Revista Talentos

Viña del Mar y la paloma malvada

Publicado el 01 marzo 2014 por Perropuka

Viña del Mar y la paloma malvada

Paloma San Basilio, la que acabó con los "sueños bolivianos"


Ay, otra tragedia se acaba de cernir sobre Bolivia, peor que la que actualmente sigue padeciendo el pueblo beniano con el azote de las inundaciones. Por lo menos, el caudal de los lamentos da para pensar así. Ay, otra vez Chile se comportó con purita maldad contra nosotros: como si no bastara que nos hayan arrebatado el mar, ahora nos escamotean hasta los premios de folclore. Por piratas se meten con nosotros, siempre con nosotros, continúan los desgarradores lamentos, puteadas incluidas. Una ola de indignación recorre el país luego de conocerse la noticia de que los jueces del festival musical de Viña del Mar decidieron conceder el primer premio en la categoría folclórica a un grupo chileno, empatado previamente con otro boliviano.
La bruja malvada de los cuentos fue esta vez la respetadísima artista Paloma San Basilio, a quien los organizadores pusieron en un brete al encargarle que decidiera, cual soberana salomónica, la suerte de los dos grupos en disputa. La recia voz española en un gesto por demás lógico, decidió congraciarse con sus anfitriones, o tal vez obró por pura solidaridad animal al sentenciar que le había gustado más la actuación de La Pájara, el representante de Chile. San Basilio no tiene la culpa de haber sido nombrada presidenta del jurado, ni conocer ni papa de folclore sudamericano. Habrá efectuado su fallo por simple instinto o mero interés. Ya está, ¿qué esperaban?
Sin embargo, al conocerse el desenlace, horas después llovieron las injurias contra la pobre Paloma, especialmente azuzadas en diversos medios televisivos con titulares como “la veterana artista frustró los sueños de Bolivia”, “como bolivianos nos sentimos indignados por esta injusticia”, y otras frases de nacionalismo histérico. Como autoproclamados campeones mundiales del folclore nos cayó como patada en las bolas. Típico de nosotros es el no aceptar que fuera de las fronteras existe también folclore del bueno, y del malo. ¿Quién nos dio derecho a proclamar que somos mejores que Moldavia, el Tíbet, o el Caribe en lo que a expresiones culturales se refiere?, ¿Qué dios o hado maravilloso nos plantó en la Tierra para que nos creyéramos únicos, casi predestinados para el canto y el baile?...¡folclóricos que somos, hasta el cogote, hasta en los lloriqueos!...Ah, Bolivia typical país, creo que decía un viejo humorista.
Indignante es tener autoridades que pierden el tiempo en indignarse por la supuesta afrenta a toda la nación. Y peor todavía al oír la noticia de que se va a condecorar con la medalla Sol de Septiembre a los chavales de Ch’ila Jatun cuando retornen a Cochabamba, luego de haber “representado dignamente al país” y otras etiquetas aturulladas que les han puesto de sopetón, cual guerreros musicales de última hora. Es curioso que cada vez que alguien tenga líos o problemitas en Chile sea automáticamente considerado un héroe por cualquier bagatela. A ver, ¿qué mérito tiene un grupo escogido a dedo para representarnos en un evento internacional? ¿Quién definió que eran los más calificados para ser embajadores de nuestra música? ¿Acaso pasaron por lo menos por una selección previa ante un comité de especialistas locales? Absolutamente que no.  Luego exigimos que se nos premie la mediocridad.
Mandar a los Justin Bieber del folclore nacional en nombre de todo el país, eso sí que es un despropósito. Yo no me siento representado por unos niñatos cuya mayor cualidad es ser los pichones de Los Kjarkas, los popes del folk nacional, quienes, a pesar de su música descafeinada y repetitiva hasta el hartazgo, son venerados en los países andinos y en otros sitios exóticos como Japón. Escuchar a Los Kjarkas –en los micros, en los restaurantes, en las radios, en guitarreadas de jovencitos- es como escuchar a Julio Iglesias: cursilería a montones. Los Ch’ila Jatun son como Enrique, aspirantes a artistas, colgados de la fama del padre. Ni más ni menos.
Si no ha quedado claro, o si a alguien se le ocurre que destilo envidia, mala leche o bronca con unos simpatiquísimos muchachos, aquí les dejo el video de su actuación en Viña del Mar. Luego me dirán si su canción es un prodigio de poesía, sentimiento profundo del alma y otras cosillas. A mí me ha parecido un pastiche de ritmos ecuatorianos, peruanos y bolivianos, todo muy estilizado, artificioso y embadurnado de poética teenager. A no despistarse, esto no es auténtico folclore boliviano. Ni lo que cantan Los Kjarkas (bastantes amigos extranjeros tengo yo que los tienen como ídolos)… ni mucho menos lo de sus polluelos.

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