Revista Literatura

Vos ibas caminando por la calle, así como caminabas, un p...

Publicado el 05 agosto 2012 por Laspuntasdelclavo

Vos ibas caminando por la calle, así como caminabas, un poco desparejo, un poco a destiempo, un poco gelatina, un poco descaminado, y te paraste al lado de una mujer esperando que la luz del semáforo se ponga en blando, para que vos cruzaras, ella te miró de reojo y vos la miraste con los ojos llenos, los dos volvieron a la espera de la luz blanda hasta que ella te preguntó la hora, vos le dijiste que serían como las nueve de sol y que te caminabas con esfuerzo, hasta que llegaste casi triturado a sus ojos, y ella, después de un pensamiento silencioso y lento te dijo que a veces las cosas se van por la ventana y que caminaba en una vida ajena que la desconoce, vos volviste a mirar la luz del semáforo y cuando estaba blanda te pusiste a caminar cruzando la avenida, a la par de ella, casi sin caminarla, casi sin pensarla, casi sin ella, pero ella te miró de reojo y vos otra vez con los ojos llenos le preguntaste cómo se llamaba, ella te respondió alargando los pasos y diciendo Lucía, vos también alargaste los pasos y ya no sabías qué mirabas, así que quedaste caminando solo mientras cruzabas la avenida y ella te seguía cerca sin que vos supieras nada de lo lejos ni de lo cerca, cuando subiste al cordón de la vereda Lucía te alcanzó a la izquierda y vos le miraste los ojos, ella te mostraba el celular con la mano, como si quisiera tirarlo hacia tu cara, vos empezaste a esquivarlo con la cabeza hasta que viste su sonrisa en la boca que reía casi algo más que la sonrisa y dijiste pausadamente tu número de celular, pero ella no dijo el suyo, se puso a marcar el teléfono y te llamó, vos atendiste como si no supieras quién te llamaba y después del hola que escuchaste dijiste quién es, del otro lado se escuchó una voz con pestañas que dijo Lucía y vos no la miraste y te reíste, cortaste inmediatamente y volviste a cruzar la avenida, caminabas apurado, mirando un punto fijo que se desplazaba sobre las baldosas de la vereda, eso parecía que te mareaba porque el paso se te inclinaba hacia un lado o hacia el otro cada tanto, cada dos o tres veces por cuadra, no pensabas a dónde ibas, ni qué caminabas, sólo caminabas sin pensar porque estabas pensando en esa Lucía que no conocías pero que te había llamado por teléfono sin necesidad y sin nada que decir, sólo por el hecho de llamarte, sólo dijo su nombre por segunda vez tan cerca de tu oído que todavía lo escuchás, ibas escuchando Lucóa mientras caminabas inclinando dos o tres veces por cuadra el paso, sin saber a dónde ibas, tenías el celular apretado en la mano, querías que te volviera a llamar, volver a ver sus ojos, su voz, su Lucía, así, como si te hubiera regalado algo con la voz, como si hubiera metido algo de la voz en tu cuerpo que caminaba inclinando el paso dos o tres veces por cuadra, porque ibas haciendo Lucía con el cuerpo, porque ibas tibio después de haber llegado casi triturado a sus ojos, porque no sabías más que sus ojos y eso de la voz que tenías adentro y que te hacía caminar sin saber más nada que eso que ibas pensando constantemente a cada paso, entre cada inclinación de tus pasos dos o tres veces por cuadra, dijiste Lucía cuatro o cinco veces pero no te escuchaste mientras seguías caminando con la vista clavada a cinco centímetros antes de llegar a las baldosas, y esa distancia entre las baldosas y tu vista que se deslizaba borrosa sosteniéndote en caminar te hacía dos o tres veces por cuadra inclinar el paso, como si de golpe te quedaras sin jinete, como almeja sin arena, como caminando sin proyecto, vos no sabías por qué caminabas ni hacia dónde caminabas pero caminabas cada vez más apurado sobre la vereda, como si hubieras visto un semáforo en verde y todavía no hubieras terminado de cruzar la avenida, estabas cruzando la avenida más ancha que jamás habías cruzado, estabas asustado en el medio de la avenida caminando apurado y aferrado al celular por si en algún momento tuvieras que pedir ayuda, o llamar a una ambulancia, o a un delivery para que te trajeran algo de cenar al medio de la avenida, estabas apurado por miedo a la luz roja y a que te atropellaran los autos, estabas apurado con la luz verde cruzando la avenida y cada tanto se te inclinaba el paso hacia un lado o hacia el sur y esa sensación de ir perdiendo el tiempo en las inclinaciones de los pasos te hacía apurar, y sin querer apurabas la inclinación y a veces te golpeabas el hombro contra alguna persona que iba cruzando la avenida y eso lo sentías como parte de los retrasos y te apurabas en caminar a más pasos y pensabas que la avenida era más angosta que el verde del semáforo y te pusiste casi al trote para salir de la zona descampada, agarrando con más sudor y más fuerza el celular en tu mano, como si esperaras algo de él, alguna música, alguna vibración, alguna voz que te dijera que no hay avenidas, esperabas un cordón, algo que te frene en el medio de lo interminable, esperabas un semáforo en rojo, una pared, una mujer que te mire a los ojos, pero seguías caminando encaminado en tu caminar, por esa vereda entregentada en la que te abrías paso antes de tu sombra, a veces a carcajadas, a veces a seriedades, a veces a caras inconclusas repitiendo el golpe enfermo de tus pasos, cada vez más rápidos, cada vez más deformes, cada vez más entre baldosas, caminabas pasando gente, pasando árboles, pasando negocios, pasando esquinas, pasando mitades de cuadras, pasando semáforos, pasando avenidas, caminabas pasando hambre, pasando ganas, pasando sombras, pasando perros, caminabas pasando sed, pasando horas, pasando plazas, pasando filas de hormigas sobre la vereda y seguías hacia no se sabía qué, hacia no se sabía qué detención, seguías caminando hacia sin horizonte
Vos ibas caminando por la calle, así como caminabas, un p...

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