Revista Literatura

Uno sólo muere cuando está solo.

Publicado el 14 julio 2018 por El Perro Patricia Lohin @elperro1970

Uno sólo muere cuando está solo.

“En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo. Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.” Marguerite Yourcenar

Esta tarde de verano trae un susurro que se esconde detrás de melodías imperceptibles, mientras algunos en la casa duermen la siesta. Intento descifrarlo mientras me adormezco. Los insectos quieren entrar y atacar del otro lado del mosquitero. A la hora precisa llega la sincronicidad del sol que se apaga cuando debe,  trayendo alivio a este día de cuerpos y mentes incendiadas. A unas cuadras de aquí, el agua del río huye hacia el mar.

Improviso ya que hago lo que puedo. En esa improvisación es que me desdoblo, y alguien parecida a mi corre hasta la esquina yendo a buscarte… y vos sonriendo, mientras te miente y dice que está perdida. Perdida en este pueblo de dos por cuatro. Cobarde, perdida en tus ojos. Vuelve y se hace una conmigo nuevamente.

El día murió, y me bebo la mentira junto con una cerveza tirada, en las mesitas del Open Bar de la calle principal que está frente a la plaza. Alguien rasga la guitarra y canta una melodía harto conocida. Las adolescentes fuman mientras ríen, cantan y tratan de captar la atención del incipiente cantante.

Quiero irme de aquí, aunque siento que tengo los pies arraigados, como las raíces del olmo que hay en la plaza; esas donde me sentaba a verte pasar al final de la jornada laboral. Quiero verte pasar otra vez, pero eso no sucede. Tal vez con un poco de coraje te invitaría a viajar, descalzos, caminando hasta la estación abandonada del tren, para darnos un primer beso debajo del cartel con el nombre de nuestro paraje.

Si querés venís conmigo, a este viaje, o a otros, y podés acompañarme mientras recorro kilómetros trotando por una ciudad desconocida. O si me permitís existir en tu vida aunque no puedas estar sentado siempre en la butaca de al lado, si querés ser mi cómplice, o si querés quererme constante y empecinadamente; sino querés dejar de hacerlo… y viceversa…

Si algo de todo esto llegara a suceder, yo podría ir por la vida más livianamente, dejando de sangrar por los poros, con la certeza de que uno sólo muere cuando está solo.

Patricia Lohin

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