Revista Literatura

"UN SUEÑO MÍO" Héctor Hernández Montesinos

Publicado el 12 julio 2009 por Raulheraud
OYE A TU RAZA
Oye a tu raza, a tu deseo, escúchalos, no
escribas de ellos
de memoria o con manuales como los oportunistas;
oye a la ciudad en la que vives
oye a tu cuerpo desnudo, durmiendo junto al mío.
Relájate olvidándote
de la vergüenza y de todos tus libros
en que la poesía parezca una carrera de caballos;
rómpete, pero el culo mental;
infórmate, pero en todo lo libre que puedes llegar a ser,
ve zeitgeist, lee sobre bilderberg;
asúmete como el aire, puro,
transparente, necesario para todos.
¿La poesía? ¡Desvístete y escribe!
¿La vida? ¡Escríbela en tu cuerpo como un poema!
Moreno precioso
, piensa;
es un mundo fascista, sácate eso de la cabeza.
Luego hablamos.
VERBO PROHIBIDO

Bajas tus pantalones y te sacas la camisa!
en tus huesos escribo, como un perro hambriento
que devora la ficción de este cuerpo.
Mi amor, en este mundo somos un desvío!
Tu pene es la lengua muerta
de Dios! tu pene es un libro sagrado!
El cuerpo es el horóscopo que nos tocó esta noche
¡puro en nuestro destino!
¡la mente es alimentada por el corazón!
que late en mí, a través de los poemas
¡santa epifanía!
de hacer con nuestras vidas la libertad y la gloria!
¿Alguien se ha molestado conmigo?
He dicho algo reprobable? Lector hipócrita!
... Ya sabes que donde haya un incestuoso
la Poesía será un Cristo pecador!
VESTIR A LA MUERTE
Escribo desde el limbo
aunque esté allá abajo enterrado
escupiendo mosquitos
que la Muerte luego devorará con sus ojos
al igual que a esas largas filas de canas y arrugas
que ríen despreocupadas buscando las orillas del océano
como si allí la sal no permitiese
la desintegración de los átomos.
Cada día la sangre se evapora de sus rostros
y los huesos estallan como fuegos artificiales
sobre los pesebres que significan cada final de año;
los niños también temen porque
una casa sola quizá sea más trágica
que la vida en el más allá, es decir, acá.
Lo escribiré tantas veces como jirones de mi piel queden:
inútil es todo lo que no desaparezca
nunca existió,
el sol, el aire, todo se ha ido.
Se seguirán leyendo poemas y habrá ruido
también relojes, drogas, rincones y sed.
No inventé nada
fueron los ciegos lo que me dijeron esto
mientras contemplaban los restos de mi cuerpo dormido,
luego se irán a una fiesta
y harán un brindis por mí.
Desde el principio éramos la Muerte y yo, viendo como todo se despedazaba para calentar sus frías manos desde donde arrojaba sobre mi boca el veneno que es imaginar la infancia y todos los asesinos que la rodean. Mis huesos hablan más que yo. Mis escombros están condenados a vivir más que yo. El día del juicio se perdió y todos los misterios ahí no más quedaron, en esas calles, en esas pieles, en esos espejos, esas heridas, esas caras. De mamífero sólo me queda un poco de pelo y algunos dientes, pero también las ansias de volar enloquecido por los aires, volar buscando las cenizas de las ciudades que nunca conocí. Viajar lejos, muy lejos, donde los siglos duren un día y los colores sean en blanco y negro. Está amaneciendo y creo que es la hora de volver, la Muerte ha partido, debo regresar a la eternidad.
REVELACIÓN EN UNA CAVERNA Y OTROS NUCLEICOS

No se duerme en mi mundo
pues mi cerebro es el sol,
nadie muere ahí es cierto
porque la luz es el párpado
entreabierto de la noche.
Hay veces que logro dormir
y soñar que era un río
con un corazón de musgo
rodeado de ángeles ahogados
y un plumaje de algas
donde antes había hueso.
Pero hoy tendremos que decir
que hay una porción de muerte
oculta en cada sueño
como una oscura calavera de caballo
o una foto en la oscuridad,
pues la muerte es la memoria del universo.
El verbo estaba vivo
dentro de los átomos
de los espejismos que concibieron
en las cavernas el destino de la roca:
la poesía rupestre.
Escucho en estas palabras
la luz de otras palabras,
estrépito de venas
a 170 kilómetros por segundo
y allí en ese agujero en el centro de la mano
hay un poema sobre Panamá
que menciona la voz
sea la de un arcángel
desde el futuro acercándose
con un gran secreto escrito.
HÉCTOR HERNÁNDEZ MONTECINOS (Santiago, Chile, 1979)
Licenciado en Literatura. Doctor © en Filosofía mención Teoría del Arte. Su primer libro, No!, fue publicado en Chile el 2001 y el último es NGC 224 editado en México el 2009; entre ambos destacan Putamadre (Lima, 2005), [coma] (Stgo, 2006, Beca Fundación Andes), La poesía chilena soy yo (Cochabamba, 2007) y Livro Universal (Sao Paulo, 2008, traducido al portugués). Su trabajo poético lo ha llevado por casi toda Latinoamérica, además del Latinale 2007: Festival Itinerante de Poesía Latinoamericana en Alemania; también a ser traducido al alemán, inglés, portugués, francés, holandés, catalán y vasco para antologías y revistas. La crítica le ha señalado como “el poeta más influyente de la última generación en Chile y una figura central del actual escenario lírico en América Latina” (La Hora, Guatemala), “uno de los vates más sobresalientes de la lírica contemporánea de Chile” (Reforma, México), “uno de los poetas chilenos más voceados en la última década” (El Comercio, Perú), “una de las voces más interesantes no sólo en su país sino en Hispanoamérica” (La Ventana, Casa de las Américas, Cuba) y Raúl Zurita ha declarado: “No existe en la literatura en castellano alguien que antes de los 30 años haya llegado tan lejos como él”. Desde el 2008 reside en México donde da talleres, conferencias y es editor del sello “Santa Muerte cartonera”.

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