Revista Diario

Una lacra...

Publicado el 27 diciembre 2012 por Mafaldasexi

Una lacra...


Lacrar es una acción que consiste en dañar o perjudicar a alguien en sus intereses. En Colombia, un lacra es una persona de bajá calaña. En México, se califica al peligroso diciéndole: lacra. En Honduras, el ladrón o ratero es un lacra. Los libros de filosofía definen lacra como: Huella de una enfermedad o dolencia y enlistan los siguientes sinónimos:·   Deficiencia·   Defecto·   Vicio·   Achaque·   Inconveniencia·   Daño·   Perjuicio·   QuebrantoY mencionan también la asociación semántica de la palabra lacra: ·   Toxicomanía·   Tacha·   Sufrimiento·   Subordinación·   Salpicón·   Ruindad

Tengo para ustedes una historia. Antes de iniciar quise definir esta palabra. Estoy segura que servirá de base para una buena comprensión.
En 2009 fui invitada a formar parte de un grupo de literaturos y escribidores novatos. Necesario es que antes de tomar esta hebra del relato, tenga que irme un poco más atrás en la historia. Entré a Blogger aproximadamente en abril del 2006, el mes no es exacto  porque abrí un blog antes y estuvo activo sólo unas semanas. El año oficial sí fue el 2006. Aprendí de forma paulatina a leer personalidades, a entender entre líneas. El ciberespacio no traza ni define rasgos porque domina la improbabilidad. Como es de esperarse, erré con varias personas. No domino la psicología del lenguaje, pero lo evidente no se me esconde cuando leo algunos personajes bloggeros. Pocos son auténticos u originales. Un blog es un escape, un medio, una razón, una necesidad, una herramienta. Lo que sea para cada quien no es el asunto en esta historia.Al principio la elección de mis lecturas fue por simple empatía: la mayoría. Con el tiempo, elegí leer varios blogs de acuerdo a su contenido. Disfrutaba la poesía de algunos, los relatos, las recomendaciones literarias. Los blogs de cinéfilos me impresionaban; leía los debates con entusiasmo, las recomendaciones y las reseñas. Encontré páginas bien organizadas de fotografía y vídeos. Webs de melómanos. Espacios entrañables de política. Esa experiencia de conocimiento cibernético me tomó mucho tiempo. Del mismo modo como yo observé, fui calificada. La oportunidad de conocer en persona al tecleador de algún blog se dio en varias ocasiones. Errar en lo físico era común. Sólo dos personas resultaron por completo diferentes en carácter y personalidad de como los había imaginado al leerlos. A muchos aún no los he visto frente a frente.Rehuí de los blogs donde detectaba superficialidad, mentira, pose. De pronto abría una página y leía. Saltaba a otra y, sorprendida, miraba las mismas palabras.  Así fue que conocí y reconocí el plagio. Con el tiempo aprendí otros métodos para descubrir robo de textos.Recibí visitas espontáneas en mi blog y los visité por reciprocidad. La afinidad es un imán y creo que la gran mayoría nos leemos por esa razón. Un día llegó a mi blog una persona a la cual ya había leído meses previos. Debo aceptar que entré a su blog por el morbo que me provocó un comentario malicioso en un blog amigo. No me interesó dejarle comentarios porque no me gustó el contenido de su web y el descuido de su gramática (cuando ella escribía). Además era plagiadora; una de tantas que existen en la red. Era evidente cuando robaba un texto: se leían frases bien elaboradas, adecuada puntuación y buena ortografía. Pero lo que también me irritaba de esta bloggera era la imitación, la pose de “culta”, la falsa modestia, el intento de erudición, la doble moral, la envidia. Querer ser no es malo. Aparentar ser es degradante y demuestra una cosa: complejos.
Por la directriz que le dio a su primer comentario en mi blog, entendí que yo era “meritoria” de su visita por algo inteligente que «según su criterio» dije en un blog que ambas frecuentábamos. Desde ese día tuve el “privilegio” de sus visitas. Fui recíproca pero incómoda. Mis aportaciones en su blog, por más que yo lo intentara, surgían burlonas, ácidas. Decidí la mejor de las soluciones: el silencio. Es complicado abstenerse de soltar de buenas a primeras algo como: oye, ¿no te reclama nadie por traerte letras de otro lado?, pero lo logré; estoy segura que muchos se dieron cuenta de lo que ella hacía y optaron en poner tierra de por medio o callarse. Existen también muchos que seguramente ni cuenta se darán. Algunos le escribían comentarios, evidenciándola; en cuanto los descubría, los borraba. Esta blogger padece de alergia a la autocrítica y la contrarresta adjudicándose la actitud de víctima: “me envidian”, “quieren ser como yo”, “no tienen vida propia”, “necesitan atención”, “se hacen publicidad conmigo”, etcétera. Conozco sitios web con finalidad y perfil específico: crear un personaje ficticio, ya sea para informar y aportar; o para que ese personaje sacuda consciencias. Este tipo de páginas requieren despersonificación completa del que las abre, además de inteligencia y conocimiento. No es el caso del espacio cibernético de ésta bloggera.
Cuando me llegó la invitación para formar parte del blog de ecribidores novatos, mi credibilidad hacia la plagiadora era nula. Un blogger reunió a diez personas que según él merecíamos estar en ese blog colectivo. No sé cuál fue el criterio en que basó su elección. La realizó de tal forma que para los incluidos fuera un misterio conocerse entre si semanas antes de iniciar las publicaciones. Yo inauguraría el espacio aportando el primer relato, fue por eso que al colgar el texto en el blog, curiosa, fui a ver los nombres de los demás escríbanos. Me sentí honrada al descubrir a dos que me encantaba leer. La mayoría eran nuevos para mi. Me desanimó ver el nombre de la roba textos; en ese momento el instinto amenazó a mi sentido común.
Ahora sé que la vanidad del escribano tiene la susceptibilidad de un diente de león contra el viento; eso yo, en aquel tiempo, lo ignoraba. Fue entonces que cometí el primer error. En la actualidad, si alguien me pide opinión acerca de sus letras o me solicita que le corrija algún relato, pongo cualquier pretexto, me niego; a menos que sea un conocido de confianza o me encuentre en el taller de creación literaria; mientras tanto no lo hago. Uno de los escribidores pidió mi opinión acerca de uno de sus cuentos y yo me solté de la mano: iniciaron los recelos. Las mujeres somos las peores enemigas invisibles. Poco tiempo bastó para que se corriera la voz entre varios de los escribanos acerca de mi atrevimiento, lo noté por la actitud y el recelo hacia mi. Me aislaron. No tengo habilitado el sentido de pertenencia, soy un alma que se inmuniza ante cualquier peligro. Los clubs de Toby en cualquiera de sus versiones me provocan urticaria. No iba a lograr controlar el “cuchicheo” virtual, así que decidí dejar las cosas como estaban. Me recriminé a mi misma por el atrevimiento y asumí las consecuencias estoicamente. Llegó el mitote también al buzón de correo del administrador del blog; para esas fechas varios escribidores habían iniciado su aportación al blog y como era de esperarse en un sitio que se promocionaba como espacio literario, no faltaron los comentarios a favor o en contra. Hubo mensajes corrosivos, ataques contra algunas letras. Fue por eso que el reclutador del blog por momentos colocaba moderación de comentarios; una acción más agotadora que la que debería haber prevalecido: tolerancia. Algunos escríbanos asumieron los puntos de vista como asunto personal incluida la plagiaria de letras, que no soportaba ningún comentario negativo a sus textos, de inmediato solicitaba que fueran borrados. Hubo uno en particular en contra de ella que me provocó mucha gracia, no lo vi porque lo hayan publicado, lo leí en la página web del bloggero que lo escribió; él decidió hacer un post (muy creativo por cierto) de queja porque le censuraron su comentario. Confieso que me reí mucho; conocía en persona al quejoso, le comenté en su blog que  «me daba pena ajena que lo hubieran censurado» y ésta pequeña frase tomó tintes dramáticos por parte de la plagiaria quien la desvirtuó de la siguiente manera: «me da pena ajena que sean tan malos los escribidores y literaturos para escribir». Esa fue la gota que desbordó el río. El administrador del sitio web me solicitó que metiera en maleta confortable mis letras y me largara; el correo electrónico donde me notificó lo anterior me sirvió para corroborar que dos mujeres habían manipulado todo; tenemos esa capacidad de marcar nuestras acciones. Aquí terminó la poca interacción que existió entre la plagiaria y yo. Uno que otro estirón se presentó por la ausencia de autocrítica de su parte después, sólo eso. Silencio durante mucho tiempo. Me entretuve en otra hebra que en esos días le dio por soltarse del tejido y me devolvió hacia momentos remotos, hacia desgracias de nombres sin rostros.
Arribó un cambio en internet. Muchos bloggers llenaron de críticas y negaciones sus espacios con respecto a Facebook y Twitter, satanizándolos. Le colocaron estereotipos a cada uno: Facebook para las huecas que sólo quieren presumir sus fotos y enseñar las tetas; Twitter para los que no tienen mucho que decir. La plagiaria fue una de ellos y terminó como la gran mayoría, abriéndose a las redes sociales. Continuaba también robando letras.
Cada uno fue acomodando sus gustos en las redes, ajustando sus finalidades y sus necesidades. Una bloggera excelente mencionó hace unos días sobre el clasismo que se denota en twitter. Creo que banalidades se leen en todos lados, sólo que si resultas superfluo en twitter, parecería que eres perdonado. Abrí cuenta en twitter y Facebook y continué en blogger. Muchos sitios y escaso tiempo para llenarlos de ideas. Hay días buenos con poco movimiento de pacientes y se alternan con semanas enteras sin respiro. Me gusta escribir desde hace varios años. Acudo a talleres literarios. Por momentos me desaparezco del internet principalmente para leer y, cuando tengo tiempo razonable, para escribir mis relatos. Mi rechazo ante la mentira y el plagio, la pose y lo superfluo, se evidencia en lo que escribo principalmente el twitter. Los que me conocen saben de mi afinidad izquierdista, la claridad de mis acciones, la sinceridad de mi actitud, lo directo de mis comentarios, lo grandes que son mis ojos, el placer que me da arreglarme mis manos y mis pies y por supuesto, lo guapa que suelo ser  O_=
Un día por azar, encontré la cuenta Twitter de la plagiaria, por cierto, seguía robando letras.
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Aquí, el periodista Iván Ríos Gascón le sugiere colocar los créditos en uno de los post que ella había publicado. De mala gana lo hizo.Como este ejemplo existen infinidad de plagios durante varios años que tiene publicando. Ha robado letras de blog eróticos, literarios, etcétera.
Lo inexplicable un día sucedió. Alguien externo se alió con ella. Esa persona es un hilo diferente que en otros tiempos, fuera de lo virtual, tuvo un nombre y luego, sin rostro, apareció para mostrarme su rencor. Aliarse lo virtual (la plagiaria que no conozco en persona) con lo real, me sorprendió. Hace unos meses envié un mensaje a la real: no involucrarse. Pero su resentimiento es más fuerte. Dicen que está obsesionada con mis acciones y que espía mis letras desde hace varios años.Esta mancuerna de mujeres (la plagiadora y la resentida) ahora abrieron en twitter una cuenta fake (@_mafaldasexi) parecida a la mía (@Mafaldasexi) y le colocaron mi foto porque dicen que molesto a la plagiadora y que merezco ser jodida por ellas. Conocedoras de cómo se mueven este tipo de cuentas, le cambian en forma constante el nombre de usuario para que resulte complicado darle spam. Se dan a la tarea también de revisar a los twitteros que yo sigo y les envían tuits con tonterías, advirtiéndoles que soy una acosadora sexual de hombres.
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@bloosr  les contestó algo muy acertado. Él dio con el centro de la cuestión. ¿Por qué se molestan en abrir una cuenta falsa para molestar a alguien que tiene pocos seguidores como yo? Le responderé a Alonso Romero (@bloosr) : soy una piedrita en el zapato para la ladrona de letras. Cuando digo: doble rasera, fea, acomplejada, plagiaria, falsa, lacra; de inmediato se siente aludida. Se hace la víctima y utiliza las frases conocidas: “me envidia”, “quiere ser como yo”, “no tiene vida propia”, “necesita atención”, “se hace publicidad conmigo”, “pobre cincuentona fea”; y aquí van las típicas sesudas que utilizan las lectoras de Cosmopolitan: “necesita hombre”, “pobre quedada”.La plagiaria se envalentona, reta, dice que la arroben, que la afronten y de inmediato, se esconde entre cuentas falsas, trolls y modestia falsa. Se siente aludida porque ella es todo eso que yo digo; le incomoda la verdad y le preocupa que la evidencie porque es culpable, si no lo fuera, estoy segura que no haría caso. No tengo obligación de mostrarme para nadie, muchos ya me conocen en persona. Me siento bella porque lo soy, perdón si eso le afecta. Soy inteligente, lo siento por ella. Me quiero y acepto.
A la rencorosa le digo que no es sano evitar a las personas con las que alguna vez uno se equivocó. Tengo la consciencia tranquila, he recuperado mi autoestima y no soy dependiente de arrebatos, obsesiones; estoy libre de psicopatías. Soy feliz porque no guardo odio en mi corazón. Y llevo a cabo el siguiente precepto: "Nunca odies a tus enemigos: no te permite juzgarles". (El Padrino, parte III)
Javier Marías dijo que las historias no pertenecen sólo al que asiste a ellas, una vez contadas ya son de cualquiera y nada se cuenta dos veces de la misma forma. Creo que está historia merecía ser contada con mis letras.

Foto de cabecera de © Tommy Ingberg

Mafalda desde si misma…


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