Revista Talentos

Unas elecciones para la risa

Publicado el 23 marzo 2015 por Perropuka

Unas elecciones para la risa

Los favoritos son tan creativos que se copian iniciativas


A una semana de las Elecciones Subnacionales -como algún superdotado ha bautizado a la jarana costumbrista en la que se elegirán gobernadores, alcaldes y concejales-, anoche vi en la tele el veintiúnico debate (es un decir) entre los tres candidatos favoritos a la alcaldía de Cochabamba, con el primer ingrediente alucinante de que el aspirante del oficialismo (MAS) mandó a su fantasma a representarlo ya que por “estrategia política” se ha negado sistemáticamente a debatir con los opositores en cualquier foro, siguiendo la línea de Su Excelencia que únicamente debatía con su sombra en la tarima mientras le llovían las aplaudidas por tantas anécdotas que soltaba a modo de parábolas. 
Los asesores tan duchos del MAS, al parecer, se creen que sólo llenando las avenidas con gigantografías e inundando la pantalla chica con megaproyectos van a retener la mamadera de la alcaldía, trayéndose un candidato prestado del estamento universitario para llenar el vacío que dejó el obeso y bullanguero Cholango, quien fue mandado con su guitarra a otra parte por el mismo masismo y que, según se ha visto, actualmente prosigue una prometedora carrera como jurado en ese reality cutre conocido como ‘Yo me llamo’. Luego le llamarán sus ex socios folclóricos para presidir los concursos cuando el Jefazo inaugure el primer Festival de la Concordia, de seguro. 

Unas elecciones para la risa

El Prado, convertido en feria de promesas

Cómo andarán de mal las cosas en la U, a la que asistí en los moribundos años noventa para ser otro estudiante mediocre y conformista, y que, no obstante, tenía rescatables académicos que presidían el rectorado y otras instancias. Observar hoy a un candidato que hace unos meses era el rector de la mejor universidad del país (según un ranking internacional) con esa estampa pobre, anodina y pusilánime, y que, para mayor estupor, ni siquiera puede expresarse medianamente bien para un puesto de esa alta responsabilidad; irremediablemente dan ganas de llorar a moco tendido. ¡Madre mía!, hasta dónde caído el nivel educativo de este país, a pesar de los másteres y doctorados que se cosechan como papas. Y así, con esas tristes credenciales, el mustio ex rector pretende ser alcalde de mi ciudad. No sabe ni ‘socializar’ su propuesta programática y pretende que le vote como el resto de los llajtamasis. Tal vez ahí el temor de confrontar ideas con los rivales, hasta un mudo se lo iba a comer vivo. En otros países, dicen que candidato que se niegue a debatir no le vota ni su madre. Pero estamos en Bolivia y todo puede suceder.
Como todo puede acontecer, anoche mismo vivimos una suerte de show a lo Laura “y que pase el desgraciado”: la política llevada a niveles entretenidos y grotescos. Empezando por llamar al patíbulo televisivo como El Abogado del Diablo (con decorados de cartón piedra y efectos especiales tipo llamaradas, onda crónica roja). Desfilaron los candidatos invitados uno por uno, como rindiendo examen oral ante un tribunal superior. Esperábamos que los jueces fueran comunicadores, analistas, columnistas u otros profesionales con mínimo prestigio como solía ocurrir antes. Pero no, el jurado lo componían cuatro politiqueros conocidos localmente: un diputado opositor, una concejal oficialista, una abogada ex masista y un abogado evista muy mediático. Todos bien cochabambinos como el choclo y el quesillo. Así de serio fue el asunto, con una escabechina que fue roja como la llajua: palos para candidato rival y loas para el amigo.  

Unas elecciones para la risa

¿Distinto para quién?...y se precia de ser comunicadora

Sometieron por estricto turno a una batería de preguntas, bien sentados en la palestra los cuatro inquisidores, dándose aires de jueces del más alto tribunal sobre la Tierra (solo les faltaba la correspondiente peluca, o tal vez los cuernos), al candidato que lo tenían sentado a un nivel inferior para que se sintiera como un bicharraco, aunque permitieron que detrás suyo se ubicaran algunos correligionarios para que le hicieran barra. Tira y afloja, juez y acusado, polémica, posteriores aplausos, murmullos, y abucheos ante preguntas incómodas. De debate nada, simple intento de linchamiento al enemigo. Lo peor de todo, que los jueces se perdían en preguntas insulsas y fuera de contexto, buscando hasta hurgar en la vida personal de los entrevistados que, por cierto, solo acudieron los candidatos de la oposición, ya que el aspirante a gobernador oficialista se dio el lujo de plantar a todo el mundo, sin mediar ninguna explicación aparente y el asiento vacío habló por él. Y eso que la propaganda nos pinta que él había sido un destacado periodista en sus años de barba negra. El colmo para un periodista, faltar a una entrevista comprometida. Será nomás su arrogancia de saberse amplio favorito en las encuestas. Y cuando el Jefazo manda, el pueblo enceguecido es capaz de votar a una oveja.
Por dios, qué guapa y segura estaba la presentadora o era que me duraban todavía los efectos de los drinks que me había pegado el sábado. 

Unas elecciones para la risa

El duo dinámico que sólo da la cara en gigantografías

Las participaciones terminaban con puntuaciones de 0 al 10 como todo concurso. Lo más surrealista de toda la noche fue la puntuación que la concejal oficialista otorgó a su candidato faltón: “pensando en su programa –dijo mostrando unas fotocopias- le doy un 9”. Tan risible excusa me hizo recuerdo a las defensas de tesis de la U, como si el postulante ausente fuera premiado con un sonoro 90/100 y todos contentos. Salieron los otros dos candidatos visiblemente contrariados y aburridos, uno más abatido que el otro, con sus bolsas abultadas en los ojos, por todos lados exudaba sudor a derrota. No extraña que este vaya tercero en las encuestas, a mucha distancia de los dos primeros. En cuanto a mis preferencias voy a ser pragmático, contra mi costumbre voy a estampar mi voto al favorito de las listas, basado en la premisa de que no puede haber cosa peor que el masismo. En otras circunstancias jamás le votaría al chango Leyes (no será ni ocho años mayor a mí), que pese a su juventud y aparente energía de ‘hacer bien las cosas’, como reza su eslogan, no me creo ni tantito de sus fabulosas propuestas. Con su promesa de ‘trabajar incansablemente mañana, tarde y noche’ ya me mató. Típico cachorro de político profesional, me huelo. 
Por dios, qué guapa y competente estaba la presentadora, o era que me traicionaba mi somnolencia. Ella fue lo mejor de la velada, el resto (decorados, personajes y aspectos técnicos) era para sentir vergüenza ajena. Y así quieren que cante ‘feliz estoy de ser cochabambino... Dan ganas de esconderse, hermanituy. 

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