Revista Talentos

Vascolet

Publicado el 12 octubre 2014 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro
Las Cuatro de la mañana. Estoy todo traspirado otra vez. La flaca sigue durmiendo. Creo que duerme para joderme a mí, cuando la conocí se la pasaba yendo al baño toda la noche. Eso también me jodía, pero de una manera más simpática. Mejor no levantarla tampoco porque seguro que me va a decir que aproveche el insomnio, que lea un libro que mire la tele, que no lo sufra. No, dejame sufrir flaca. Mañana tengo que ir a laburar. Ya giré varias veces, dí vuelta la almohada, apagué el ventilador. No hay caso. Cuando era pibe mi vieja me decía que piense en cosas lindas y así me iba a quedar dormido. Intento, el caso sigue sin aparecer.  Cuando era pibe pensaba en el partido que había jugado, me ilusionaba con Racing campeón del mundo o imaginaba que le iba a pedir los reyes magos y me dormía. Un día me dejó de funcionar. Debe ser que cuando te hacés grande te dejan de pasar cosas lindas o te pasan menos. Entender la mayoría de las cosas te quita ilusiones.
 Mejor voy al baño, me lavo un poco la cara, me miro un rato al espejo y vuelvo. Tal vez un vaso de leche, no mejor leche no, la acidez es peor que el insomnio. La acidez no es un dolor de muelas pero es la acidez. Me lavé la cara, tomé un vaso de agua, hasta leí un rato el reverso del aromatizador de ambientes, sin embargo sigo sin tener sueño. Vuelvo a la cama. La flaca se debe haber despertado,un poco de ruido hice. Pero pará, yo no dejé la luz del living prendida. Seguro la llave está jodida y se prendió sola. Este departamento está para la mierda, pobre flaca, tan estructurada ella, y encima no tenemos “señora que limpia”, lo tiene que hacer todo ella,  como tampoco tenemos aire acondicionado, ni dos televisores, el mantel de hule lo cambiamos todos los años eso sí. Lo hacemos mierda con el pucho, ella fuma más que yo. Y pensar que cuando me conoció me quería hacer dejar el pucho a fuerza de promesas. Esto no era lo que me hubiera gustado darle a la flaca, esa flaca que me cuidaba tanto de pibe, que me cuido toda la vida. Me dije “bueno voy a apagar la luz y me dejo de joder que mañana hay que laburar” . En el camino al living hay como un camino de miga de galletitas de agua. Las hormigas ya las estaban atacando. Llegué, ahí estaba sentado, con sus galletitas y su vaso de Vascolet, sus pantaloncitos cortos, su remerita a rayas, su flequillo y sus patas chuecas. Inconfundible el cabezón.
- No me puedo dormir.
Cara de puchero, haciéndose el tonto como cuando le hacía una maldad al gato. Tenía las rodillas raspadas. Sin juzgarlo me senté con él y me hice un Vascolet, a la mierda con la acidez. Nos mirábamos fijo cuando nos interrumpió un viejo. Cruzó la puerta y se desplomó en el piso, sobretodo, sombrero y anteojos oscuros. Evidente olor a alcohol. Se levantó y se frotó los ojos, después hizo como que lo enfocaba en algo. Se sentó, se hizo un Vascolet y lo fulminó de un trago.
 - Buenas noches señores. Los recuerdo pero no se muy bien de donde. ¿Usted actúo en alguna película?
 Era claro que el hombre además de alcohólico era chicato. No hubo necesidad de responder, enseguida su cabeza dió contra la mesa y quedó ahí babeando. El cabezon dió un saltito y se fue corriendo para la cama. Yo levanté las cosas y las dejé en la pileta para cuando se despertara la flaca. Me dirigí a la cama y reflexioné.
 Amanecía, yo no había pegado un ojo. Ya se escuchaba el ruido de la pelota picando en la calle. Me levanté, mi vieja estaba durmiendo. Puse los dibujitos y tomé un tecito. Mi viejo se despertaba para hacer el mate. Fuí a despertar a mi hermano para que me acompañe a la plaza. Jugamos toda la tarde. Perdimos por uno. Cuando terminó el partido fuimos a jugar a la bolita hasta que el sol dijo basta. Perdí mi argentinita y me partieron dos lecheras con una acerito certera. Cuando cayó la noche jugamos a la escondida. Cuando iba a picar para todos mis compa me caí en el asfalto haciendome una frutilla en la rodilla. Por suerte estaba la flaquita que me auxilió que me dió un beso en el cachete, ojalá un día me dé un beso en la boca y venga a casa así le muestro todas las cosas que tengo. Con mi hermano volvimos a casa agitados los dos. Mi mamá me dijo que me bañara cosa que resistí hasta altas horas de la noche. Intenté dormirme, Leí unas historietas, dí vueltas, prendí la radio. Nada. Pensé en el partido que había jugado, en Racing campeón del mundo y que le iba a pedir los reyes magos y no funcionó.  Me levanté y me hice un Vascolet y ataqué unas galletitas. Ahí nomás entró un señor cuarentón, barba de dos días, pantaloncito de fobal, flequillo. Le dije que no podía dormir y le hice puchero, la jugada perfecta. El me miró, se hizo un Vascolet y me respondió
 - Si no limpias las galletitas del piso la flaca te va a matar.
 Nos miramos fijo hasta que entró un viejo, tenía un olor asqueroso, caminaba chueco hasta que se cayó desplomado. Se levantó, se hizo un Vascolet. Preguntó algo al cuarentón y después se quedó dormido babeando en la mesa. El olor me pareció tan nauseabundo que de un saltito corrí a la cama, dejé mucho lío en la mesa, si me duermo voy a tratar de despertarme temprano así mamá no se entera. Me tiré en la cama y me quedé pensando.
 Tengo un montón de volantes de pizzería en el sobretodo este, estaba seguro que había dos de cien acá. Ma sí yo le voy a pedir fiado al cholo. No pienso quedarme otra noche dando vueltas sin poder dormir. Ya me sé de memoria como es. A ver si me creo que si pienso en el partido que había jugado, o  me ilusiono con Racing campeón del mundo o imagino que le voy a pedir los reyes magos me voy a dormir. LLegué a lo del Cholo, estaban los mismos de siempre, escuchando la misma música de siempre. Hasta donde me acuerdo hablé con dos señoritas de pollera corta, creo que se burlaban de mí porque se sacaban fotos y también porque no aceptaron venir a dormir a casa. Estaba menos tímido últimamente, el whisky creo. Después el cholo mientras me fiaba de lo lindo me vino a contar de lo jodida que está su mujer, lo consolé un poco y me volví al departamento, era tardísimo e igual dudaba de tener sueño. También dudaba de cual era la calle de mi casa. En el camino había una parejita sacándole lustre a la pared, los aplaudí y el pibe me escupió. Entré a casa, Había un pibito con el pelo sucio sentado con un vascolet y un muchachón afligido enfrente suyo. Me pegué un golpazo con el escalón, ese que me olvido que está. Me senté, me hice un vascolet para sacarme el gusto del importado. Le pregunté al muchacho grande si no había estado en alguna película, ahí fingí dormirme.
 Yo sabía lo que había pasado y que hacíamos los tres juntos, les podría haber explicado que iban a vivir con insomnio para siempre, pero no les iba a matar la esperanza, nunca me gustó pisar brotes. Cuando se fueron a dormir o a reflexionar a la cama, limpié todo. Los tres vasos de Vascolet, los rastros de galletita, la baba del mantel de hule, barrí las hormigas, quedó todo impecable. Si todo quedará así, desordenado y a la flaca se le ocurre volver, me hubiera retado como me retaba mamá cuando no me quería bañar. Ahí sí que no me iba a servir de nada hacer puchero.

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