Hoy os voy a dar diez razones por las que alargar la lactancia es genial, práctico y estupendo de la muerte. ¿Queréis saberlas? Ahí van:
- Primera y principal: porque es la cosa más cómoda del planeta. Te pille donde te pille: atasco, playa, calle, centro comercial, gasolinera... te sacas la teta y ¡ale! ¡A merendaaaaar! Lástima que sólo tome el pequeño.
- Porque además de práctico es económico. No sabéis, o igual ya sí, lo cara que está la leche de bote. Mi teta es gratis. Vamos, que el niño no paga, o sea, que no tiene ranurita de "insert coin" y es a demanda. No tiene que preocuparse de llevar dinero suelto.
- Porque te evitas un mogollón impresionante de trastos cada vez que sales de casa: termo con agua caliente, botecitos medidores de leche, biberón, calientabiberones con y sin enchufe para el coche, más botecitos por si te pilla fuera... Mira, yo de escribirlo ya me he agobiado. Recuerdo que con Pichu parecía que ir a pasar la mañana era irnos de finde.
- Porque aprendes a que todo te dé igual, fuera complejos y pudores absurdos. Tu teta: grande, mediana, pequeña, bien puesta o caidonga la ha visto medio planeta, y ¡te la trufa!
- Porque cuando tu hijo ya tiene X meses se tira al "sírvase usted mismo" y, estés donde estés, como lo lleves en brazos, ¡se conecta! Sí, sí. Te baja el vestido o la camiseta y el suje y ¡ale! ¡Amorrado!
- Porque, a colación de lo anterior, tu hijo se encarga de hacerte los escotes de los vestidos y camisetas mucho más amplios, ya sean cerrados o muy cerrados, y da igual si son nuevos o viejos... Tus vestidos no vuelven a tener su forma original ¡jamás! Y eso, ¡mola! (En realidad, no mola nada, pero o te lo tomas así, o te cabreas al ver que toda tu ropa tiene escote bañera de jacuzzi).
- Porque tu teta aprende a relacionarse con el ambiente de una manera extremadamente natural, ya que tu hijo también lo hace. Es decir, tu pequeño toma un sorbito, se gira, saluda y sonríe a todo el que pasa, hace carantoñas (literal), y vuelve a pegar un traguito. Y así, hasta que se ha saciado o hasta que ha terminado de relacionarse con todos lo viandantes. Te sientes un poco "cubata", sinceramente. Y es una manera de recordar viejos tiempos, dado que ahora ya no sales y trasnochas.
- Porque como ya no haces top-less en la playa a riesgo de encontrarte a todos tus alumnos y familias, tu hijo sabe que echas en falta el despelote en público y colabora como puede.
- Porque así le das sentido pleno a la palabra "mamífero". Si no... seríamos crustáceos, por ejemplo.
- Porque (sabía que iba a salirme el lado ñoño, ¡lo sabía!) sentir tan de cerca a tu pequeño, unido a ti de esa manera tan instintiva, notar su manita descansando en tu cuello, acariciándote el pelo o jugando con tu cara, mirándote fijamente, devolverle la sonrisa que te lanza de repente, poder acunarlo, poder acariciar su rubio-casi blanco pelo, saber que en tu regazo y en tu pecho se siente seguro, alimentado y atendido... es algo mágico y único. Porque sé que soy muy afortunada y su lactancia está siendo un regalo del cielo.
Por todo esto pues: 10 hurras por la prolongación de la lactancia... ¡Hip, hip, HURRA! ¡Hip, hip, HURRA! ¡Hip, hip, HURRA! ¡Hip, hip, HURRA! ¡Hip, hip, HURRA! ¡Hip, hip, HURRA! ¡Hip, hip, HURRA! ¡Hip, hip, HURRA! ¡Hip, hip, HURRA! ¡Hip, hip, HURRA!CON M DE MAMÁ y L de LACTANCIA