10 frases que enamoran (I)

Publicado el 27 enero 2015 por Brujus7 @ESDZ1P
No sigas leyendo.
¿Recuerdas el viejo truco de la psicología inversa, aquella que propugna (entre otras cosas) que si le dices a alguien que no piense en el color rojo, pensará en dicho color? Acabo de usar dicho truco porque quiero hablarte del principio de cualquier novela poniendo uno que te empuje a continuar. Así que, no sigas leyendo... salvo que quieras enamorarte.
 Ya que este blog literario acaba de nacer y esta es su segunda entrada, qué puede ser mejor que hablarte del "incipit", es decir, de comienzos. En este caso, del comienzo de una novela (otro día tal vez hablemos de comienzos de relatos). Se trata de una frase o un párrafo que te atrapa desde el principio y no te queda más remedio que seguir leyendo. Son unas pocas palabras que te agarran con fuerza y ya no te dejan escapar hasta el último renglón de la obra. Y yo, como todo el mundo, tengo mis favoritos.
¿Que cuáles son mis comienzos favoritos? 
Los expongo a continuación (y no necesariamente en orden de preferencia):
1.- "Nací cuando mis padres ya no se querían". Paraíso inhabitado, Ana María Matute.
 Demoledor. ¿No me digas que no te quedas con ganas de saber más? Con tan corta frase, "la Matute" (como yo la llamo cariñosamente) te llena la cabeza de interrogantes que estás deseando desvelar: ¿Por qué no se querían los padres? ¿Cómo afectó eso a la vida de la protagonista? ¿Por qué tuvieron una hija si no se querían? ¿Cuándo dejaron de quererse?...
2.- "Filomeno Cuevas, criollo ranchero, había dispuesto para aquella noche armar a sus peonadas con los fusiles ocultos en un manigual, y las glebas de indios, en difusas líneas, avanzaban por los esteros del Ticomaipú". Tirano Banderas, Ramón del Valle-Inclán.
Fusiles, nocturnidad, difusas líneas... Sin duda, algo gordo va a pasar y yo, desde luego, no pienso perdérmelo. Así es como nuestro genial gallego consigue engancharnos desde el principio a su estupenda obra, Tirano Banderas.
3.- "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor". Sobra decir que hablamos del Don Quijote de la Mancha de nuestro universal Miguel de Cervantes Saavedra.
Ese halo de misterio creado al no definir el lugar de la Mancha al que se refiere, y esas imágenes tan vivas y genuinas de la lanza, la adarga, el rocín y el galgo, ¿no te empuja a seguir leyendo? ¿No te pica ni un poquito la curiosidad sobre quién era el tal hidalgo al que se refiere ese comienzo? ¿No se adivina, no se vislumbra, no se presiente acaso, en esas pocas letras (muy mágicas, por cierto), la genialidad de lo que vendrá a continuación? Por mi señora Dulcinea, que no hay más que una respuesta posible a esta pregunta que acabo de formular a vuesa merced... ;)

4.- "Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre". Pedro Páramo, Juan Rulfo.
Madre mía, qué frase tan contundente. ¿Y quién se lo dijo? ¿Y a qué fue a buscarlo? ¿Qué quería o qué esperaba de él? ¿Lo encontrará? ¿Cómo reaccionarán ambos si se encuentran? Lo siento, pero no puedo parar, tengo que seguir leyendo este libro. Con ese comienzo, es inevitable. Por cierto, eso lo sabía muy bien Antonio Muñoz Molina que escribió un incipit muy parecido al de Rulfo para su magnífica Beltenebros (y eso es muy bueno).
5.- "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo". Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.
Sí, lo sé, es un clasicazo entre los incipits preferidos de cualquier lector, pero no puedo evitarlo. El tipo está frente a un pelotón que lo va a fusilar ¿y sólo se le ocurre pensar en el día que conoció el hielo? Y, además, ¿por qué van a fusilarlo? ¿Qué mierda ha hecho? ¿Pasará algo que evite su muerte inmediata? Y, ya de paso, ¿qué sintió al conocer el hielo? ¿Lo llegó a tocar o sólo lo vio de lejos? ¿Y su padre? ¿Vive aún y es testigo impotente del fusilamiento? Por favor, don Gabriel, no se pare en esa frase, siga escribiendo y acabe Cien años de soledad pronto, que quiero leerlo cuanto antes.

Para no extenderme en demasía, me reservo los otros cinco comienzos para un futuro post. Y cuando lo publique (que será pronto), sustituiré esta frase por el enlace que conduzca al mismo.
Hasta pronto.