Magazine

VAE: 04. Pesadillas.

Publicado el 15 noviembre 2013 por Jonmcgees
VAE: 04. Pesadillas.
Todo el mundo tiene pesadillas, sueños. Creo que es ese tipo de sueño que refleja tus miedos, o, al menos, una idea de lo que son. Soñar con que se te caen los dientes guarda un significado que no recuerdo. Nunca he soñado ese tipo de cosas así que no le presté mucha atención. Mis mayores pesadillas siempre han sido el ver morir a alguien, que me pegaran, que me mataran o perder a un ser querido. Seguramente tengo mente de psicópata pues una vez soñé que perseguía por las ventanas a mi madre para apuntarle con un rifle, le di en toda la cabeza y me levanté llorando. Lo peor es que yo sería incapaz de llevar un arma de fuego en mi mano. Lo curioso ya no era que matara a mi madre, sino que al principio yo parecía defenderme de un asesino que entraba en casa, al rato, resultó ser mi madre. No es la primera vez que me pasa, es decir, a veces hay unas personas y luego resultaba que hablaba con otras personas. ¿Eso significa que vives en una confusión permanente? ¿Qué ni siquiera sabes quién es quién? Pues al final acabaré por mirar ese tipo de cosas, la cosa es que yo solo sé buscar cosas concretas. Que se me entienda, no quiero ser el típico pringado que suelta una pregunta en Yahoo Respuestas. No quiero que se rían de mí. No es mi intención.
Pero aún así, creo que el peor de mis sueños se ha ido repitiendo a lo largo de estos años de forma diferente. Mi perro muriendo de diferentes formas, desde saltando desde mi ventana, hasta siendo atropellado. Siempre que sueño con cosas así, salgo corriendo de la cama para abrazarlo mientras una lágrima recorre mi rostro. Posiblemente sea el ser querido que más tenga miedo de perder. Y siento ser una persona que ama más a su perro que a todos los demás en este mundo. No sabría escoger si me dieran a elegir, pero como no me van a dar a elegir jamás… ¡Fuera problemas! Porque es más… ¿Quién me va a dar a elegir entre dos personas a mí? Estamos hablando de una persona a la que no conoce ni la mitad de su pueblo, una persona que pasa sin pena ni gloria por la vida de las personas. Habría que ser muy triste para hacer eso. En todo caso darían a elegir a otras personas entre unas en las que esté yo. Y siendo francos, yo sé que nunca sería el escogido. No voy de víctima, no digo que nadie me quiera, tengo muchos amigos. Pero… ¿alguien me tiene como su primera opción? Eso sí que no. Y no me quejo, que conste.
El caso es que la pesadilla que tuve anoche me estuvo dando vueltas durante todo el día. Creo que ha opacado todo mi día. ¿Tendré a un plagiador dentro de mi cabeza trabajando? ¿Será que quiere hacer su huella en Hollywood? Todo puede ser. La cosa es que la pesadilla que tuve pasa de ser extraña hasta escalofriante.
Todo comenzaba una noche cualquiera. Nos encontrábamos un chico, Celia, Sonia y yo en el centro de encuentro. Estamos hablando durante un buen rato hasta que ellas deciden irse. De repente veo de lejos a Héctor y Ana. Ana no quiere saludarme, de hecho, guarda silencio todas las veces que grito su nombre. Me enfado y la insulto, no sé si la palabra que utilicé fue aquella de las cuatro letras que tanto ofende. Puede ser. – ¿Quién vino a hablar? Tú vida es tan triste que tienes que salir con este, no sé que es peor. – Me responde. Y sí. Punto bajo. No pienso que mi vida tenga que ser triste para quedar con él pero si es verdad que tampoco es muy amigo nuestro. Yo le guardo cariño. Al final, aquello acaba en una ida y vuelta de varios insultos y sacada de trapos sucios.
Al día siguiente recibo un mensaje privado por parte de Héctor pidiéndome perdón por todo y diciendo que todo eso pasó porque ella quiso. Que él no me saludó porque ella le pidió que no lo hiciera. No le contesto al mensaje, dado que, uno decide lo que hacer, y no debe excusarse en otra persona. Así lo veo yo.
Llegada la noche, todos menos aquel chico estábamos en una especie de edificio viejo, al entrar todo es diferente a como es por fuera, es decir, si antes parecía un edificio viejo, ahora era una especie de casa. Celia entra en una puerta porque dice que tiene que hacer unas cosas. Me pregunto el por qué de la estancia de ellos dos allí con nosotros. Las luces se apagan. Se vuelven a encender e imagino que ha sido porque alguien le dio al interruptor para que se volvieran a encender. Celia sale de la puerta enfadada y da un portazo. En ese momento vuelven a encender y apagarse las luces de la casa. Las paredes se abren y actúan a modo de aspiradora intentando hacernos caer en una especie de pozo sin fondo, como al vacío.
Veo que Ana se agarra fuerte de un palo, y yo hago lo mismo. Cuando veo que Sonia no se ha podido agarrar de ninguno, y que está a punto de caer al vacío, agarro su mano para cogerla fuerte. Al mirar veo que ha pasado lo mismo con Héctor y Ana. Celia no tuvo la misma suerte y cayó en aquello, fuera lo que fuera.  Cuando las cosas parecen quedar en la normalidad, salimos corriendo fuera de la casa.
Me pregunto si Celia estará muerta, y al mirar las caras de los demás, sé que ellos también se lo preguntan. Es entonces cuando hay como un salto espacial-temporal. Por algún casual de la vida, yo tengo carnet y coche. Estoy en uno y ha habido un terremoto en toda la carretera que ha causado que casi todo el mundo muera allí. Yo quedo atrapado en mi coche, el asiento me ha pillado justo del cuello. Estoy justo para poder ver a través del cristal frontal y ver a todo el mundo, incluso a un policía que dice que no ha habido supervivientes. Otro de ellos me mira fijamente, supongo que me está viendo y sabe que estoy vivo. Mis labios intentando decir: “socorro” pero nadie viene a ayudarme, ya que, no se me escucha. Ese hombre sube el píe en el coche fuerte, haciendo que el coche se mueve tan bruscamente que mi cuello se vea aplastado por la silla del coche. Obviamente mi vida acaba y se queda todo en negro.
“Todos debieron morir en aquella casa” en color rojo pasando por toda la pantalla negra que me quedaba de sueño. Me levanté bruscamente. No sudando como lo típico que se ve en la televisión pero si tocándome el cuello porque me dolía. Era raro. No sé si los otros acabaron por morir, antes o después que yo, pero si debieron morir en la casa, estarían muertos. No sé si es que en su día me encantaron tanto las películas de Destino Finalo que aquella pesadilla quería transmitirme algo.
Quiero suponer que aquello significa el vivir felizmente lo que nos queda de vida, decir a las personas lo que sientes y estar siempre con los que quieres. O sea, miedo al irme sin perdonar a ciertas personas, o el irme sin haberme despedido. Sin haber disfrutado realmente de la vida, sabiendo que me quedaba algo por hacer. Si es verdad que después de aquella pesadilla decidí reconciliarme con todos mis amigos. No sé lo que me durará porque soy bastante peculiar pero ahí está. ¡Las cosas se intentan! De todos modos, nadie puede sentirse mal por no haber sido perdonado por mí, es decir, si le perdoné una, dos o tres veces… seguro que lo acabaría haciendo una vez más. Si alguna vez le quise, en mi corazón sigue habiendo cariño. Y eso, las personas que me conocen de verdad, lo han de saber. O no, quizás es que yo soy muy de estudiar las cosas que me rodean. Hay que analizar cada palabra que dice la otra persona pues puede guardar un mensaje oculto. Así lo veo yo, y así soy yo el tonto que no se entera de indirectas o de mensajes con segundas que lanza la gente. Es lo que tiene ser el corto de mente. Necesitaré un traductor de indirectas toda mi vida. Pero eso hace que sea más divertido todo, y si no es divertido… yo lo veré divertido igual.

Volver a la Portada de Logo Paperblog