Revista Talentos

Un mundo nuevo es posible

Publicado el 05 septiembre 2013 por Perropuka

Un mundo nuevo es posible

Evo y Lukashenko, dos grandes paladines de la democracia


En momentos que parece inminente el ataque norteamericano al régimen sirio, nuestro rey chiquito se puso el disfraz-ese de superman andino que le hace parecer un indígena a los ojos del mundo ingenuo-para abanderar una vez más la sacrificada lucha contra el perverso imperialismo yanqui, al que acusó otra vez de querer entrarse hasta el útero de la Madre Tierra siria para saquear su escaso petróleo. Ya se sabe, como es un país árabe y lleno de arena, viene de manual esgrimir que está saturado de hidrocarburos. Uf, Evo y su sabiduría osmótica que siguen haciendo historia.
En el clímax de ese alegato rotundo, reveló que “el uso de agentes químicos viene de esos grupos que desestabilizan la democracia a un gobierno”. Ya, según el razonamiento evítico, los sirios han escogido de buena gana que los Assad, padre e hijo, los tiranicen de por vida, como en su momento apoyaba a muerte al bondadoso calavera de Kadafi, aficionado a plantar su carpa dorada en sus viajes planetarios. Es que lo democrático depende del cristal con que se mire. Sabida es la predilección que Evo el Austero tiene por ciertos gobiernos  a los cuales tilda de democráticos precisamente por ser sus aliados. Nos consta que se deshace en elogios por sus amigos, Putin el homófobo, Lukashenko el tirano de Bielorrusia y Ahmadineyad el lapidador de mujeres. Ay, cuántas veces ha sacado al balcón presidencial al siniestro iraní para que contemple a sus mujeres Bartolinas. Si ellas supieran.
Sin poder contener sus ansias de volar, nuestro héroe tuvo el pretexto perfecto para llenar el tanque de su nave y dirigirse a cielos europeos otra vez. Por fin, desde palacio de gobierno dieron por terminado el incidente aéreo en que se vio envuelto el etéreo jefe de estado plurinacional. Parece que ha perdonado a medio mundo de todo corazón. Fue a presentar sus respetos al decadente Borbón. Luego fue a discutir alianzas estratégicas con Lukashenko y, de paso, se entrevistará con cara de penitente besamanos con el papa Francisco, que previamente para preparar el ambiente, dijo que volvía a confiar en la Iglesia porque había oído del pontífice la palabra “revolucionario”. Así que, amigos del universo conocido, pronuncien la palabra bendita y podrían ser candidatos a una condecoración con pasajes incluidos; según se aprobó recientemente, todos aquellos extranjeros que estén dispuesto a propagar el mensaje de la revolución evista tienen derecho a recibir viáticos y hospedaje por decreto, siempre y cuando vengan a recibir instrucciones.
Causa especial hilaridad haber contemplado una entrevista que el ministro de la Presidencia ofreció a una cadena internacional donde con toda la bondad de su humanidad explicaba humildemente que Evo había recibido un mandato del pueblo boliviano, el de propagar la paz, contra viento y marea. A todo pulmón, a todo gas, a todo trapo. A pesar de todos los peligros, recalcó que Bolivia era una nación democrática y pacífica, refrendada además en su flamante Constitución. Sin embargo, el elevado presupuesto de defensa y las recientes compras de aviones chinos y algunos misiles rusos en el horizonte, causan alarma en los vecinos paraguayos, que se sienten amenazados por el desequilibrio armamentístico, no así en los amigos chilenos, a quienes la noticia les produce cosquillas, considerando que su gasto bélico es diez veces mayor. 
Ah, cosa seria es la dignificación de las FFAA, rebosantes de generales panzones, pero lastimeras de reclutas mal alimentados. Con una oficialidad que pasa las tardes jugando campeonatos de pelota frontón mientras súbditos extranjeros invaden las fronteras para saquear oro, madera y otros recursos naturales. De diplomados en altos estudios nacionales e ingenieros militares está lleno nuestro ejército aunque extrañamente nuestros caminos son los peores de la región. ¿A quién conviene tanta tropa ociosa? A los gobernantes de turno, por supuesto, a quienes les place mostrar en sus estrambóticos desfiles que tienen la fuerza de su lado. Que hay que tener a los jefes comiendo de la mano, es la sencilla fórmula de todo régimen autoritario.
Paradójico suena el parloteo del ministro aludido, rabiosamente socialista aunque con pasado de asesor de un gobierno neoliberal. Paladín de la persecución mediática contra todo opositor que asome la cabeza más de la cuenta y cuyas tácticas recuerdan a Vladimiro Montesinos. Que sea precisamente él quien hable de la vocación democrática y pluralista del gobierno, cuando sobran los casos de atropellos y acoso judicial a los que se han opuesto a los planes del divino Evo, evoca a una escena marciana de Tim Burton: no huyan, venimos en paz. Pasmado de tanta paz que crece como en los árboles, así me quedé por su remate final de un mundo nuevo posible, según sus propias palabras. Estuve a punto de decir amén pero apagué el televisor por higiene mental.

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