- No, otra vez -.
- Ell zelo par lla notcie tere estellas -.
- Mu ben, otra vez -.
- Ell zelo par lla notcie tere estellas -.
- Ahora tú, Zariel -.
- Ell zelo par lla notzie tere estellas -.
- ¿Q tere ell zelo par lla notcie? -
- ¿Qué? -
- Vamos hijo -.
- Estellas -.
- Muy bien Alicia -.
- En el colegio no, pero en casa podría estar en tu curso y tú en el mío -.
- No te alucines, mocosa -.
- Ya está bien. Zariel, ¿qué te pasa? Estás muy desconectado -.
- No creo que esto sirva para mucho. ¿De verdad crees que volveremos a hablar el antiguo dialecto algún día? Y si tan importante es, ¿por qué no nos lo enseñaste de pequeños? -
- No cuestiones los planes de tu padre, él tiene una razón para todo, y ahora toca que lo aprendáis. Y no me vuelvas a hablar así. He hecho todo por vosotros, para salvar a la familia, y os da igual -.
Su madre rompe a llorar. Alicia la observa seria e inmóvil, y traga saliva. Zariel da un golpe fuerte contra la mesa, sabe que la escena le costará cara.
- No tendría que estar dando clase en casa, con unos alumnos que son unos desagradecidos. Tendría que estar en la universidad, no tendría que haberme ido, pero ya no existe. Nadie existe. Y a vosotros no os importa nadie, ni queréis aprender -.
- Yo si quiero aprender - decía Alicia.
- Y para qué, algún día nos descubrirán y seremos como los demás, puras copias que se alimentan de basura -.
- ¿Y lo que tenemos en casa no es basura? - Zariel supo al instante que eso le costaría como así fue un fuerte golpe en la mejilla propiciado por su madre, que se levantó y se fue.