Un momento cualquiera

Cuando se decide emigrar se hace en un momento preciso, es ese momento que se analiza desde hace un buen tiempo y que,  sin darnos cuenta,  lo ponemos en práctica un día determinado,  Es lo que suele ocurrir con las grandes acciones que se presentan en una vida.  Emigrar es, sin duda alguna, una de esas cosas monumentales.

Mí familia y yo decidimos irnos de Cuba. Lo pensábamos pero sin atrevernos a dar el paso. No es algo fácil, hay que reunir todos los ingredientes que forman ese elixir que se llama:  valor. Durante mucho tiempo sólo fué una ídea hasta que nos lanzamos al camino de la concretización.

Palma Soriano era mi pueblo,  un lugar sin historias a no ser esas que pertenecen a la gente humilde.  Niños que corrian y jugaban en las calles. Las risas se mezclaban con las necesidades pero se era feliz, de eso no cabe la menor duda.

Nos faltaban los juguetes que se compran en el comercio por lo que los fabricábamos nosotros mismos:  latas vacias,  palos…. todo resultaba bueno para confeccionar el juguete de nuestros sueños.

No conocíamos la opulencia, nuestra única realidad era el día a día cubano.  Nos faltaban muchas cosas pero eramos felices. A nuestra menera, lo eramos