Revista Talentos

Vila-Matas vs Quintero

Publicado el 03 noviembre 2009 por Mcaellas
Vila-Matas vs Quintero Los escritores venezolanos se están aficionando a visitar Carcelona. Si hace unos días Barrera Tyszka paseaba tranquilamente por la calle Enric Granados -hasta que un mendigo se le acercó y le espetó un enigmático "tú serás el próximo"-, ahora se rumorea que el escritor venezolano más japonés, el gran Ednodio Quintero, camina estos días a la deriva por la Travessera del Mal. Se dice que Ednodio se prepara para el combate dialéctico que le enfrentará a Enrique Vila-Matas vagando sin rumbo por las estrechas calles del barrio de Gràcia. El ring está preparado, escondido en un entresuelo de la calle Córcega, en los dominios de Casa Amèrica Catalunya. La cita, el miércoles, a las 7.30 p.m. Para calentar motores Enrique publicó el pasado domingo un artículo con sabor a pisca andina, relatando su encuentro con el hombre que expulsó a Zidane. Un encuentro que sucedió en Mérida, en los Andes venezolanos, y que tuvo sus quince minutos de fama en la blogosfera literaria latinoamericana. Un encuentro literario presidido por el mismo Ednodio en el que anunció que se pasaba a la fotografía. En apenas 3 días de mesas redondas, presentaciones de libros y culebrones intelectuales, Ednodio hizo más de 2.000 fotos para que no quedaran dudas de su determinación. A la espera de su primera exposición, sus admiradores nos conformamos con sus relatos, agrupados ahora en una excelente edición de la editorial Candaya, que se presentan mañana en Carcelona.
"El bar, a esa hora, lucía desierto. Los escasos clientes que se inclinaban sobre la mesa de billar y el cantinero atrincherado detrás del mostrador, aparecían bajo mi mirada vidriosa como parte de un decorado artificioso y chillón. La soledad me acosaba por los cuatro costados, y amenazaba con estrechar el cerco hasta dejarme reducido a un espacio ínfimo, semejante a esos círculos de luz que en la tarima de algunos teatros señalan la presencia de un actor. Hienas al acecho, pensé. Probé mi cervza, que se había entibiado, y me supo a orines rancios de yegua. ¡Salud! Ahora sí, me dije, levántate y anda. Me levanté y avancé en línea recta, braceando en la oscuridad."

De Mariana y los Comanches

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