Magazine

Volviendo a empezar: Introducción.

Publicado el 21 octubre 2013 por Jonmcgees
Volviendo a empezar: Introducción.
Febrero del 2013.
Tengo que decir que mi vida está dando un giro bastante normal en un adolescente de mi edad, y no, no me refiero a la espinilla a la que miras con desprecio en el espejo. Tampoco me refiero a quedarme sin ropa para la fiesta del año. Me encuentro en clase con la mayor presión que he sentido en muchos años. He estudiado demasiado para un examen y no me acuerdo absolutamente de nada. Mi mente está en blanco y lo único que se me pasa por la cabeza son las canciones que escuché tras el estudio o el programa que me vi después de aquella sesión de estudio. Estoy harto de suspender y este año (segundo de bachiller) estoy estudiando para perder el tiempo. Estudio mucho y veo pocos resultados. Cada vez que me pongo con un libro mis pensamientos dicen: “Este curso te viene grande” y me da miedo quedarme durante varios años en él. Sé que todo el mundo se saca el curso pero… ¿Y si estoy en un bloqueo temporal? Sé de gente a la que le ha pasado y no quiero acabar empezando la universidad a los veinticinco. No veo nada de malo, me parece bien aquellos que lo hagan pero eso no entra en mis planes.
Empiezo a recordar las cosas estudiadas a mitad del examen pero cuando la profesora dice que quedan diez minutos para recoger los dichosos exámenes, me vuelve el bloqueo mental. Mi cerebro funciona así, si me meten prisa se bloquea. Necesito tranquilidad para concentrarme, seguridad y pocos nervios. Tengo serias sospechas de que tenga dislexia pues cuando estamos tomando apuntes… tengo muchos deslices y pongo letras dónde no debe haberlas. Hay veces que me tomo unos segundos antes de leer algo porque me cuesta que mis ojos se centren en la línea y, lo más importante, tengo miedo de leer en público por miedo a empezar leyendo en una línea y acabar en otra. No sería la primera vez que me pasa. Recuerdo cuando me pasaba en primaria y los profesores me castigaban porque pensaban que me despistaba y no atendía. Por más explicaciones que diera, no servía. He acabado el primero en algunos exámenes por mi bloqueo mental, pensaba que nunca me llegaría algo que me sabía perfectamente. También había momentos en los que se negaba esa duda pues a veces leía muy rápido un texto en clase sin perderme en absoluto. De todos modos comencé las pruebas para ver si padecía de aquello. Sinceramente esperaba no tenerlo, me gustaba la idea de tener una gran excusa para mis problemas pero no quería estar por debajo de los demás.
De todos modos uno de mis grandes problemas de ese mes fue el fijarme en una chica que no daba a nada con el estilo de chicas que me habían gustado antes. Era de pelo castaño, largo, así como rizado. Ojos alargados y marrones, unos labios algo finos y unos dientes perfectamente alineados. Un cuerpo delgado pero tonificado. Pero eso no era lo que me hizo fijarme en ella, a pesar de que muchos chicos no se fijaran en ella. No era el prototipo de la mayoría. Además su personalidad distaba mucho de lo típico. Era una chica que se tiraba horas jugando a juegos por internet y sacaba buenas notas, además compaginaba aquello con las fiestas a las que iban los fines de semana. Tenía puntos muy frikis con sus amigos. Creo que todo empezó el día que me tuve que sentar a su lado, cuando sin querer nuestras manos chocaron y mis pelos se erizaron, o cuando me tomaba demasiada atención. Le caía bien, supongo. No es por ser pesimista, pero mi cuerpo no era el de una persona que suele atraer. Me sobraban muchos kilos, además de tener una personalidad excesivamente infantil. Era el mejor amigo de las chicas, para eso si que atraía mi personalidad. Tenía que aceptar mi lugar.
Llegó un momento en el que empecé a sentirme mal conmigo mismo, comenzaba a notar un fuerte cosquilleo en el estómago que me quitaba el hambre y me entraban ganas de llorar solo de verla. Era raro. Veía normal que pasara de mí en ocasiones, ¡tampoco éramos grandes amigos! Pero me seguía doliendo. No podía evitar ponerme mal con cualquier cosa. Podía estar perfectamente bien y a los dos minutos acabar con tristeza. Tenía grandes depresiones que no sé si tenían que ver con lo que empezaba a sentir con ella o tenía que ver conmigo mismo.
Llegó San Valentín y creo que empezó a deprimirse porque ella tampoco tenía nada que hacer. Me preguntó qué haría yo. Pero creo que nos tocaba estudiar ese día. No podía evitar sentir envidia de esas parejas que iban cogidas de la mano.
Abril de 2013
Comenzaba a tomarme una medicación para la dislexia con la cual comía menos. Dado que tenía que estar una hora sin comer nada y había que tomarla tres veces al día, no merendaba ni cenaba en muchos casos por culpa de ello. Cuando pasaba la hora ya se me había olvidado comer, además si le sumabas el hecho de las mariposas, poca hambre iba a tener. No me habían diagnosticado una dislexia plena, tenía un pequeño grado que, al parecer, se debió haber pasado con el tiempo, solo que quedaban algunas cosas sin superar. La mayoría de ellas solo se manifestarían al estar nervioso, bajo presión o en situaciones parecidas. Aquella medicación solo podía reducir un poco la ansiedad producida por la presión.
En dos meses había empezado a perder peso, hoy pesaba unos diez kilos menos de los que pesaba antes. El cambio se notaba pero aún quedaba mucho más. En dos días se celebraría una fiesta por toda la ciudad que nadie se perdería, alcohol en abundancia y toda la mañana fuera. Me parecía extraño el hecho de aquella fiesta pero nunca había ido, quería probar este año.
En aquella fiesta me encontré con la chica que me tenía loquito, me dio un abrazo, el primer abrazo que me daba en toda la vida. Estuve sonriendo todo el día a pesar de haberme aburrido en muchas ocasiones o sentirme mal por culpa de algunos amigos. Vale, miento. Luego llegó la depresión cuando la vi de lejos, creo que tomaba demasiado tiempo con un chico. No pienso que fueran celos puesto que no era nada mía y tampoco podía perder algo que jamás me iba a pertenecer. Me acabaría alegrando si acabara con él, además me ayudaría a olvidarme de ella. No sería la primera vez que me pasaba y ayudaba bastante.
Pero como era de esperar, lo que yo sentía o dejaba de sentir era un problema secundario en el día. Una de mis amigas se estuvo peleando con su ex durante un mes o así, desde que cortaron y los problemas que teníamos se basaban en ella. Era muy repelente y odiaba tener que escucharla día y noche para que encima nos echara la culpa de que nosotros le sacábamos el tema de conversación. Lo gracioso era el momento en el que una de mis mejores amigas y yo hablábamos de programas o series de televisión, ella o alguien del grupo se colaba para hacernos saber que no debíamos hablar de eso porque no todos podían participar. – Claro, es mejor escuchar los problemas repetitivos de alguien, entiendo. – Comentaba una de mis mejores amigas. Ella no estaba participando en nuestra conversación pero saltó en mi defensa, supongo que es una de las personas con las que siempre contaré, lleva media vida conmigo. O casi toda. Obviamente eso genera una pequeña pelea que dura por días, quizás meses. Tengo entendido que ellas se siguen llevando mal. La mayoría estamos de lado de mi mejor amiga porque llevaba razón. No pueden venir a quejarse de algo así.
Mayo de 2013
Exámenes finales y graduación. Todo lo sucedido aquí es una mezcla de sentimientos contrapuestos. Quizá sea el último verano que pueda ver a muchos de ellos. Algunos se cambiarán de ciudad por estudios universitarios y otros se quedarán. De los que se queden, unos conseguirán nuevos amigos y posibles lazos más importantes. Yo iba a repetir, era un hecho. Había perdido cinco kilos más, así que la cosa iba mejorando mucho.
Entré en una tienda y compré el diario en el que estoy escribiendo. La dependienta me preguntó con una sonrisa demasiado dulce: - ¿Qué vas a escribir en él? ¿Muchos problemas? A mí un diario me salvó de muchas cosas por las que ahora van a un psicólogo. – Y esperaba no tener algún problema que pudiera hacerme aquello. O sea, problemas psicológicos. – Quiero anotar cada detalle que suceda en mi vida, creo que ahora va a empezar la etapa más importante de mi vida. – Confesé lleno de vitalidad. Desde que empezaba a perder peso, mi seguridad empezaba a notarse mucho más. No necesitaba de nadie para defenderme. No es que antes me callara con todo pero cuando me peleaba con alguien, no podía evitar que pasara por mi mente aquello de: “¿Quién va a querer estar con alguien como tú?” Porque mi inseguridad llegaba hasta límites inexplicables. Unos límites, que si bien están muy extensos aún, están muy lejos de lo que antes estaban. Además tenía muy claro quién iba a ser el protagonista de mi vida, y no iba a ser una amiga con ansias de acaparar nuestras vidas con problemas más que quemados, tampoco los éxitos de mis amigos o las guerras entre los demás. Tenía muy claro que aquello solo sería una pequeña parte de mi historia, o al menos, esa era mi intención.
Agosto de 2013.
Este verano ha ocurrido muchas cosas, o están ocurriendo, de las que no puedo decir que esté satisfecho. Ha muerto alguien muy importante para mí, he perdido o me he peleado con unos cuantos amigos, me he distanciado con algunos más pero creo que estoy definiendo un nuevo grupo grande. Y debo decir que es un grupo con un montón de personas muy diferentes. Mi mejor amiga y alma gemela, tan loca como cariñosa. Grandes amigas y amigas pesadas a las que deseo no escuchar. También tenía amigos (la mayoría de mis amigos son chicas, así que si está bien separarlos) con los que me veía bien poco pero sí que eran de los más especiales. Siempre he tenido una relación forzada con los hombres puesto que me cuesta coger confianza con ellos, nunca he encajado en su estilo de vida y los pocos que entran en mi vida, suelen salir muy tarde de mi vida (la mayoría de mis amigos se van por alguna razón).
Pero sigo pensando que mi vida está cambiando, he perdido los otros cinco kilos restantes y al mirarme al espejo solo siento alegría. He cambiado físicamente, ya no soy el que era. Aunque suene feo decirlo, no me doy asco al mirarme. Las críticas que suelo recibir suelen ser más positivas que negativas, cosa que no era así anteriormente. Recuerdo con exactitud que la mayoría de palabras (adjetivos) que recibía antes eran del tipo de: gordo, vaca, o cualquier sinónimo de aquello, además si le pones detrás “asqueroso” encontrabas la frase favorita de mis enemigos. También utilizaban otro tipo de adjetivos pero eso entraba en un área diferente. Ahora los adjetivos solían ser muy diferentes, obviamente no me llamaban “delgado” pero si me decían que estaba mucho más “guapo” que antes. Y es que tengo que reconocer que no soy feo, pero mi obesidad me dejaba en un lado más oso tierno que de un chico adolescente con su lado atractivo.
Lo que tengo muy claro es que ahora lo veo todo con otros ojos. No soy tan positivo como para pensar que la chica que me gusta la vaya a tener, porque eso lo sigo viendo tan imposible como siempre. Pero intento verlo todo más positivo, poco a poco.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossiers Paperblog