Revista Ilustración

XI. ELLOS. Hay personas locas.

Publicado el 18 diciembre 2015 por Lasuelta

La cuestión seguía rondándole y ese día lo tenía presente y estaba alerta.

Hoy quería preguntarle algo.

Hoy quería respuestas.

Habían quedado para desayunar.

Se sentó ella como si tal cosa.

  • ¿Dos besos?
  • ¡Por supuesto! - y se dejaron sendos besos en el borde de los labios. Despacio. Sin prisas. Ella se sentó y sonrió traviesa. Se lo miró, juguetona.
  • Ana, quiero preguntarte algo.
  • ¡Uy! ¡Qué serio te has puesto, bicho!
  • No, en serio. Debo hacerlo.

Ana se lo mira, cambia el rostro, se torna serio, reflexivo. Se serena y asume que algún día debe responder a todo.

  • ¿Quién es él?
  • ¿Quién es quién?
  • El papa de Anita.
  • Esa historia es muy larga Javi.
  • Tengo tiempo.
  • No tanto.
  • Me tienes que contar de dónde sale Anita. Me tienes que explicar quién es el padre ¿sabe que existe Anita?
  • El padre no sabe nada. Cuando lo dejamos yo ya estaba embarazada.

Pero no quise decírselo. No quise abrumarle

Sabía que no quería complicarse la vida

Hubiera sido un shock para él, pensaría que quería cazarle.

    Pero ha de ser consciente de lo que se está perdiendo.

A lo mejor tomaría otra decisión. Otro camino

Quizás preferiría vivirlo.

    Mira Javi, las personas nos dividimos entre personas atormentadas y personas enteras. Personas que arrastramos huecos y carencias. Melancólicas inestables. Como yo. Locas, soñadoras, deprimidas.

Y personas inquebrantables, estables, leales, valiosas, como tú.

Unas a otras no nos entendemos. Pero nos necesitamos.

Es mejor que caminemos de la mano.

Vuestra estabilidad coherencia y lealtad rellena nuestros huecos. Cura nuestras heridas.

Él es como yo.

Una persona llena de heridas. Sin capacidad de querer porque tampoco se quiere a sí mismo. Es una persona que huye, que sale corriendo ante las responsabilidades. No porque no pueda hacerles frente, sino porque le apura no cumplir, no dar la talla. Es cobarde. No permite que nadie le cuide.

Pero es un tesoro de persona.

Estuvimos juntos apenas unos meses. Dulces. Intensos. Nuestros. Pero de mágico que fue, le dio miedo.

Él quiere ser eternamente joven. Es un peter pan.

Pero por un instante fue intenso, real, auténtico. En ese instante fue concebida Ana, Anita.

Ana es fruto de una certeza.

La noche que lo hicimos, yo lo deseaba rabiosamente. Deseaba que me dejara embarazada, porque sabía que a él no le alcanzaba, pero si me dejaba embarazada, tendría algo suyo para siempre. Cuando me abrazó, desnudos los dos, para mi ya era el éxtasis.

  • ¿Tú crees que cuidándole serás tú más feliz?
  • Si, lo fui. No quería perderle. Pero él no quiso y una mañana desperté y en la mesa de la cocina habia una nota.
"No puedo, Ana. Lo siento. Eres especial. No dejes que tu magia se apague por este pobre diablo."

Cuando se fue supe que estaba embarazada. Y no quiero abortar. Quiero tener esta niña, mi niña.

¿Podemos hablar con él?

    Si yo fuera el, por cobarde o mierda que fuera, por mal que lo hubiera hecho querría saber la verdad. Querría tomar decisiones consecuentes, no a medias. Esa niña algún día te preguntara por su papá. ¿Qué le dirás entonces? ¿Que no le contaste la verdad, que su papá no sabe que existe?
    Me hizo mucho daño yéndose, me dolió.

Me dejó sola. Así de repente.

Yo quería cuidar de él. Hacerle feliz.

    Pero a lo mejor es más feliz sin ti.

Eso no quita que esa criatura sea de los dos

Ana se quedó pensando, no sabía qué pasaría si volvía a verle. Si cruzaba de nuevo una mirada con aquellos ojos. Pero en el fondo Javi tenía razón, debía contárselo.

    ¿Cómo se llama? ¿Dónde vive?
    Se llama Mario. No sé dónde vive. Solo sé dónde vive su abuela. Y tengo su número de móvil. Nada más.

Mario.

ELLOS. VOSOTROS. NOSOTROS.

La Suelta.


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