera en la que estuviésemos a salvo. Llegamos a una calle que ya conocíamos todos. ¡Estábamos cerca de casa!De repente Felipe se pone a mirar el móvil. – Casi no me queda batería, en nada se me apaga. Vaya caca. – Comenta triste éste. – Eso por ponerte a cantar, te jodes. – Respondía Adriana entre risas. Y nos reímos todos, Felipe inclusive.
Ya era algo tarde, comentábamos que haríamos después al llegar a casa. Malena no saldría, obviamente se quedaría en casa y a dormir, como yo.  Jorge y Tomás decían que quizás se diesen una vuelta. Adriana decía que se iría con sus amigas pero si sus pies se lo permitían. Felipe recibía un mensaje en el que decía que sus padres no estaban y que no llegarían hasta tarde. – Pues yo buscarme a alguien con quien empercharme para no quedarme solo hasta que vuelvan mis padres. No llevo llaves. – Respondía Felipe muy desesperado. Al final Tomás y Jorge se ofrecieron y se quedó con ellos. O ese era el plan.
Llegamos a la esquina dónde nos reunimos todos en la mañana, Malena que vivía al lado fue la primera en irse. Detrás fui yo que me iba por un camino diferente al de los demás. Y así concluía un día cansado pero divertido.
Me llegaron noticias de que al final Felipe se quedó con Tomás por ahí porque Jorge se fue a casa. En realidad fue Felipe quien me contó con sus últimos minutos de batería. Y si, al parecer era Tomás quien le gustaba. Cosa curiosa, quizás por ese motivo era el tonteo. No los veía juntos. Aún así, que le gustase a Felipe no quería decir que fuera recíproco. Ni siquiera sabíamos si éste era de su misma condición sexual.
Llegando a mi barrio me lo encontré totalmente a oscuras, pero totalmente. Me asusté pero entré a salvo a casa. No creía que me fuese a pasar algo pero lo hice corriendo. Era un miedoso, y más si iba solo.

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