creyendo en un sueño infantil
que tú animaste.
Viví con las luces de la infancia
que alumbraban mi cegueray me llevaban tras tus pasos.
Viví en la mentira de la vida juvenil,
de un otoño edulcorado por las risasy caricias de tus labios.
Viví una utopía seductora
con la ilusión de los mendigosque persiguen las migajas de unos dedos
que se unan a los suyos.
Viví y desperté, una mañana,
tras sufrir la pesadillade aquel mundo inexistente
que formó mi fantasía.
¡Entonces comprendí cuánto te amaba!
Rafael Sánchez Ortega ©
09/09/18