una mujer llamada VERDAD

La verdad era una mujer hermosa, que se apareció desnuda a aquel joven, llamado pueblo.

Era frágil y sus encantos saltaban a la vista, ella era delicada además de bella, era como una seda con olor a primavera, sus cabellos largos escondían el reflejo del sol y su sonría cautivaba a todo aquel que la miraba.

Ella apareció frente a los hombres encima de una roca en un hermoso lugar donde el agua bañaba los rincones y la vida fluía sorprendiendo por su espléndida naturalidad.

Todos la amaban, pero ninguno la mostraba desnuda y bella, tal y como se había presentado, todos querían taparla, esconderla, llevarla protegida para casa, era demasiado bella para mostrar a un mundo cruel , así que pronto la cubrieron con un manto y tan cubierta como pudieron , se la llevaron lejos, no querían compartirla, no querían ensuciarla, querían que fuese pura, tan pura como se les había aparecido.

La verdad se encontró de repente encerrada en un lugar oscuro, frío , sucio, aquellos que querían protegerla, la habían encerrado sin haberse dado cuenta.

Ella quería escapar ver el mundo del que procedía, amar sin límites todo lo que se le aparecía, enseñarles a los hombres el camino a seguir en la vida, pero ellos no quisieron dejarla libre, ellos la encerraron en cuatro paredes, cuatro guardaespaldas custodiaban la estancia, un político, un banquero, un rey y su esposo el pueblo.

El pueblo se había casado con ella, nada más conocerla, su exsuberante belleza le atrapó enseguida y quiso convertirse en su esposo para amarla de por vida.

Cuando eran plenamente felices juntos, apareció ella, La Codicia, una mujer aún más atractiva y sensual, provocativa y tentadora como una serpiente se adentró en su mente, el pueblo cautivado por sus encantos cayó en sus brazos, ella prometió lujuría, placer, desenfreno, poder, le explicó que junto a ella podría sentirse como un rey, lo tendría todo a su alcance, todo sería suyo.

El pueblo, sumiso cayó en la trampa de La codicia, no pudo resistir la tentación de sentirse atraído por tal cautivadora femia, sus encantos le atrapaban cada vez más, hasta olvidar que era dueño de su vida.

Desde entonces, el pueblo cautivado por su nueva mujer codicia ahora convertida en su nueva esposa llamada MENTIRA, dejó olvidada y encerrada aquella mujer llamada VERDAD que había sido su joven esposa, cuya frescura y hermosura, cada día la perdía como los árboles pierden sus hojas en otoño.