Un paseo entre Suiza, Italia y lo que quedaba por decirnos

Para Manuel y Pat

En un cerrar de ojos, con un par de clicks compré un pasaje que me llevaría a Malpensa, Italia; aunque mi destino final era Lavena Ponte Tresa. La decisión más rápida que he tomado en mi vida, y el motivo tiene nombre y un cariño inmenso detrás.

Mis padrinos han vivido lejos prácticamente toda mi vida, pero hay recuerdos que se han marcado en el corazón. Aunque nos hayamos visto en su justa medida, y quizás ellos sientan que han estado poco tiempo a mi lado, su influencia ha sido más relevante de lo que imaginan.

Yo siempre he querido ser como Manuel. Claro, justo, enfocado, que a fuerza de trabajo ha ganado todo lo que tiene. Siempre veía a mis abuelos pronunciar su nombre con orgullo. Yo quería ocupar ese sitio de honor a su lado, quería abrazarme al “valor” de esos genes y saber que era posible ser diferente, y no repetir patrones. Quería que él se sintiera orgulloso de mí. Cuando venía de visita a Venezuela, me encantaba sentarme a conversar con él, para mostrarle qué estaba haciendo, cómo me iba en los estudios, lo que quería hacer con mi vida. Su aprobación era vital para mí. Si hubiera podido elegir el flamante acreedor de la palabra “padre”…

Y Patty. Tengo tantas cosas en común con ella. Enfrentamos el mundo desde un tamaño de 1,50 cms. Es valiente como nadie, aunque ella no lo sepa y tiene una visión artística del mundo. Elegante, delicada, dulce. Y una leona si se trata de defender a su hijo, con un amor tan inmenso, tan real, tan cuidadoso que tan sólo con oírla hablar de él uno logra entender el sentido de la palabra “hogar”. Ojalá algún día mis ojos brillen de la misma manera.

Este viaje está lleno de paisajes hermosos, de fronteras que cruzamos muchas veces: Italia a Suiza, Suiza a Italia. De fronteras sentimentales en una casa llena de objetos que agitaban mi memoria. De historias que quedaban por contar. De conversaciones que comenzaban con “Y recuerdas cuando…” De la mejor cata de café. De momentos mágicos a la orilla de un lago, con una copa de helado, y un cisne que viene a saludar. De presencias que reconfortan, de personas que aunque físicamente no estén nos han hecho saber que están aquí y allá.

Las imágenes las guardo para otro post por la sencilla razón que es precisamente todo lo que no se puede fotografiar lo que me llevo de estos tres días.

Gracias.