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VAE: 03. Enemigo sexual.

Publicado el 08 noviembre 2013 por Jonmcgees
VAE: 03. Enemigo sexual.
Nos encontramos a miércoles. Han pasado unos días desde el comienzo de las fiestas y creo que todo el mundo está tan cansado que el pueblo se ha convertido en un desierto. Entre que le ha dado por llover y que todos parecen seguir cansados, poco queda que ver aquí. Llevo días que me apetece salir y, a la vez, quedarme en casa. Por lo que, si hago un resumen de lo que me ha pasado estos tres días, seguramente acaba siendo igual de longevo que la historia del viernes.
El domingo no deja de ser un día de descanso. Yo me la pasé viendo series hasta bien llegada la noche y, quizás, ahí también seguí viéndolas. Entre descansos hablaba con diferentes personas. Pero creo que la más significativa era la llamada de Alba, la cual empezó a contarme su vida con pelos y señales. Me contaba avances con Pablo, sus vivencias en las fiestas. Cosas que seguramente yo también haya vivido pero que debo escuchar porque soy un buen amigo y no debo cortar la emoción que siente al contarme. Y esa emoción puede ser buena como puede ser mala. Lo mismo me pide que no le interrumpa a que me pide que lo haga porque se siente mal. Ya se sabe, todo un lío.
Doy gracias a la línea telefónica porque nos sale gratis aquella llamada. Horas hablando para decirnos nada y contarnos todo. Yo le acabo contando sobre Noelia y creo que va a ser la única persona a la que le cuento por aquella reacción que acabo escuchando. Ni siquiera sé si me vuelve a gustar, o si algún día hubiera dejado de gustarme. Lo que sí sé es que todo el mundo piensa que me gusta otra persona, cosa que ni yo mismo sé. O sea, no me refiero a que tenga dudas de que si me gusta, es que yo la veo como una amiga más y la gente se empeña en que parece gustarme, y eso me hace confundirme. Eso me recuerda a un amigo mío que creía ser heterosexual y al final acabó dudando de su sexualidad porque todo el mundo se empeñaba en insultarle para dejar definida su orientación. Cosa que me hace preguntarme muchas cosas pero en especial una. ¿Si fuera de la orientación que ellos dicen ser…  dejarían de insultarle o seguirían? Es decir, se empeñan en que tiene que ser algo que la otra persona dice no ser. Quizás si lo fuera de verdad pararían de decirle. A lo mejor es solo que necesitan confirmar que la sospecha es cierta para insultarle. Así, como hipótesis tonta.
Me quedo mirando a no sé dónde, fijamente. Alba grita mi nombre para saber si sigo escuchando, mi respuesta es negativa. Ella me había contado un cotilleo que me podía interesar, o tal vez no, pero podía. Todo puede ser en esta vida. Y por si aún no lo sabéis, porque no lo he dicho, mi nombre es Felipe. Todos tenemos entre dieciséis y dieciocho años. Unos pasaran el año que viene a la universidad, otros repetirán y otros seguirán su transcurso por el bachiller. Yo soy de la segunda opción. Muchas veces me quedo pensando que haré el año que viene, es decir, la mayoría de mis amigos empezarán un nuevo curso sin mí, serán universitarios y seguramente seré sustituido. Ya se sabe que la vida universitaria es muy diferente a la que hemos estado viviendo éste tiempo. Supongo que una nueva época que no es para mí en esos momentos.
El cotilleo en cuestión es bastante raro. No me lo esperaba pero lo veía venir. Me explico, sabía que eso podría llegar a pasar por lo que había entre esas dos personas, pero lo veía como algo lejano. Al parecer, Carlos y María acabaron por verse las caras. Todo empezó mal, una pelea, una discusión. Lo ocurrido después fue un beso. Y sí, pertenecían a ese tipo de parejas que cortaban. Esas en las que seguía habiendo tensión sexual. Y bueno, la cosa acabó en la cama de uno de ellos. Intuyo que en la de ella, más que nada, porque la familia de Carlos era algo más estricta con ese tipo de cosas. No me entra curiosidad pero la duda queda ahí. ¿Serán amigos después de eso? ¿Se seguirán odiando? ¿Volverán a intentarlo o serán solo amigos con derecho a roce? ¿O quizás enemigos con derecho a roce? Sea lo que sea, que se lo pasen bien, que ellos pueden.
Alba es diferente, ella quiere saber más y me resulta curioso porque todas las cosas que me dice son cosas que hacen despertar un poco de curiosidad en mí. Así que, colgamos y averiguamos un poco. Julia tiene información de primera mano. Ni ellos mismos sabían que iban a ser pero ella tenía la esperanza de volver, mientras que él… creo que solo lo vio como un revolcón. En parte es lógico, por parte de ambos. Parecía ser que sería algo con derecho a roce. Sería curioso lo de: “Enemigos con derecho a roce”.
El lunes acaba siendo otro día como el domingo, a diferencia de que Alba quiere quedar sí o sí. Y no creo que sea para ver a Pablo, el chico ya se encuentra lejos del pueblo. No es que viva fuera o que haya ido a pasar lo que queda de vacaciones fuera, es que se fue a otra ciudad a iniciar la universidad. Unos se quedan y otros se van. Celia intenta quedar también pero nadie quiere así que acabamos quedando Alba, Celia, Julia, Ana (Una amiga que jamás pisará una fiesta), Héctor y yo. Héctor y Ana son dos personas de pocas fiestas, o con poca gana de ellas. Pero la vida social de uno dista mucho de la del otro. Ana tiene muchos amigos, tiene novio y puede salir siempre que quiera. El otro tiene amigos. Se puede dejar ahí.
Celia y Ana quedan antes en casa de la primera. Alba, Julia y yo igual pero en casa de Alba. A la hora que habíamos quedado nos reunimos en nuestro punto de encuentro y nos quedamos parados un buen rato hasta que decidimos ir a algún lugar, curioso quedarnos ahí esperando porque siempre acabamos en el mismo lugar. Y si se pensaba que en este grupo había buen rollo se acaba por completo. Celia y Héctor se pelean tirándose pullas, nadie sabe pararlas, nadie sabe a quién darle la razón, ahí solo gana el amiguismo que le puedas tener a cierta persona en ese momento. Nadie tiene razón, solo se odian y no se aguantan. Y no, no es ese odio que los ves y saltan chispas. Es ese en el que hay asco detrás.
Cotilleamos sobre las fiestas o sobre los demás. Hablamos de temas que haremos en un futuro no muy lejano. Julia es acosada por mí en busca de información sobre aquel chico con el que hablaba en las fiestas. No me cuenta nada interesante e imagino que no me quiere contar nada de nada. Celia nos cuenta de chicos que le gustan. Si, Celia se basa en eso, nunca consigue ningún novio. No porque no pueda, realmente no sé por qué. Alba sueña con Pablo en secreto. Ana no habla de su novio, todos lo conocemos. Y Héctor nunca cuenta nada.
Nos echamos fotos, hacemos un poco el tonto por ahí. Compramos bolsas de patatas y acabamos en casa de Julia jugando al SingStar. Casi todas las batallas las gana Alba, así que las batallas interesantes se basan entre nosotros, que sin contar a Alba gano yo también. Y llegando al peor cantante… creo que podríamos decir que son Celia y Ana. Una porque no canta mucho y cuando lo hace desafina, y la otra porque canta todo el rato con el tono que le da la gana. Héctor echa muchas fotos de nosotros cantando, y Ana también.
Pedimos de cenar y jugamos a juegos de mesa en los que ni Alba ni yo nos lucimos. Somos penosos, todo hay que decirlo. Aquí los ganadores son Héctor y Julia. Y la noche acaba. Julia se queda en casa. Alba y Celia también vuelven a las suyas.  Al final acabamos en el portal de Ana teniendo nuestras conversaciones profundas. Esas que siguen y siguen sin un final, aquellas que tanto gustan a la gente. Las que cuando acaban te dejan un sabor amargo. Pues acabaron.
Y el martes. El martes fue raro. No podría definirlo pero seguramente acabaré por olvidarlo sin pena ni gloria. Héctor, Ana, Julia, Alba, el novio de Ana y yo acabamos en la feria. En un principio íbamos a ir solo Julia, Alba, Sonia y yo. Pero Sonia se tuvo que recoger tan pronto que ni siquiera llegó a la feria, por lo que, acabamos por ir nosotros tres solos. Nos encontramos con ellos y nos tuvimos que juntar. Si no los hubiéramos llegado a encontrar… ¿Héctor sería aquello que se llama sujeta velas? Y yo ahí dicto mi teoría. Yo no creo en las apariencias, creo en los hechos. Y quizás el chico no sea gay, sino más bien que estuviera enamorado de Ana. Todo podía ser. No todos los amigos aguantan estar de sujeta velas. Yo al menos no lo aguantaría. Aunque alguna que otra vez lo he hecho, pero no me pasaba eso. Lo que rompe por completo mi teoría pero lo dejo en el aire.
Ana y su novio se sentaban en todos sitios juntos. Héctor nunca se montaba en nada, algunos podrían decir que era por miedo, pero quizás era porque no le gustaba gastar nada. Quizás era una mezcla de ambas. Teníamos la suerte de que la mayoría de las atracciones eran de tres o de dos pero con asientos pegados y si no… pues de uno. Al que le tocaba sentarse solo siempre era por culpa de Héctor que nunca se montaba.
No voy a contar mucho más de estos días porque no tiene tanta relevancia. Lo mejor de la feria… el momento en el que Héctor se compró una manzana de caramelo y después de haber chupado dos o tres veces, acabó en el suelo. Fue muy gracioso. Vale, quizás demasiado cruel por nuestra parte por reírnos tanto. Escojo otro… ¡Ya! El momento montados en una pequeña montaña rusa de la feria en la que se escuchaban demasiado las vías del vagón y el novio de Ana saltó y dijo: “Esto no lo hacía ayer” Y todos acabamos muertos de miedo. Quizás ese fue el peor. Bueno, fue muy gracioso después. Lo hizo todo más emocionante. Pero si tuviera que catalogar uno como el peor sería… cuando Alba empezó a vomitar del mareo. Cuando tuvieron que parar la atracción por su mal estado. Menos mal que la gente no se dio cuenta de que fue por ella que pararon la atracción porque si no… la de caras largas que hubiera recibido en ese momento. Y por ella se acabó nuestra visita a la feria de ese día. Su mareo le impedía seguir y nuestras ganas tampoco eran muy grandes, por no decir que el dinero de nuestro bolsillo tampoco era mucho.
Seguramente Alba acabaría cogiendo pánico a la feria. Quizás no. Pero yo si lo cogería. Cuando tengo una mala experiencia la suelo alargar durante mucho tiempo. Y es que los malos momentos perduran para toda la vida como traumas, recuerdos que aparecen siempre. Un momento de nudo en la garganta. Y los buenos pasan, claro que pasan. Pero quizás al ser recordados solo puedes sacar una sonrisa que te dura unos minutos, mientras que aquel nudo en la garganta te dura bastante más. Hablo de mi experiencia, no de la de los demás. Quizás es que los momentos buenos que yo he vivido han sido pocos, o poco intensos, o que le he mostrado poco interés. Prefiero pensar que recuerdo los malos porque me hacen más fuerte hacía las cosas que están por venir, que los recuerdo para que no vuelvan a pasar. Y que los buenos los olvido porque deseo que vuelvan a suceder. Supongo que ese pensamiento me hace menos triste.

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